Capítulo Seis.

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Punto de Vista de Penélope:


Eloíse intentó detenerlos, pero sus hermanos eran más fuertes e ingresaron dispuestos a un enfrentamiento caballeresco por el honor de un ser querido.

Colin fue el primero en entrar. Estaba tenso y por un instante me pareció ver que tenía la mandíbula y los puños muy apretados.

Anthony, Benedict y Eloíse lo siguieron y nos observaron.

Nos encontraron a los tres esperándoles y se congelaron.

El bastón de Lady Danbury sonó fuerte en el piso.

Eloíse me miraba sorprendida, no se esperaba algo así.

-Ha sido una boda inolvidable-Declaró Lady Danbury-Sin embargo, mis huesos no son los mismos-Añadió- Ya es hora de retirarme y agradezco infinitamente el ofrecimiento de Lord Debling en escoltarme a mi hogar -Lo miró directamente- ¿Nos vamos?

Anthony respiró tranquilo. Hoy no habría ningún escándalo en su hogar. No había ninguna regla rota al suponernos a nosotros acompañando a una mujer tan relevante y querida como ella en su breve descanso.

Lady Danbury se movió pasando junto a nosotros sin inmutarse.

Colin seguía conteniéndose. Benedict se le acercó y le susurró algo al oído. Parecía que la vena de su frente le iba a explotar.

Era la primera vez que lo veía en ese estado, cómo sí quisiese arrancarles la cabeza a todos los presentes, a mí incluida.

Mis ojos volvieron a Lord Debling y él me miraba a mí con una sonrisa satisfecha.

No nos alcanzamos a decir nada porque mi gran amiga Eloíse encontró la escusa exacta para sacarme del salón. Cosa que agradecí infinitamente por la confusión que sentía en mi interior.

Llegamos a los jardines traseros y respiramos aliviadas.

Le conté inmediatamente todo lo ocurrido en el salón y mi amiga no podía más del asombro.

Tenía tantas cosas en las que pensar. La vida que yo conocía podría cambiar. Mi madre tendría la última palabra.

Quería mi momento personal y en cuanto pude le mencioné a mi amiga que quería estar sola un momento para poder analizar lo que había pasado antes de volver a casa y hablar con mi madre.

Ella mencionó que podría ir a los columpios. Según ella, era un excelente lugar para pensar y no había nadie y podía estar tranquila. Ella iría a ver sí los novios estaban listos para partir al nuevo hogar que tendrían en Londres. A tan solo unas cuantas manzanas de aquí.

                                                                                       *     *     *

Ahora, las estrellas se habían apoderado del cielo y yo tenía un lugar privilegiado para verlas, el cual, también habían arreglado un poco, y éste, era iluminado por la magnífica luna de esta noche. Me acomodé en el columpio y me puse a pensar y a disfrutar del aire fresco.

De pronto, sentí que me cubrían los hombros con una chaqueta. Estaba calentita.

-Mirar las estrellas desde aquí no tiene punto de comparación considerando las pocas veces en que se dejan ver así el cielo Londinense- Dijo él mientras se sentaba en el otro columpio.

Mis ojos automáticamente se abrieron de par en par y buscaron los suyos.

Ellos en cambio, veían hacia el infinito.

- ¿Qué haces aquí? -Le pregunté.

-Vi cuando te alejabas y le pregunté a mi hermana- Explicó- Así es que controlé un poco mi humor y vine hasta aquí.

- ¿Por qué?

-Quería hablar contigo...-Contestó con sinceridad.

Lo miré un poco extrañada algo era diferente esta vez.

-Últimamente has pasado mucho más tiempo viajando... deberías estar con tu familia.

- ¿Te molesta que esté aquí?

-No. A mí, no me molesta.

-Por no hacer las cosas bien nada a resultado como debía...-Susurró al final.

-Vaya, no imaginaba que las cosas no estuvieran funcionando para ti. Eres hombre. Lo tienes todo.

- ¿Lord Debling se te declaró? ¿Pidió cortejarte?

Me desconcertaron sus palabras.

-¿Cómo sabes?

-Era bastante obvio.

Colin me miró y sus ojos relampaguearon melancólicos. Me quedé intrigada. Sin duda algo le pasaba.

- ¿Has perdido algo?-Pregunté.

-No, aún-Aseguró-Yo ya tenía todo lo que quería y no quiero perderlo. Por eso estoy aquí.

No estaba entendiendo absolutamente nada.

- ¿Por qué dices eso?

-Lo digo por varias cosas...-Señaló volviendo la vista al cielo nuevamente y no dijo nada más por varios minutos observando las estrellas. Yo estaba más que desconcertada.

- Colin... ¿Estás bien? -Quise saber.

-He tenido mejores días... -Reconoció.

- ¿Quieres hablar de ello? -Le pregunté y él asintió sentándose en el otro columpio a mi lado, pero se quedó en silencio otra vez.

Sin querer admitirlo por dentro yo no estaba segura de querer escucharle esta vez y me tensé.

-Sí no quieres, está bien- Le ofrecí aminorando un poco la presión.

-No es eso...-Me dijo-Es sólo que tú siempre tienes la capacidad de hacer que te diga lo que quieras y esta vez no es tan fácil.

Resopló sabiendo que tendría que hablar.

Esperé.

- ¿Por qué te fuiste de Londres? -Quiso saber, cambiando de tema.

- Mi madre creyó que el campo me haría bien. Lo cierto es que quería un poco de paz.

-Te ves preciosa. Realmente encantadora.

Mis mejillas se encendieron por cuarta o quinta vez.

Miré mi vestido.

-No es amarillo-Observé orgullosa.

-No, no lo es-Se rio conmigo.

-Es tan sólo unos cuantos adornos y el vestido que Madame Delacroix escogió.

-Es perfecto para ti.

Sonreí avergonzándome aún más.

-Gracias, pero estábamos hablando de ti, no de mí-Le corté.

-Cierto. Y también se me olvidaba que nunca te he dicho lo hermosa que eres, pero ya no callaré las cosas que siento-Declaró reflexionando más para sí mismo que para mí.

Ahora fue a mí a quien no le dieron ganas de seguir con el tema.

-Deberíamos volver ya-Le urgí-Se deben estar preguntando en donde estamos.

-Eloíse y Benedict saben que estamos juntos. Ellos se encargarán de que nadie venga hasta que volvamos.

Cuando dos o más hermanos estaban coludidos de esa forma. Era presagio de que algo importante podría llegar a pasar. Me preocupé, pero no dije nada.

Simplemente esperé.


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Hola.

No es una historia muy larga, pero linda de leer. Son pocos los capítulos los que quedan.

Gracias por leer.

                                                                        La autora.


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