8. Golpe.

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Golpe.

La mañana se apresuró a aparecer en un abrir y cerrar de ojos, amanecí sola en otra extraña habitación una vez más, no hubo rastros de él por ningún lado. Mirando al techo, justo allí, sola, en un lugar desconocido, en una habitación extraña, una solitaria lágrima rodó por mi mejilla.

Extrañaba a mi madre. Duramos algunos años sin hablar luego de que me enliste a los Seals, se negaba rotundamente a hablarme, mi padre perdió la vida en la guerra y que su primogénita, estuviera cerca de hacerlo en muchas ocasiones era una decepción para ella. Pero cuando por fin recuperamos la conexión, jamás volvimos a separarnos.

Cuando la puerta crujió al abrirse, pegue un brinco en mi posición. Kael apareció, luciendo un hermoso traje negro a la medida y un largo abrigo adornando su cuerpo, se había recortado el cabello. Estaba espléndidamente hermoso. No aparte la vista ni una sola vez.

— Buenos días.

¿Ese hombre jamás sonreía o que?

— Hola — respondí con la voz ronca todavía.

— Tengo cosas que hacer — ya vi — Pero antes... — me lanzo un celular en cuanto me incorpore — Llama a tu familia.

Mis ojos se iluminaron y una sonrisa de inmediato cruzó por mis labios. Lo miré atónita y luego al celular, varias veces.

— ¿En serio? — asintió.

— No puedes comentar nada, de nada — me amenazo, estaba más serio de la cuenta — Nada.

Pero ya había dejado de escucharlo y había comenzado a marcas los dígitos del teléfono de mi madre, que por suerte me sabía de memoria.

— ¿Si? — contestó y al fondo se podía escuchar unos tintineos. Estaba en el restaurante.

— ¡Mamá! — exclamé con lágrimas en los ojos.

— ¿Nova? — casi grito del otro lado ¿Novalic eres tú?

— Así es. Soy yo ¿como están?

Kael me indicó con la mano que lo pusiera en alta voz.

— ¡Por Dios! ¿Donde estás? ¿Que pasó? ¿Porque desapareciste? Estábamos preparadas para ir a buscarte ¡Izzy es Nova! ¡Está bien! — grito esto último — ¿¡Estás bien, verdad!?

No podía hablar. Las lágrimas simplemente no me dejaron.

— Si... si — tartamudeé — Tuve percances con mi teléfono y hasta ahora pude conseguir otro — mentí trancando en seco — Pero estoy bien.

— Cariño — empezó a llorar — No sabes lo bien que me hace escucharte ¿Donde estas?

— Sigo en Rumania mamá. Alargare mi viaje un poco más.

Kael se paró en el marco de la puerta y observó desde lejos.

— ¿Conociste a un sexy Rumano y te casarás con el? — habló mi hermana desde lejos — ¡Por favor di que si!

Así era. Pero no me casaría.

— No seas tonta — reí limpiando mis lágrimas — Tengo que irme. Las amo, llamaré luego.

Colgué. Las lágrimas no me iban a permitir continuar con la conversación. Le lance el teléfono de regreso. Debía admitir que aquello me había ayudado, aunque era un mar de lágrimas, mi corazón tuvo un respiro.

— ¿Estás bien? — preguntó con preocupación.

Por su expresiones faciales confirme que le incomodaba verme llorar. Asentí parándome de la cama y estirándome con otro ánimo.

Cuando nos encontramos © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora