Capítulo 14

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Dante De Santis

Mi conversación con Vittoria no me había permitido pegar ojo durante toda la noche. La única razón por la que no había regresado a su habitación para dormir con ella, era porque era muy consciente de lo sincero e intenso que podía ser cuando tomaba demasiado. Nuestra conversación de anoche era prueba de ello.

Tenerla tan cerca con sus manos sobre mi fue una puta tortura, nunca creí que una simple caricia suya lograría empujarme al límite, pero ella había sido la excepción en toda regla desde que puse mis ojos sobre ella.

Me acerco a la habitación de mi hermana luego de terminar de desayunar, al instante escucho la voz de mi pajarito saliendo de ella.

—... entonces solo colores neutros? Anotado. ¿Qué hay sobre las temáticas de estas galas? Son como galas benéficas, ¿no?

—No hay una temática obligatoria para estas galas, pero como esta es la más importante, ya que es la primera del año, tendrá que ser algo que destaque.

Llamo a la puerta y entro a la habitación. Estaban sentadas en la cama y había una gran variedad de carpetas esparcidas por toda esta. Mantengo la mirada lo más lejos posible de Vittoria, si se sentía incomoda por nuestra conversación de anoche no quería hacerlo más difícil para ella. Ya le estaba pidiendo bastante con la lista.

—Lamenta interrumpirlas. Solo quería avisarles que estaré fuera todo el día, tengo varios asuntos qué resolver. También quería darte esto, Vittoria —saco una amex negra de mi bolsillo trasero y se la entrego—. Todos los gastos de la gala cárgalas a esta tarjeta y cualquier cosa que quieras comprarte para ti, también.

Observa la tarjeta en silencio hasta que asiente.

—Está bien. ¿Cuál es el límite?

Su pregunta me hace sonreír.

—Nada de límites. Puedes hacer lo que quieras con mi dinero —le guiño un ojo antes de salir de la habitación. Rio entre dientes cuando escucho los gritos de emoción de mi hermana.

No solo podía hacer lo que quisiera con mi dinero, sino conmigo.

***

—Bien, Pedro. ¿Quieres decirme cómo llegaste a esta posición?

—¡Es Piero, hijo de puta! —grita el italiano frente a mí que no era más que un traidor.

—¿Tengo cara de que me importa tu puto nombre? —siseo a pocos centímetros de su cara—. Dime a quien carajos ibas a venderle mi droga, pedro. O juro por dios que te arrancaré dedo por dedo hasta que hables —Pasa saliva mas no dice palabra alguna—. Si así lo quieres. Pasquele.

Extiendo la mano hacia mi consigliere que había permanecido de pie en las sombras desde que llegué al almacén para torturar al traidor. Deja caer una piqueta en mis manos. Sonrío ante el peso de esta.

—Ultima oportunidad —digo mientras tomo la mano de Pedro y separos sus dedos hasta que me decido por cortar primero el dedo pequeño—. Dime a quién ibas a venderle mi droga y nos ahorraremos todo esto —El hombre frente niega, así que antes de que pueda tomar otra respiración separo su dedo pequeño del resto de su cuerpo. Los gritos no demoran en inundar el resto del almacén. Tomo nuevamente y preparo su dedo anular para ser cortado—. ¡Dame el maldito nombre!

—¡Vete el infierno!

Corto su dedo y continuo hasta que he terminado con ambas manos. Suspiro al darme cuenta de que Pedro no me diría ni una sola palabra. Debieron pagarle bastante bien como para que intentara robarme. Saco el arma y le disparo en la sien. De igual forma le agradecía a su jefe, no quería hombres entre mis filas cuya lealtad podía ser comprada.

Bailando para un Siciliano © [+18] | [Próximamente en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora