Capítulo 4: Secretos y Dilemas

12 2 0
                                    

Las semanas que siguieron a su primer encuentro en el bosque fueron una mezcla de emociones intensas para Mefisto. Las citas con el misterioso chivo se volvieron una rutina secreta llena de momentos memorables y de una conexión cada vez más profunda. Mefisto sentía una mezcla de felicidad y curiosidad, disfrutando de cada instante que pasaba con él. Sus charlas, sus paseos por lugares ocultos del inframundo, y sus besos furtivos en rincones apartados lo hacían sentirse vivo de una manera que nunca había experimentado antes.

El misterioso chivo, por otro lado, aunque ocultaba su verdadera identidad, se sentía más cerca de Mefisto en cada cita. Era como si todo lo que alguna vez había anhelado estuviera frente a él. Lucifer, bajo su disfraz, se sentía libre de ser él mismo sin el peso de su título, ni la sombra de su maldición. Solo había una cosa que lo mantenía inquieto: su verdadero ser. No podía mostrarse completamente ante Mefisto, al menos no todavía. La complejidad de su doble vida lo mantenía en tensión, pero cada vez que miraba a Mefisto, sus preocupaciones desaparecían.

Una tarde, mientras ambos disfrutaban de un atardecer en un jardín oculto en las profundidades del inframundo, Mefisto rompió el silencio con una noticia que había estado esperando compartir.

—Hay algo de lo que quiero hablar contigo —dijo Mefisto con cierta timidez, sus ojos observando las sombras alargarse mientras el sol se ocultaba.

Lucifer, aún en su forma de chivo, inclinó la cabeza curioso, sintiendo un ligero temblor de nerviosismo en su interior, pero mantuvo la calma.

—¿De qué se trata, Mefisto? —preguntó, su tono calmado y cálido.

Mefisto suspiró profundamente, mirándolo directamente a los ojos.

—He sido invitado a un baile importante, uno que organizan los príncipes del inframundo. El anfitrión es Leviatán, el príncipe del mar. Será un evento muy grande, y se permiten acompañantes... —Mefisto hizo una pausa, con el corazón acelerado—. Yo quiero que seas tú quien me acompañe.

Lucifer sintió cómo su interior se tensaba. El baile de Leviatán no era cualquier evento. Sería una reunión de la realeza demoníaca, y, por supuesto, él, como príncipe de las tinieblas, estaba invitado. Pero no como el chivo, sino como Lucifer, el soberano que todos conocían. La idea de asistir al baile con Mefisto como su acompañante lo llenaba de anhelo, pero también de miedo. No podía asistir como el chivo sin levantar sospechas. Si su identidad era revelada, todo lo que habían construido podría venirse abajo.

—Mefisto... —Lucifer comenzó a decir, con cautela en su voz—. Ese baile... es un evento muy importante, y... no sé si podré acompañarte como esperas.

Mefisto lo miró sorprendido, con una mezcla de decepción y confusión en sus ojos.

Lucifer apretó los dientes, intentando encontrar las palabras adecuadas. No podía revelarle su identidad en ese momento, no aún. El riesgo era demasiado grande, tanto para él como para Mefisto.

—No es que no quiera ir contigo —respondió finalmente—. Créeme, Mefisto, no hay nada que desee más que estar a tu lado esa noche. Pero no puedo... No de la manera que imaginas.

Mefisto lo observó, buscando alguna explicación en su mirada. Las palabras de Lucifer eran sinceras, pero no bastaban para calmar la creciente angustia en su pecho.

—¿Por qué? —insistió Mefisto—. ¿Por qué no puedes? Si de verdad me aprecias, deberías poder estar conmigo en ese momento, delante de todos.

Lucifer sintió una punzada en su corazón. Sabía que no podía decirle toda la verdad, pero tampoco podía seguir esquivando la pregunta.

—Es complicado —dijo con un suspiro—. No soy quien crees que soy, no del todo. Y si viniera contigo al baile... las cosas podrían complicarse de maneras que no te imaginas. No quiero ponerte en peligro, Mefisto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Querido Lucifer [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora