Lagrimas

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Frío recorre tus huesos como una corriente eléctrica. No
sabes qué hacer.
Tras escribir eso en su cuaderno rosa se sentó en la
cama echa un ovillo. No alcanzaba a comprender cómo
era posible que los días más felices acabaran de una
forma tan triste, cómo era posible que se sintiera tan
terriblemente mal si hacía unas horas había estado
bailando por la calle.
Da igual lo que hagas, es como si molestaras a todo el
mundo cuando les hablas. Métete en la cama y
desaparece, nadie va a darse cuenta, no les importa.
Las lágrimas amenazaban con hacer su aparición pero
ella no lo podía permitir, no quería llorar más. Puso el
teléfono en silencio, dejo el cuaderno en el suelo y se
acostó. Sin embargo, el sueño no quería llegar y su
mente viajaba a kilómetros de aquella habitación rosa,
en otro plano temporal. Una realidad alternativa en la
que no se sentía un monstruo. No fue hasta horas
después cuando se percató de la humedad en su
almohada, había vuelto a perder la batalla.
Solo quiero desaparecer... ver cuántos notarían mi
ausencia.
Volvió a tirar el cuaderno pero con violencia esta vez.
Odiaba esas palabras, odiaba haberlas escrito ella
misma, odiaba su cuerpo, su forma de pensar. Se
odiaba a ella por odiarse de esa manera. Buscó entre
los cajones hasta que dio con ese pequeño detalle
plateado que tanto la aliviaba, pero se detuvo antes de
hacerlo, lo has prometido . Sentada en el suelo se
permitió llorar, y lloró hasta quedar sin fuerzas. Le
faltaba el aire y ni siquiera podía levantarse, y aunque
sabía que aquello era un paso atrás, siguió llorando
hasta caer dormida, porque así al menos podría ser feliz
por unas horas.

Un ser invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora