Capitulo 44

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Incliné la cabeza, Boone se puso hosco y silencioso. ¿Por qué se habrá puesto triste otra vez? Mientras pensaba en qué hacer con este demonio tan tímido, pinché una fresa con el tenedor.

Al untar una gran cantidad de crema batida y meterla en la boca junto con la fresa, hicieron que el sabor agridulce de la fruta y la crema suave y deliciosa se mezclaran, creando una sensación exquisita en la boca.

<Podría comer cien de estás y nunca cansarme.>

Justo cuando metí en mi boca la última fresa con un sentimiento de tristeza, la puerta se abrió de golpe.

—¡Vamos a ver el regalo! —Era Isaac.

¿Regalo?

—No la asustes. —Henrry apareció y suavemente limpió la crema de mi boca.

—¿Qué degalo? — Cuando pregunté, Isaac se rio traviesamente y sentí una extraña sensación de inquietud.

Mientras iba a ver el regalo con Henry e Isaac, les di un par de miradas furtivas. ¿Un regalo por volver a casa? ...... No podía ser. El Día del Niño ya había pasado, así que no podía ser un juguete. Mi cumpleaños estaba lejos todavía. Entonces, ¿de qué regalo estaban hablando?

Al llegar a nuestro destino, confirmé que mis temores no eran infundados. Frente al duque, numerosos vasallos estaban arrodillados y agachaban la cabeza.

—¡Por favor, mátanos, señorita!

—¡Por favor, sálvanos, señorita!

De un lado se oían gritos pidiendo la muerte, y por el otro, súplicas de salvación.

Me quedé petrificada, solo moviendo los ojos para mirar al duque, a Henry y a Isaac.

El duque me miraba con una expresión que preguntaba si me gustaba, e Isaac tenía una expresión de satisfacción.

—¿Qué es esto...?

—Son los tipos que armaron el escándalo la última vez para que adoptáramos a Catalina Williston. —Ante la orgullosa respuesta de Isaac, volví a mirar a los vasallos arrodillados.

Eran los mismos vasallos que había visto en la sala de audiencias el día que llamé a Boone. Algunos tenían heridas y moretones. La mayoría estaban ilesos, pero sus rostros pálidos sugerían que se desmayarían con un simple empujón.

—Ontonces, esto...— Murmuré.

—Ah—Isaac sonrió. —¿Faltan algunos? Sí, faltan tres personas. Dos están en la sala de torturas y uno está colgado en el castillo como ejemplo.

—El que está colgado aún está vivo, aunque no por mucho tiempo, parece. —añadió Henry.

Antes de ir al templo, le había dado un golpe a Catalina y había envuelto a los vasallos en el asunto. En ese momento, ya esperaba que los vasallos pagasen caro por ello. Pero nunca deseé que llegaran a este estado.

—Diuque. Y tú tamién, Henly, Ishak. —Murmuré en voz baja y los tres me miraron. —bueno...

—¿Debería cortarles el cuello a todos? — Ante el comentario entusiasta de Isaac, los rostros de los vasallos se pusieron completamente pálidos.

—¡No! —Dije con firmeza. —Si los matas, te oriaré.

Los tres se sobresaltaron.

***

—Esto no me guta. ¡Riles a los vasallos que se vayan a casa! ¡No mi gusta este degalo!

La luz de la revelación había llegado.

Me dejo criar por los villano, ¿que podría salir mal?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora