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Un domingo lluvioso, pero a pesar de dicha lluvia, también corría una fuerte y fresca brisa, la cual sacudía levemente la ventana de Melisse.

Por otro lado, la castaña ya estaba despierta, cepillándose sus dientes.

— ... No tengo ganas de ir.

Murmuró, a la vez que observaba su reflejo en el espejo, bastante exhausta y con sus usuales ojeras, que quizá ahora eran más notorias.

De igual forma, la de ojos verdes se forzó a seguir despierta, poco después se sentó en su cama y se puso sus stilettos negros de siempre, los cuales tenían el detalle de tener una suela de un carmesí intenso.

Y esos stilettos eran lo que más resaltaba de su conjunto, puesto que el resto de su ropa —la cual era bastante formal, consistiendo en una camisa arremangada, una corbata, un corsé, un cinto y un pantalón con el corte 'flare', un poco más ancho en la parte inferior— también era de color negro, excepto su corbata ligeramente suelta y sus tacones.

Claro que lo estilizaba con accesorios, como sus múltiples anillos y collares, pero lo que más resaltaba era su visión pyro, que se sostenía de su cinto, reposando sobre sus caderas.

Tras haberse vestido y, posteriormente, maquillado, procedió a tomar sus llaves junto a un paraguas y salir de su departamento. El palacio mermonia no estaba tan lejos.

La castaña ya estaba caminando en dirección de dicho edificio, sus caderas danzaban de un extremo a otro a la vez que sus stiletto resonaban en el suelo. A la vez que caminaba, tomó su teléfono y llamó al albino, que resultaba fijado en sus chats.

Un suave rubor se hizo presente en sus mejillas al mirar su contacto, luego lo llamó.

— Hola, Neuvi. — Entonó con una voz suave.

— ... ¿Melisse? — Contestó el albino desde la otra línea, que parecía querer ocultar un bostezo.

Se notaba que se acababa de levantar, Melisse se aguantó una risa.

— Ajá.

— ... Perdón. ¿Necesitabas algo?

— Bueno, quería saber si estabas en el Palacio Mermonia, porque ya se comunicaron conmigo y quería hablar un poco contigo antes de viajar a Natlan.

El albino, desde la otra línea, esbozó una sonrisa.

— Me alegra que hayas aceptado, Mel. —aclaró primero— Pero no, desafortunadamente no estoy en el Palacio Mermonia ahora mismo, por lo tanto podrías venir a mi casa, ¿Te parece?

— Por mí no hay problema, pero... ¿A qué hora?

— Me dijiste que estabas yendo al Palacio Mermonia, ¿No?

𝑺𝒖𝒎𝒎𝒆𝒓𝒃𝒐𝒚! ;   Kinich.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora