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Otro lunes más para añadir a la colección.

Con un suspiro resignado, la castaña se levantó de su cama y se metió a la ducha, decidida a tomarse un baño caliente.

Tardó alrededor de una hora, pero todavía le quedaba una hora para arreglarse y terminar de acomodar algunas cosas antes de despedirse de su departamento.

Observó su reflejo empapado en el espejo, sus cabellos goteaban.

— ¿Me estoy equivocando al hacer esto?

Se cuestionó a sí misma, sus ojos se opacaron ligeramente a la vez que se miraba en el espejo.

Hizo un ademán con la mano, tratando de restarle importancia a la vez que se dirigía a cambiarse a su dormitorio.

Se vistió con una larga falda azul oscuro con doblados en la parte inferior, una blusa blanca que resultaba algo transparente debido a su brasier negro y simples botitas negras con un tacón ligeramente alto. Además de sus accesorios usuales, como su gargantilla negra y su relicario, que portaba una foto de su madre ya fallecida.

Tras finalizar su conjunto, se decidió a maquillarse y tardó quince o veinte minutos, al no ser muy complejo. Su cabello lo dejó suelto y procedió a tomar su maleta, bolso, y asomarse a su puerta.

Inhaló profundamente a la vez que daba rápidas miradas a los alrededores de su departamento, luego exhaló un poco angustiada pero se forzó a seguir, cerrando la puerta de la misma.

Se fue caminando hacia el Fuente Lumidulce, su usual lugar de trabajo y también el último lugar visitaría antes de irse. Al llegar se encontró con Wriothesley, Neuvillette y Clorinde, a quienes saludó con una sonrisa antes de dar paso apresurados en su dirección.

— Ah, ¿Qué hacen acá? — Preguntó, sonriendo nerviosa.

— No te vas a librar de nosotros tan fácil, bonita. — Exclamó el pelinegro, en un tono bromista.

— Te queríamos dar un lindo recuerdo, Mel. —comenzó Neuvillette— Y aunque quizá no sea el mejor, entre los tres pensamos que te podría gustar.

Entre las manos de Clorinde, se presenció una pequeña caja rectangular de color rosa claro, adornada con un lazo bordó ligeramente desatado, formando un moño algo flojo en su lado derecho. La caja también tenía algunos stickers que probablemente habrían colocado las melusinas, con las que Melisse solía tener un trato frecuente.

— ¿P-para mí? — Titubeó la de ojos verdes con una voz baja, un poco temblorosa.

— Es algo te mereces, Mel. — Siempre encuentras la solución de todo y además te has comportado demasiado bien con nosotros, era hora de que te devolvamos el favor con, aunque sea, un mínimo detalle. —la de cabellos violetas le entregó la caja a la castaña— Para que nos tengas presentes durante tu estancia en Natlan.

La castaña contempló las caja que ahora permanecía entre sus propias manos, y rápidamente la guardó en su bolso negro para proceder a darles un abrazo a los tres al mismo tiempo, casi abalanzándose sobre ellos.

— Muchas gracias, de verdad... — Ahogó un sollozó mientras que abrazaba a los tres. Luego de unos se separó.

La castaña miraba contenta a los tres, su corazón latía fuerte.

Trató de articular unas palabras, pero en cuanto decidió hablar, una voz ajena hizo eco en el puerto.

«Vuelo quince. Reitero, vuelo quince. El avión con destino a Natlan arrivó el edificio. Por favor, pasajeros del vuelo quince, movilízence hacia el mismo.»

Y su corazón, que hace apenas unos segundos latía con tanta emoción, se detuvo por un instante.

— M-me... Me tengo que ir.

Los orbes de la castaña se opacaron nuevamente, a la vez que se sentía incapaz de moverse.

Clorinde se arrimó un poco más y la abrazó, hundiendo un rostro en el cuello de la castaña.

— Mucha suerte, Mel. —susurró— Te va a ir bien, eres una mujer increíblemente capaz de todo.

Con esa oración, Clorinde finalizó su diálogo, antes de poner distancia entre sí y alejarse poco a poco de la castaña. Luego, Neuvillette repitió su acción y el último fue Wriothesley, que permaneció unos segundos más que los demás.

Melisse pudo sentir unas cálidas lágrimas provenientes del pelinegro caer sobre su cuello, a las que le siguieron un suave sollozo.

— Cuídate, Mel. —ahogó en su cuello— Me mantendré en contacto contigo, de todas formas.

Y finalmente los tres se alejaron. Posteriormente sonrieron a la castaña y se despidieron.

Ahora tenía que irse. Sola.

A un lugar donde no conocía a nadie, donde no sabía de nadie. Completamente sola.

¿Se iba a arrepentir?

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n/a: holi jekrjwke m acabo d speedrunear este capítulo en plena clase de física pq la verdad acepté mi destino muerta de calor rindiendo en diciembre pero bueno cosas q pasan kskdks
espero q disfruten de la trama, ya en el próximo cap les traigo contenido d kinich LO JURO
aaa tmb les quería avisar q seguramente sea un capítulo bastante largo así q prepárense (??? no sé, duerman con miedo ahre
los quiero, muchas gracias por leer y votar♡♡♡♡

! milena

𝑺𝒖𝒎𝒎𝒆𝒓𝒃𝒐𝒚! ;   Kinich.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora