Capítulo 18

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Dante De Santis

Escucho el sonido de su respiración entrecortada a medida deslizo mi mano entre sus piernas abiertas. No podía verla, ya que si apartaba la mirada del camino podríamos tener un accidente, así que no me arriesgaría a que saliera herida, pero podía imaginarme la expresión en su rostro. Sería la misma que tuvo cuando puse mis dedos en su coño por primera vez. Ya hacía un mes de eso.

Un gruñido vibra en mi pecho cuando el calor de su coño se filtra a través de la delgada tela de sus bragas.

—Siempre lista para mí, ¿eh? —Deja escapar un pequeño gemido que me tiene al borde de inmediato—. Tú y esos hermosos soniditos van a matarme antes de que cualquiera de mis enemigos consiga hacerlo —Hago a un lado la tela de sus bragas y deslizo los dedos por toda su apertura. Untándola y disfrutando del leve temblor en sus piernas. Su mano se cierra alrededor de mi mano entre sus piernas e intenta llevar mis dedos a su interior. Chasqueo la lengua—. Nada de eso, pajarito. Es tu castigo, ¿recuerdas?

—¡Dante! —ronroneo al escucharla.

—Gritando así solo lograrás que tu castigo se extienda. Me gusta la idea de ti llorando por un orgasmo —Siento como arquea la espalda cuando acaricio su hinchado y sensible clítoris. Los músculos de su pelvis se contraen y solo la imagen de mi miembro dentro de su coño mientras hace eso casi me hace orillar el auto para tomarla. Pero ella se merecía mucho que eso—. Tan necesitada mi hermosa prometida —susurro. Llevo los dedos a su aventura y sus músculos se contraen.

—Dante, por favor. ¡Ah! —Aprieto los dedos sobre el volante hasta que mis nudillos se vuelven blancos cuando sus paradas se cierran con fuerza alrededor de mi dedo. Arqueo el dedo acariciando ese punto que había aprendido que la volvía loca—. Sí. Justo Ahí. ¡Oh, Dios!

Sonrío ante sus palabras. Había perdido toda tímides al decirme lo que exactamente le gustaba. Quería que siempre me dijera cuando estaba de acuerdo con algo o no. Ella tenía todo el poder aquí.

Acelero los movimientos de mi dedo y luego llevo otro a su interior. Estaba tan mojada que el sonido de mis dedos entrando y saliendo de su coño resonaban por todo el auto. Podía sentir como con cada movimiento estaba más cerca del orgasmo. Acelero el auto; estábamos a solo un par de minutos de nuestro destino.

—Estoy tan cerca —gime, enterrando sus uñas en mi brazo. La acaricio hasta dejarla en el pináculo de su placer y luego me detengo. Alejo mis manos de su cuerpo y estaciono el auto—. ¡Qué! ¡Dante! —Rio con fuerza ante su expresión indignada. Tenía las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes y su recogido tenía algunos mechones sueltos.

—Estás preciosa —susurro tomando su rostro entre mis manos; lo acaricio suavemente maravillado con la forma en que su cuerpo se relaja bajo mi tacto. Rozo sus labios con los míos, pero no la beso. Si lo hacía solo querría besarla hasta mi último aliento. Vittoria era mi droga personal—. Vamos, tu sorpresa te está esperando.

Salgo del auto, lo rodeo y le abro la puerta. Tomo su mano y la ayudo a salir del auto. Antes de que pueda ver donde estamos me pongo a su espalda y cubro sus ojos con mis manos.

—Eh, ¿Dante? ¿Qué haces?

—¿Confías en mí? —Contengo el aliento esperando su respuesta. Sabía que no tenía muchas razones para hacerlo, pero algo dentro de mi quería que desesperadamente lo hiciera.

—Lo hago.

Dejo escapar un suspiro. Ella confiaba en mí.

—Entonces sigue mis indicaciones —Damos un par de pasos hacia al frente. Ante nosotros estaba una tienda, que, aunque debería estar cerrada, había ordenado explícitamente que la mantuvieran abierta—. Hay tres escalones frente a ti. Súbelos con cuidado —Hace lo que le digo. El sonido de una campana nos envuelve cuando un hombre, mucho más joven que yo nos abre la puerta. Su mirada recorre jodidamente a mi mujer y luego se posan en mí. Debe ver la amenaza en mi mirada porque retrocede.

Bailando para un Siciliano © [+18] | [Próximamente en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora