5: Aria Regulus, ¿por qué tienes tan mala suerte en todas tus vidas?

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Unos diminutos pies corretearon por los pasillos del inmenso palacio.

Unos cabellos dorados se sacudieron de un lado a otro en la carrera.

Una voz a su espalda llamó su nombre.

- ¡Ari...!

La pequeña Aria se rio sin detener la carrera al escuchar la voz de su madre.

La falda se contoneó de un lado al otro con violencia.

Los tacones le lastimaron un poco, pero no le dio importancia.

Luego, unos pasos se mezclaron con los suyos.

Antes de darse cuenta, sus zapatos no tocaron el suelo más.

- ¡Ah! — exclamó asustada cuando fue levantada por debajo de los brazos.

El rostro de una adulta la saludó sonriente.

- ¡Aquí estás! — Aria no pudo ver el rostro de su madre.

Tal vez porque el recuerdo era de mucho tiempo atrás.

Aria no pudo distinguir los rasgos de su madre.

Lo único que era clavado era un extenso cabello azabache que brillaba como una noche estrellada bajo el sol.

Aria fue acomodada y abrazado entre aquellos cálidos brazos.

- Tienes tutorías ahora. Ni se te ocurra escapar de nuevo, pequeña bribona — juguetonamente, la mujer le pellizcó una mejilla regordeta y la niña intentó apartarse entre risas.

- ¡No! ¡No quiero!  — se negó pero carcajadas escaparon de su boca cuando la adulta comenzó a hacerle cosquillas.

- Señora. Princesa — cuando una voz las llamó, su madre dejó de hacerle cosquillas.

Aria parpadeó para que las lágrimas de la risa no se deslizaran por sus ojos y miró en dirección de donde había provenido esa voz.

Un niño un poco mayor, que debía de rondar los 11 años, de cabello rubio tan claro que parecía plateado y ojos marrones las miró a ambas.

En sus labios una sonrisa estaba dibujada.

Su ropa era elegante y su cabello estaba peinado hacia un lado.

Pero sus ojos... brillaban extrañamente con algo que Aria no supo identificar.

- Joven maestro del marquesado Ellen — su madre fue la que respondió al saludo, aunque la niña pudo casi jurar que su tono alegre se había enfriado unos cuantos grados.

- Mi primo y yo nos encontrábamos jugando en el patio. Pensé que la princesa tal vez querría unírsenos — el niño dijo haciendo una caballerosa reverencia.

Aria se emocionó.

Siempre se divertía jugando con ellos dos.

Aunque solían burlarse de sus piernitas cortas que no podían seguirlos, siempre lograba vivir una nueva aventura a su lado.

Muy diferente que con su hermano Callisto que a penas y era capaz de ver debido a que siempre se encontraba estudiando.

Pero las palabras de su madre mataron su ilusión.

Mi objetivo es salvar al segundo protagonista de la ruina [EUFDLVELM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora