Capítulo 3: Bajo las Sombras del Bosque

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Mefisto había pasado todo el día con la mente ocupada en la cita que tendría esa noche. Se esforzó en cumplir con cada una de sus tareas, sabiendo que, una vez que el sol se ocultara, su anhelo finalmente se cumpliría. A medida que la noche se acercaba, su nerviosismo aumentaba, pero también lo hacía su emoción. Al terminar sus deberes, corrió a su habitación y eligió su vestido más elegante, una prenda oscura y detallada con bordados plateados que había guardado para una ocasión especial. Sabía que esta cita sería ese momento.

Cuando el cielo se tiñó de un profundo azul, Mefisto salió de su hogar con la carta del chivo en sus manos, caminando hacia el Bosque de Sombras, el lugar de su encuentro. Era un paisaje místico y encantador, donde los árboles eran altos y retorcidos, y la luz de la luna se colaba entre las ramas, proyectando sombras danzantes en el suelo. Mefisto llegó un poco antes de la hora acordada, pero no le importó. El lugar era hermoso, con una calma que lo envolvía, mientras su corazón palpitaba con anticipación.

Se detuvo cerca de un claro donde la luz de la luna iluminaba el centro del bosque, dejando un rastro plateado sobre la hierba húmeda. Su emoción crecía con cada segundo que pasaba. Miró a su alrededor, intentando calmar los nervios, cuando escuchó unos pasos detrás de él. Al voltear, lo vio.

El chivo estaba allí, pero algo en su apariencia era diferente. Llevaba un traje completamente blanco, algo que contrastaba con su oscuro pelaje y los intensos ojos carmesí que brillaban bajo la luz de la luna. En sus manos, un ramo de rosas rojas, las más perfectas que Mefisto había visto jamás. El joven demonio sintió su corazón dar un vuelco al ver el detalle.

Lo que Mefisto no sabía es que Lucifer, en su verdadera forma, había tenido un pequeño accidente. Había planeado usar uno de sus trajes más elegantes, oscuros y refinados, pero justo antes de salir de su guarida, una botella de tinta dorada se había volcado sobre él, arruinando su atuendo por completo. No tuvo más opción que usar aquel traje blanco, que nunca solía portar por parecerle demasiado llamativo. Ahora, frente a Mefisto, Lucifer, en su forma de chivo, se sentía un poco avergonzado, pero decidió que ese detalle no arruinaría lo que tanto había esperado.

—Lamento el atuendo —dijo Lucifer con una sonrisa algo apenada—. Hubo un pequeño percance, pero... aún quería verte.

Mefisto sonrió ante la explicación y, en lugar de notar la incomodidad de su acompañante, se sintió encantado. El traje blanco, en su opinión, le sentaba perfectamente. Le dio una calidez a la imponente figura del chivo, algo que lo hacía ver menos temible y más cercano. Aceptó el ramo de rosas, sus mejillas enrojeciendo ante el gesto.

—No te preocupes —respondió Mefisto con una pequeña risa—. Te ves... increíble.

Lucifer se relajó un poco al escuchar esas palabras, aunque todavía mantenía cierta timidez bajo su semblante confiado. Caminó hacia el centro del claro junto a Mefisto, permitiendo que la calma del lugar los envolviera. El bosque estaba en completo silencio, salvo por el suave crujir de las hojas bajo sus pies. Las estrellas brillaban en el cielo, como testigos silenciosos del encuentro.

—Este lugar es... mágico —dijo Mefisto, rompiendo el silencio con admiración. Sus ojos recorrieron el paisaje con asombro—. No me imaginé que el Bosque de Sombras fuera tan hermoso de noche.

Lucifer asintió, observando el rostro iluminado de Mefisto mientras hablaba. Para él, el bosque era un lugar que había conocido durante siglos, pero verlo a través de los ojos de Mefisto le daba una nueva perspectiva, una frescura que lo hacía apreciar más el momento.

—He venido aquí muchas veces —admitió Lucifer, mirando a su alrededor—, pero nunca se ha sentido tan... especial como esta noche.

Mefisto lo miró, sintiendo una calidez en su pecho que no había sentido en mucho tiempo. El chivo, este ser que lo había rescatado y mostrado tanta amabilidad, ahora parecía vulnerable, casi como si compartieran un secreto. Durante años, había soñado con vivir un momento así, aunque siempre había imaginado que sería con Lucifer, el príncipe que tanto había admirado. Pero ahora, frente a él, estaba alguien diferente, alguien que le ofrecía una verdadera posibilidad de felicidad.

Querido Lucifer [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora