Capítulo 5

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Un año había pasado de mi desaparición.

No tenía noticias de nadie más lo que Freddy decidía contarme.

Mi padre había desaparecido misteriosamente, lo que me hacía pensar que la CIA lo habría enviado a otra misión.

Noah era jefe de policía y el hombre más poderoso de la ciudad. Eso me alegraba, si alguien merecía esas cosas era él.
Lo apreciaba mucho en verdad.

Gonzalo seguía buscándome. Él nunca se detendría, eso lo sabía bien porque si tuviera que poner las manos en el fuego por alguien, ese sería él.
Y aunque Freddy dijo que había estado desaparecido últimamente, estoy seguro que tiene un plan.

El tiempo pasaba y no parecía que Freddy tuviera intenciones de dejarme marchar o de que volvamos a Los Santos aún.

Tenía que conseguir la manera de contactarme con Gonzalo y planear mi escape, si la CIA se cansaba de esperar mandarían a sus sicarios por mi y no iba dejar que me cazaran como muchas veces lo había hecho yo con otros ex agentes, no moriría de esa manera tan patética.
Tampoco permitiría que me vuelvan a encerrar en esa puta cárcel donde solo recibí torturas para intentar convertirme en un arma.

Disfrutaba de mi estancia en ese lugar, me gustaba como se sentía no hacer nada, caminar tranquilo por las calles sin pensar que podrían venir a matarme.

En esa maldita isla mi cabeza tenía precio y cualquiera podría intentar cobrarlo.

Freddy se encargaba de venir una vez por semana y por lo general se quedaba 2 días conmigo.

Sabía que él esperaba que tuviésemos algo más de lo que ya teníamos, estaba dispuesto a complacer sus deseos, al fin y al cabo también eran los mios, pero sería solamente una despedida.
Hasta que no tuviera mi escape listo para realizarlo, no haríamos nada más de lo que había.

Ese día Trucazo llego más tarde de lo normal, yo estaba sentado en la sala desayunando. Cuando lo vi entrar corrí a sus brazos.
Nunca podría negar que la parte que más me gustaba de la semana era cuando llegaba y me cubría con sus fuertes brazos.

La ironía de esta situación era que entre sus brazos me sentía seguro.

Sabía que no lo amaba, yo no sentía nada por nadie más que aprecio por algunas personas como Gonzalo y antes que él por Horacio.
Pero me sentía tan bien a su lado, era algo inexplicable.

Él tampoco me amaba, de eso estaba seguro. Tenía una obsesión retorcida hacia mí. El deseo de poseerme de todas las maneras posibles.
Quería someterme ante él para hacerme su esclavo, quitarme todo poder de pensar y solo obedecerlo.

No iba a permitir que hiciera eso conmigo. Mucho tiempo fui un esclavo, un puto peón.

Mi único objetivo era ser libre y matar a todos los que pueda en el camino.

- Parece que me extrañaste. - dijo sonriendo mientras me cubría con sus brazos y me acercaba a su pecho.
- Igual que siempre que no estas.- el olor a pólvora en su ropa me relajaba.

A veces pensaba que lo sabía y disparaba a propósito antes de venir a verme. De todas maneras me encantaba cerrar mis ojos y respirar su olor.

- Que haremos hoy? - le pregunte soltando su agarre y mirándolo.
- Lo que tu quieras.- siempre era lo que yo quiera mientras fuera en el pueblo.

Pensé unos segundos haciendo un gesto con mi mano que lo hizo reír.

- Quiero tener un teléfono.- dije de repente observando su reacción.

Su rostro se puso pálido en menos de un segundo.
Le hice una sonrisa tierna esperando su respuesta.

- Por que quieres un teléfono?- pregunto intentando parecer tranquilo, aunque yo había notado nerviosismo en su actuar.
- Pues, porque quiero poder hablar contigo cuando no estas, mirar redes sociales. Paso un año, no quiero seguir desinformado de todo.- lo abracé y lo miré desde abajo haciendo puchero. - No haré cuentas a mi nombre, no soy tonto Freddy.

El mayor suspiro con resignación y asintió con la cabeza.
- No cuentas a tu nombre, todas en modo privado, ni fotos tuyas ni del pueblo.- me hablaba serio mirándome como si fuera un niño.

Sonreí y le di un beso en los labios. Él se sorprendió pero correspondió enseguida.
Fue un beso tierno y corto porque enseguida me separe de él e hice una sonrisa inocente.

Fue lo más inocente que pude.

Nos cambiamos de ropa y salimos al pueblo a pasear y comprar mi nuevo teléfono.

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Ese beso me sorprendió en gran manera.

No lo esperaba y después de tanto tiempo ya me había acostumbrado a ese limite que siempre me marcaba, que sin decirlo lo daba a entender.

Después de probar sus labios quería más. Fue la mejor sensación que jamás había sentido en mi vida.

Me sentía tan feliz que me costaba pensar con claridad.

Salimos de la casa rumbo al pueblo, haríamos unas compras y daríamos un paseo. También le dejaría elegir un móvil para que pueda entretenerse.

Aunque su pedido me había tomado por sorpresa, no tenía por qué negarme.
Había pasado un año y podía sentir que poco a poco estaba más apegado a mi, el beso de hoy lo había demostrado.

Primero fuimos a comer.
Pedimos pastas y tomamos vino blanco.
De postre, pastel de chocolate.

Seguimos nuestro paseo en el parque donde nos sentamos en el suelo, él puso su cabeza en mis piernas y conversamos de los dias en los que no habíamos estado juntos.

Nuestra vida era perfecta. Me sentía el hombre más feliz del mundo, pero sabía que esto no podría durar mucho tiempo más.

Pronto debería volver a Los Santos a retomar su puesto en la comisaría y como agente de la CIA. Pero al menos había logrado tenerlo de mi lado, más que eso, sabía que podía controlarlo y así seguir con mi plan para destruir a la maldita agencia.

Luego de varias horas conversando y riendo, fuimos a la tienda de electrónica.
Eligió un teléfono bastante sencillo. Cuando lo tuvo en sus manos sonrió y me dio un suave beso en los labios.

- En casa podrías programarlo por favor?- su tono de voz era tan dulce y tierno.

Como podría negarme a un pedido de esa manera?
Lo que también era conveniente, que yo mismo me ocupe de programar ese aparato para evitar que pueda contactarse con su padre o con Gonzalo.

- Claro! Si eso es lo que quieres. - respondí con una sonrisa amplia.

Sujeto mi mano para caminar.

Nuestro siguiente destino fue una tienda de comestibles. Compramos provisiones para varios días, helado de varios sabores y muchas golosinas.

No podía evitar consentir sus gustos. Era como un pequeño niño inocente que sólo quería comer dulces.

Fue una día perfecto.

Estábamos a poco tiempo de regresar para cumplir con mi plan.
Si todo salía como lo tenía planeado, lo llevaría conmigo a Sudamérica y allí sería mío para siempre.































Lady_Vermon 💀

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