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Se escucharon fuertes pasos en aquel oscuro lugar.
El dueño de esos pasos no era nada más y nada menos que el hombre que le hizo una gran marca en el pecho a Eret.
Drago Manudora.
Aquel hombre con su imponente figura y mirada feroz, estaba en su fortaleza de piedra, rodeado de mapas, pergaminos y artefactos de dragones.
Su furia hacia Eret era palpable; el traidor aún no había regresado con los dragones que había prometido, y Drago se estaba impacientando.
── ¡Siempre es lo mismo con él! ── dijo Drago Manudora claramente enojado, fue tanto su enojo que voto una de los estantes.
No le importa mucho que se caiga aquel estante, pues él estaba muy acostumbrado a botar cosas.
Pero si mirada, no obstante, se posó en un antiguo pergamino caido que había encontrado en sus recientes exploraciones.
El pergamino estaba adornado con símbolos antiguos y una profecía escrita en un lenguaje que Drago no comprendía completamente, pero que sus instintos de cazador y conquistador reconocían como una advertencia. Se lo había hecho traducir por sus seguidores más astutos.
Al leerlo, sus ojos se abrieron de par en par, y un escalofrío recorrió su espalda. El contenido era perturbador.
★ -- En tiempos de gran agitación y desorden, cuando el fuego y el agua se desborden y la tierra tiemble bajo el cielo enloquecido, Alynd, Diosa de los Elementos, y aquel mortal revelarán la siguiente profecía:
"Cuando las estrellas se alineen en su último resplandor y los vientos de los antiguos dragones soplen con furia, la hija de Bel, la semidiosa que hereda el dominio de los elementos y el amor de un ser importante de la tierra, llevará en su linaje un destino trascendental. Bel, que compartió su poder elemental con el mortal que la amó, engendrará una descendencia que será la clave para la transformación del mundo.
La última de sus descendientes, un ser cuyo poder y belleza superarán a todos los anteriores, será la portadora de una esencia única y sublime. Este ser, que mezclará la fuerza de los elementos con una belleza inigualable, será conocido como Starlight, la Diosa del Caos. Su presencia será un reflejo de la magnificencia y la devastación que puede traer el caos: una fuerza primordial que no conoce la creación ni la destrucción en términos absolutos, sino que representa el flujo incesante y el cambio radical que rige el equilibrio del universo.
Starlight, la encarnación del caos, será la manifestación de los opuestos coexistentes: la capacidad para la creación y la aniquilación, la esperanza y la desesperanza. Su poder será el de desatar el desorden necesario para que surjan nuevas posibilidades, el caos que da paso a la renovación. Su belleza será tan deslumbrante que desarmará a los corazones más duros y su presencia, aunque temida, será inevitable y hermosa en su imponente magnificencia.
