Renacer

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Con el paso de los días, la presencia de Stiles en el loft se había vuelto parte de la rutina. Sus cosas estaban esparcidas por todos los rincones, y no pude evitar notar cómo ese lugar, que solía ser solo mío, se transformaba en una extraña combinación de mis pertenencias, las de Braeden, y ahora, las de Stiles. Incluso su bate había encontrado un lugar entre nosotros. Cuando lo cuestioné, simplemente se encogió de hombros y dijo: "Tú tienes un arma, yo mi bate", como si eso resolviera todo. Y, de alguna forma, lo hizo.

Braeden, después de aquella vez en la que Stiles y yo terminamos con contracturas por dormir en el sofá, había tomado su lugar ahí, y nosotros pasamos a la cama. Así que ahora estábamos, con Stiles durmiendo a mi lado, Braeden en el sillón, y yo... incapaz de conciliar el sueño. Mi mente no paraba. Me sentía más vulnerable que nunca, con los lobos en mis sueños diciéndome que debía morir, y la certeza de que no estaba preparado para eso.

De repente, la alarma del loft sonó, haciendo eco en el silencio y haciendo que los tres nos despertáramos de golpe. Saltamos de la cama. Yo tomé mi arma, Braeden agarró su escopeta, y Stiles, como siempre, su bate. Nos movimos en silencio, revisando los rincones del loft hasta llegar a la puerta. Stiles la abrió con cautela, mientras Braeden y yo manteníamos las armas listas. Pero lo que vimos no fue una amenaza.

Lydia, empapada por la lluvia, estaba de pie frente a nosotros. Antes de que pudiéramos reaccionar, un grito de banshee salió de ella, recorriendo el espacio y paralizándonos a todos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Moriría. Y no faltaba mucho para eso.

Cuando Lydia recobró la conciencia de dónde estaba, Stiles y Braeden la ayudaron a orientarse. Se disculpó, pero le aseguramos que no había nada que perdonar. Su poder la había traído aquí, no fue su elección. Braeden le prestó ropa seca, y yo me ofrecí a traerle un vaso de agua. Sabía que era solo una excusa para alejarme un momento y procesar lo que acababa de pasar.

Estaba en la cocina, llenando el vaso, pero me quedé ahí unos segundos más, tratando de calmarme.

—¿Estás bien? —preguntó Stiles, acercándose con cautela.

—Solo pensaba —respondí, pero mi voz no tenía convicción.

Sentí su mano en mi hombro, cálida, reconfortante.

—Encontraremos una solución —le dije, notando su nerviosismo. Pero lo que él dijo a continuación me dejó helado.

—Ella gritó, Derek —su voz era apenas un susurro.

Posé mi mano en su mejilla, buscando consolarlo, aunque yo mismo me sentía igual de desorientado.

—No nos apresuremos, ¿de acuerdo? —le pedí, con la esperanza de calmarlo.

—Derek —me reprochó suavemente—. Si seguimos ignorando esto, la realidad nos va a golpear de la misma forma que lo hizo esta noche.

Suspiré, sabiendo que tenía razón, pero sin querer aceptar lo que implicaba.

—No digo que lo ignoremos, Stiles, solo... no te preocupes por eso ahora. No sabemos cómo o cuándo pasará. Solo... no pienses en ello esta noche —le dije, y antes de que pudiera decir algo más, me incliné y le di un beso en la frente.

Pero, inesperadamente, Stiles levantó el rostro, y nuestras miradas se encontraron. Sentí su aliento mezclarse con el mío mientras nuestras respiraciones chocaban, y nuestros labios quedaron a milímetros de encontrarse. Justo entonces, un ruido nos interrumpió.

Giramos hacia la puerta de la cocina y ahí estaban Lydia, con los ojos bien abiertos, y Braeden, tapándole la boca para evitar que dijera algo. Ambas parecían divertidas.

Dreams [Sterek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora