Capítulo 24

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Dante De Santis

Observo desde el segundo de piso de la Catedral de San Jorge a los invitados llegar. La espera de que este día llegara me había tenido nervioso y eufórico. Nunca me consideré un hombre con material para esposo y luego de la muerte de mis padres, la idea de condenar a alguien al mismo posible destino alejó cualquier pensamiento de casarme, pero eso había sido antes de encontrar a Vittoria.

Conocerla no solo me hizo desechar mis planes, sino que me reveló lo egoísta que podía ser. La quería a mi lado, a pesar del riesgo constante al que la expondría. Por eso me había asegurado de tener a mis mejores hombres rodeando la catedral y protegiendo el perímetro. No permitiría que nadie estropeara el día de mi pajarito.

Entre los invitados veo llegar a Ethan, Velkan, Mackenzie y Vladímir. Como miembros del priesthood debían asistir a cualquier evento que fuera considerado importante y este sin duda lo era. Yo me encontraba atado de manos por las mismas reglas, el día que ellos decidieran sentar cabeza tendría que ir a sus bodas.

Los cuatro asienten en mi dirección cuando me ven y se dirigen a sus asientos en primera fila. Con ellos había llegado un pequeño ejército de hombres que también se sumaría a la protección de la catedral. No me arriesgaría a que Daniele decidiera hacer apto de presencia a pesar de que llevaba más de un mes sin saber de él. Sus ataques a mis cargamentos de armas y drogas se habían detenido y Ethan no había logrado sacarle mucha información al espía que encontró entre sus filas, solo que recibía el pago por sus servicios de manera anónima. Era lo suficientemente precavido como para creer que podía ser Daniele detrás de esos pagos. Su odio por mí iba más allá que cualquier otra cosa.

Me alejo de los barandales y regreso a la habitación que se me había asignado para terminar de alistarme. Vittoria estaba en el primer piso, junto a mi hermana. No la había visto desde la noche anterior y su ausencia me había tenido ansioso. Sabía que estaba bien, pero aun así dormir sin ella había sido imposible.

Pasquele se encontraba frente al espejo terminando de anudar su corbata. Gira en mi dirección cuando termina y se acerca para arreglar la mía.

—Tú y tu padre siempre fueron malos con las corbatas.

—¿También lo ayudabas con ellas?

Asiento. Creo ver una sonrisa en su rostro, pero desaparece tan rápido que creo haberlo imaginado.

—Siempre lo ayudé. Era un buen hombre —palmea mi hombro cuando termina con la corbata—. Pensé de verdad que solo sería un capricho, pero me alegra haber vivido lo suficiente para verte casarte. Tu padre estaría orgulloso del hombre que eres —Con un último apretón sale de la habitación.

Sí, yo también esperaba que él y mamá estuvieran orgullosos, porque ahora comenzaría una vida al lado de la mujer que amaba y eso era algo que siempre habían querido para mí.

***

Tomo una profunda inhalación cuando inicia la marcha nupcial y entonces me giro. El órgano en mi pecho da una fuerte sacudida al verla. Era... era la viva reencarnación de la luz. Una estrella resplandeciente que llegaba a mi vida para eliminar toda oscuridad. Cada paso que di y toda decisión que tomé me habían llevado a este día. A ella.

Una sola lágrima cae por rostro, pero era más que suficiente para demostrarles a todas estas personas que Vittoria era mi mundo entero. Pero a diferencia de lo que muchos estaban pensando en este momento, el amor que sentía por ella no me hacía débil, sino más fuerte. Porque siempre lucharía por nosotros.

Pasquele la acompañaba. No había mostrado emoción cuando Vittoria le pidió que la llevara al altar, pero sabía que le había afectado profundamente. Él no tenía hijas, quizás nunca se había permitido soñar con un momento como este. Ahora, viéndolo caminar junto a la mujer que sería mi esposa en minutos, podía ver lo verdaderamente feliz que era.

Bailando para un Siciliano © [+18] | [Próximamente en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora