Miya Atsumu

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Tan rica

El viento por esos días era cálido, el verano se asomaba y las lindas flores rosas comenzaban a ser el distintivo de los varones

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El viento por esos días era cálido, el verano se asomaba y las lindas flores rosas comenzaban a ser el distintivo de los varones.

Si el tan solo hubiese sabido que la risa de Sam iba a ser tan adictiva, juraría por su mismísimo hermano que volvería a esa calle una y otra y otra vez.

-Samantha, para vos Sam.- su ricita, sus ojos achinados, su cintura tan cerca, Dios, podía morir en ese momento que lo haría feliz.

-Atsumu, rey de reyes, si vale decirlo.- también reía, era fácil hablar con ella.

Lo que no era fácil, y realmente ni un poco, era verla enojada.

-¿En serio vas a irte hoy?- esta vez sus ojos estaban enfurecidos, su linda y tierna voz sonaba rasposa y sus dientes rechinaban de la bronca.

-Sam, tengo que irme.

Sus discusiones eran cortas a decir verdad, nada que con un poco de sexo no se arreglara. Atsumu cada tanto prefería evitar la discusión, evitar la pelea y dañar a la mujer que amaba, pero a veces no podía, sus enojos variaban según la semana, el día o el mes, no importaba, tal vez hoy se enoja por una cosa pero tal vez mañana solo le parece una boludes.

-Tsumu... hoy estoy rara...- no sabía como decir que se sentía necesitada o excitada, era difícil para ella.

-Mm... ¿rara?- sólo le gustaba jugar con ella un poco mientras se secaba el pelo con una toalla y algunas gotas aún recorrían su cuerpo mientras la miraba desde el marco de la puerta.- ¿En qué sentido, Sam?

-Ya sabes... tengo como calor acá.- señalaba su vientre, casi tan inocente que podía comérsela ahí.

-¿Si? - ella asintió ante la duda.- ¿Y como crees que yo puedo solucionarlo?- Sam rio y lo observo mientras se sentaba en la cama y abría sus piernas mientras desabotonaba su camisón.- Mm... que difícil me lo haces.- tiro la toalla al piso y se acercó para ver a donde llegaba el juego.

-¿Podrías entrar en mi?- sus ojos le rogaban, se sentía tan pegajosa, tan necesitada, tan caliente.- Porfavor, Tsumu.

-¿Ya queres que entre?- ella asintió casi tan rápido como para que su cuello duela y Atsumu solo rio y la empujó para quedar recostada por completo en la cama. Desprendió su camisón y arrojó su ropa interior dejándola completamente desnuda y a disposición.- Dejame jugar un rato antes.- relamió sus labios y se acercó despacio, lento. El aire que exhaló pegó justo en su entrada y las piernas de Sam temblaron ligeramente.- ¿Tanto me necesitas? Estas chorreando y solamente me acerqué.

-Basta Tsumu, porfavor.

Sus manos agarraron con fuerza las piernas de Sam y las abrió aún más para pasar su lengua por cada pliegue, los suspiros de su chica eran casi tan lindos como su voz pero jamás tanto como sus gritos pidiendo más.

-No voy a salir de acá hasta que empapes mi cara, ¿entendiste?- la chica asintió en un pequeño grito y Atsumu siguió en su labor.- Dios, estas tan rica.- sus palabras retumbaban en la cabeza de la chica que entre suspiros pedía mas.- Cada vez temblas mas, como me gusta tu sabor.- entre cada palabra lamia nuevamente.- Porfavor, mami, venite para mi.- cinco palabras bastaron para que Sam hiciera un enchastre, enrollo sus piernas para que Atsumu no le negara su orgasmo al rededor de su cabeza y en un grito de súplica se liberó en su boca.- No pienses que terminamos, Samantha.- con la chica jadeando y tratando de recuperar la respiración, Atsumu se levantó mostrando su miembro deseoso por entrar de una vez.- Date la vuelta y levanta el culo para mi.- la chica obedeció dejando descansar su cabeza en la almohada y apoyándose solamente en sus rodillas.- Si, muy bien, así.- la sonrisa de Miya, con ella tan sumisa, eran la mas linda obra de arte.- Estás tan linda así, toda mojada, toda abierta.- entro en ella con fuerza, tomando sus caderas y clavando sus uñas en su costado. La movió haciéndola entrar y salir repetidas veces, haciéndole saber lo mucho que le gustaba estar dentro de ella con gruñidos y gemidos que a Sam la volvieron aún más loca, si eso era posible. Tomo los brazos de la chica dejándolos detrás de su espalda y chocando con más fuerza contra ese punto que tanto le gustaba.

-Atsumu, me vas a romper.- Si, eso quería, romperla tanto y tan fuerte que no quiera estar con nadie mas, que no desee jamás a otro hombre, que ruegue por su verga cada día y cada noche. Eso quería, que solo gima su nombre, que solo piense en el, que solo lo busque y ame a él. Seguía entrando y saliendo, fuerte y rítmicamente hasta llegar al tan deseado orgasmo, lleno su interior mordiendo su hombro y palpitando dentro de ella.

-Te amo Sam, te amo tanto tanto.- la besaba acomodando su cabello y sin retirar su miembro de su interior jugó un rato mas con su feminidad. ¿Porque? ¿Si ya había llegado al orgasmo en su boca con anterioridad? Bueno... Atsumu iba a llevarse doble victoria... y no tardo mucho en hacerlo ya que sintió rápidamente como chupaba su miembro en su interior, como lo succionaba y lo mojaba tan bien y tan rico... si, ese era su momento de gloria, donde Atsumu Miya se sentía el verdadero ganador, el verdadero hombre.

-Te amo Tsumu.- ¿y como no amarlo si la hacía correr así? El único momento en el que Tsumu podía tener la parte activa era en la cama, así que Sam lo dejaba ser, le encantaba incluso como la trataba y las cosas que le decía, pero de ahí a ser sumisa en la relación... mm... mejor se lo dejamos a la chica de la siguiente historia.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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