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⚠️Advertencia: mención de abuso doméstico y autolesion.⚠️

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Tomó la pluma y firmó el absurdo contrato que siempre le presentaban justo en frente de la cara cada vez que visitaba ese lugar. En cuanto aquello desapareció continuó con su camino a paso firme y lento, yendo directo hacia su destino No quería hacer más de lo necesario y terminar con todo de una vez, y la iluminación que permitían los ventanales claramente no ayudaba al pesado ambiente.

Atravesó el único pasillo ignorando el resto de los cuartos y se dirigió al que se encontraba al final, solitaria y lejana, restringida para todo habitante del infierno exceptuando al soberano. Lucifer empujó sin esfuerzo las pesadas y grandes puertas bañadas en oro y mármol, entro al oscuro salón, tan amplio como para permitirle una extensa caminata solo para llegar al centro. Las puertas detrás suyas se cerraron por si solas y caminó sin ninguna emoción hasta dónde recibía el objeto que le permitía contactarse con lo que alguna vez él llamó su hogar.

El ahora distante, odiado y repugnante paraíso.

Un orbe de cristal descansaba sobre un altar colocado sobre su cojín azulado, era difícil de visualizar entre la extensa y densa oscuridad, esperando que alguien cruzara por aquel confuso camino solo para alcanzar un mínimo acercamiento a los aposentos del señor. El rey conocía el recorrido de memoria, había ocurrido tanto dentro de esas cuatro paredes que en algún punto comenzó a convertirse en una rutina el solo dar pasos ciegos sin pensar al su mente estar más ocupada tratando de esquivar las malas memorias. No necesitó luz para encontrarlo y sostenerlo por un solo segundo, observando en amargo silencio el cómo reaccionaba inmediatamente ante su presencia, comenzando a brillar en luz blanca y divina, tan cegadora y dolorosa como cada vez. Se alzó unos cuantos metros en el aire para luego mientras comenzaba a resplandecer, materializó con aquella luminiscencia divina el medio para volver a entablar conexión. Una gran pantalla se alzó frente suyo.

Lucifer esperaba que fuera rápido.

Alrededor de cinco minutos después es que finalmente pudo hablar con alguien, un simple y aburrido ángel que aparentemente había estado tomando un descanso para el almuerzo, interrumpido en cuánto vio de quién se trataba. Corrió despavorido como si hubiera visto al diablo, dejando su sándwich allí mismo y gritando en pánico.

El rey rodó los ojos, por favor, se había arreglado para la ocasión como para que le recibieran de esa forma. Debía ser su primer día.

Quiso seguir con sus sarcásticos pensamientos, pero fue entonces que pudo verla. A quien alguna vez considero una mentora, una maestra, una amiga. Se elevó con una gracia sofisticada y etérea, desplegando sus alas con un suave batir, la mujer que encarnaba la pureza y la obediencia reveló su verdadera forma ante aquel que no sentía temor.

El novio de papá. [RadioApple/AppleRadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora