04.

17 6 0
                                    

Taehyung se veía demasiado triste ese día en particular. Estaba cabizbajo, meciéndose con desgano y suspirando de vez en cuando. Lo inspeccioné en un par de ocasiones, tratando de hacerme una idea -por más pequeña que fuera- de la causa su desaliento.

—¿Pasa algo? —cuestioné sin más, incapaz de seguir viéndolo así. Él se encogió de hombros, restándole importancia al asunto—. Tae, habla conmigo. Desahógate.

—Se acabó, Jungkook —decretó, animándose a alzar la mirada—. Estuve haciéndome ilusiones todo este tiempo. Nunca le gusté —fruncí el ceño, preguntándome qué había pasado—. Ella ya tenía novio y me dijo que un beso se le daba a cualquiera, que no significó algo especial.

Sentí una especie de calor hacer presencia en mí. Taehyung siempre fue demasiado bueno; demasiado sincero, puro, leal y transparente. Era como un ángel en la tierra, o eso era lo que yo veía en él. Muchas veces tuve la percepción de que yo era el único que lo valoraba pues, a diferencia mía, las otras personas únicamente se encargaban de lastimarlo, de hundirlo en aquel vacío que llevaba día tras días consigo.

Era tan triste tener que ser testigo de cómo todos eran tan ajenos a alguien que para mí era el mundo entero.

Si por mí fuera, lo hubiera cuidado de todo y todos. Lo hubiera llevado lejos. Le hubiera susurrado cuán hermoso era a todo momento. No lo hubiera dejado caer y estaría dispuesto a ser todo lo que él hubiese necesitado.

Pero el "hubiera" no existe. Es una simple e ilusa construcción humana que nos lleva a pensar en diferentes resultados; mismos resultados lejanos a la verdadera realidad, aquella que ya no se puede cambiar.

—Es una estúpida, Tae. Agradece que te demostró justo a tiempo lo mierda que es —relamí mis labios antes de reanudar—. No te merece. Tal vez... tal vez con el paso del tiempo encuentres a alguien que sepa valorarte y quererte como lo ameritas.

—No creo que haya alguien en el mundo —mi corazón se encogió y sentí furia—. Estoy destinado a morir solo.

Preferí callar, a sabiendas de que él no tenía conocimiento de mi gran amor y yo no era capaz de confesarle todo de un tirón. Lo quería a mi lado, y declararle mi enamoramiento hubiese sido, ciertamente, fatal. Se habría alejado de mí y eso era lo que menos quería.

No obstante, fue ineludible no pensar en que yo era esa persona, solo que él no lo había descubierto.

—Habrá alguien, créeme —aseguré—. O quizás hay alguien y tú todavía no lo ves.

Nuestras miradas se cruzaron por breves segundos. Segundos en el que mi corazón latió en desenfreno, sentí mi rostro caliente y unas molestas mariposas revolotear en mi estómago. Suspiré profundamente y me volví a perder en la inmensidad de la nada y de mis pensamientos.

Yo de verdad hubiera sido todo lo que él necesitara.

UTOPÍA © vkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora