9. Pacto amargo.

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Pacto amargo.

Cuando el reloj marcó las dos de la mañana, yo me encontraba acostada en la cama con la vista fija en el techo. Lo peor que puedes hacerle a una persona es decirle "tenemos que hablar" y luego no hablar. Eso dijo Kael en la mañana, pero al estar el día entero entretenida en la cocina no había pensando mucho en eso.

Pero luego de la "reunión" todo cambió, la felicidad que sentí al hablar con mi familia desapareció, al saber que estaba a punto de ser liberada y ahora todo se había tornado peor.

Cuando la puerta crujió al abrirse, yo tenía algunos veinte minutos de haberme quedado dormida. Él entró por la puerta y luego la cerró echando el cerrojo. Se quedaría a dormir. La habitación, solo iluminada por la luz que salía del baño, dejó ver su perfecta cara, sería como siempre.

— ¿Estas despierta? — preguntó al no poder ver mi cara en la oscuridad.

— No — contesté con sarcasmo.

Se quitó la camisa negra, quedado en pantalones de vestir y franela sin mangas.  Al sentarse en la cama mi respiración comenzó acelerarse.

— ¡Levántate! — ordenó bruscamente con voz ronca.

Me sobresaltó escucharlo así, me senté de golpe en la cama. Mis ojos, aún adormilados, se encontraron con los de Kael, llenos de una intensidad que me heló.

— ¿Qué?

— Tenemos un problema — respondió él, su tono era amenazador.

— Me di cuenta — indique.

— No parara hasta tenerla a ambas muertas.

— No le tengo miedo — hablé restándole importancia.

— Lo se. Pero viste como terminaste la última vez que quiso cruzarse en tu camino — suspiro — No solo te matara, si no que será una muerte lenta y torturadora.

El pánico se quiso apoderar de mi, pero no lo permití del todo. Las torturas me provocaban asco, no había motivos para aquello.

— Dame un maldita arma y terminaré yo con todo — me levanté de la cama enojada — ¿Pasar mi vida con miedo? ¡Jamás! Vamos, vamos a buscarlo.

Sus ojos expresaban cansancio, tanto físico como mental.

— Si te matan a ti no es nada — ok. Gracias — Lo harán con tu familia.

Tragué en seco.

— ¿Que diablos dices? — pregunté exaltada — ¿Que tiene que ver mi familia con esto?

— A Andrei no le interesa. Antes de llegar a ti, matara a tu familia solo para que sepas que también la mato. Así funciona esto.

Mi mente estaba demasiado ocupada corriendo de un lado a otro, imaginando lo peor. Las palabras retumbaron en mis oídos como un eco siniestro: 'Solo para que sepas que también la mato'. ¿Cómo puede alguien ser tan cruel? ¿Cómo pueden amenazar a las personas que más quiero? Sentí un nudo en el estómago que no se disuelve, un miedo que me paraliza. Miro hacia el piso con ansiedad y se me nubla la vista, la oscuridad de la noche parece absorber toda mi esperanza. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo puedo protegerlos? ¿Cómo puedo asegurarme de que estén a salvo? Me sentía tan sola, tan vulnerable. Nunca pensé que algo así me podría pasar.

— Y tú, ¿qué propones? — preguntó Nova, su voz temblorosa — Dijiste que me protegerías. ¡Debes hacer algo con mi familia! ¡Sabes que no es justo!

Ya había comenzando a alzar la voz por desesperación. Él tenía un brazo tapando su cara.

— La única forma de protegerlas es que te cases conmigo.

Cuando nos encontramos © (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora