Capítulo 7: No hablan

67 13 0
                                    

Capítulo 7: No hablan.

“Cregan Stark-

Los cuentos para asustar a los niños son más reales de lo que parecen, aunque no tan aterradores”.

La criatura lo llevó a un lugar oculto, cubierto por una capa que aún tenía la sangre del hermano de la noche, se sintió asfixiado por el aroma a hierro como nunca lo estuvo.

En este momento es pequeño, vio por el hueco en el camino y solo puede sentirse un escarabajo ante los pies de los gigantes.

«No son todos iguales», pensó.
Unos tenían estaturas impresionantes que dejarían helados a cualquier hombre, otros eran más «humanos» aunque aún así con alturas impensadas para una persona común.

La criatura que lo llevó parecía ser una hembra, una mujer más pequeña que los gigantes que vio pero superando al propio Cregan en altura y peso, se vistió con unas pieles pesadas emulando a un oso de hielo con su piel pintada de blanco, aunque las hebras rojas sobresalían de su gorro.

Él siempre fue un chico grande, de espalda ancha y con brazos gruesos, sin embargo, ahora mismo se sentía una criatura prematura siendo arrastrada por una figura extremadamente alta.

Deseó que no se trate de una tribu caníbal, aunque al verla en secreto también notó que no tenía un rostro feroz sino uno serio y hasta podría decir: “muy tonto”.

Ella no sabe que él está despierto, aunque no puede moverse por las evidentes lastimaduras por todo su torso, el sangrado no fue detenido y se mareó, su visión quedó borrosa, ni siquiera supo cuándo la mujer gigante dejó la cueva y salió.

Con la cabeza hacia arriba no puso evitar vomitarse, el líquido cayó por su cuello y casi se ahoga, la vista quedó empañada por la bilis y se le metió por la nariz.
Gracias a los antiguos no murió ahogado ahí mismo, pudo escupir todo el líquido aunque su nariz quedó roja y ardiente por dentro. Las lágrimas involuntarias se derramaron, tensando la mandíbula se negó a caer ante la desesperación, él no es así.

Es un lobo, la sangre del Huargo corrió por sus venas, con solo su fuerza de voluntad soportó el intenso ardor hasta que la mujer gigante regresó a la cueva, Cregan vio su figura por el radillo del ojo y apretó su puñal oculto, con un suave movimiento lo metió entre las mantas cuando ella se acercó.

Confía en algo: «no va a matarme justo ahora», quizás reconoció su espada y ahora negocia con los salvajes para venderles su cabeza, sea como sea primero verá qué pretende hacer.

Para su sorpresa las manos grandes y largas lo tomaron con facilidad para sacarlo del lugar donde vomitó por todas partes y lo hizo sentar, Cregan lanzó un quejido delatando su estado lucido.

Es bruta, una salvaje, lo obligó a estar sentado pese a sus quejidos los cuales aguantó lo más que pudo, tiene algunas cortadas muy profunda en sus brazos y pecho, unas costillas ropas le impiden pararse con normalidad y la pérdida de sangre lo hizo ver nublado.

La mujer lo llevó hasta un cuenco con agua y le quitó sus cueros, se quejó al sentir la tela despegarse de sus cortadas.

—¡Ah! —Sus aberturas están casi pegadas a la tela y es doloroso desprenderlas, con el rostro sudado Cregan se mordió la lengua para no soltar sonido alguno.

En su costilla y su pierna dos rasgaduras se hicieron ver, poco a poco fue despojado de sus ropas hasta quedar solo con el pantalóncillo interno el cual fue arremangado hasta quedar cual «pañal».

El agua estaba caliente, tanto que podía quemar, Cregan lo prefiere pues estuvo enterrado en hielo y solo desea sentir el cálido tacto, con su cuerpo tiritando por el dolor solo cerró los ojos disfrutando la escasa paz que halló en ese paño de agua caliente que lo limpia sin cuidado alguno. Tomó el cuenco y le virtió el agua sobre todo el cuerpo lavando en su totalidad dejando también mojado su llamado “pañal”, no tiene fuerzas para sentir vergüenza o algo más que no sea dolor y unas fuertes ganas de vomitar lo que no está en estómago. Sintió el aire frío en sus partes íntimas y no se inmutó, solo aceptó la tela secando por todas partes, estaba pronto a perder la consciencia y lo último que sintió fueron los brazos de la hembra gigante cargarlo hasta una cama improvisada en el suelo, cubrirlo en cálidas pieles sin ponerle prenda alguna y secar con cuidado su cabello.

Los días siguientes Cregan no tuvo mucha luz, solo momentos fugaces donde podía ver un hueco en el techo el cual es para dejar salir el humo, ella lo cierra cuando llueve y no pueden tener fogata, hoy es un gran día pues no hay nevada y pudo encender la leña, sentada en un tronco afiló unos varas de madera con un cuchillo que parecía ser hecho de hueso o piedra.

El hombre fue puesto cerca del calor y cubierto hasta el cuello, miró la manera tan desorganizada en la que la mujer gigante le sacaba punta a las varas y quiso levantar una ceja: “¿No gigantes no saben hacer flechas?”, es el peor trabajo que vio en su vida, si uno de sus maestros de armas le trae algo así lo arrojaría por la muralla.

Ante la mirada inquisitiva del hombre, la gigante tomó de un plato unas tiras que el supo eran una forma extraña de pan hecho con granos triturados, en finas capas algo arenosas la tortilla se cortó y sumergió en un jugo el cual tampoco muy bien qué es, quizás sea una infusión de hierbas.
La mujer se lo metió a la boca y luego de masticarlo lo sacó para ponerlo en la boca del hombre, Cregan casi vomita.

Sí, ella lo alimenta como si fuese un bebé con comida masticada la cual él quiere devolver, no puede mostrar su descontento ante el trato: “¡No hagas esa asquerosidad!”, quiere gritarle para luego patearle la cara, si tan solo pudiera levantar la pierna.

Ambos no hablaron, ella sí lo intenta pero Cregan dedujo que los gigantes no usan mucho las palabras, y él mismo se la pasa retozando en agonía como para querer tener una conversación.










.


.


.









Aquí aclaro que Cregan no está siendo desagradecido sino que cree que ella lo está alimentando para comerlo, cree que son una tribu de caníbales.


Cregan antes: Me vas a comer.

Cregan en Winterfell: Me la vas a comer *mirada foll4dor4*

Sangre de gigante (Cregan Stark) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora