LA ULTIMA FLOTA

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La Ultima Flota

Me despertaron las alarmas de la nave y los gritos de mi superior. Nos estaban atacando. Me alisté como lo mandaba el protocolo y fui a mi estación de combate con mi equipo. Aún recuerdo esos pasillos blancos de metal, las luces rojas de las alarmas y varios soldados yendo de un lado a otro en medio de la gravedad cero de la nave. Esta era kilométrica; antes de la guerra, había sido un enorme carguero, pero después de la derrota de la Flota Principal en el cinturón de asteroides, casi todos los cargueros disponibles en ese momento se habían readecuado para ser plataformas de combate defensivo. El trabajo se había hecho de forma apresurada, pero funcionaban. Estas y los motores no se sobrecargaban, por lo que, en teoría, no saldríamos volando por nuestra propia mano.

Llegué a mi puesto de combate y puse todo el sistema del cañón láser en línea. Las cámaras hacia el exterior se prendieron y también el sistema de apuntado del cañón. Ahí fue cuando vi a la flota de la PACF venir directo a nuestra posición. Eran demasiadas naves. También vi cómo nuestros cañones antiaéreos empezaban a disparar a bombarderos y cazas espaciales. Había también nuestras naves intentando repeler el ataque inicial. Luego, nuestro buque insignia disparó su gran cañón láser.

Nuestro sistema de apuntado marcó que estábamos a la distancia para disparar. Di la orden de forma determinante sin dudar. Para esto estaba entrenado. El cañón disparaba sin parar y nuestro enemigo hacía lo mismo con sus naves. El combate en ese inicio era algo cerrado hasta que apareció la segunda flota de la PACF en la parte trasera de nuestra posición. El combate ya no era de dos a uno, sino de cinco a uno. La flota que vimos al principio era la secundaria, no la primaria como creímos. Las naves que cubrían la nuestra empezaron a caer y ser destruidas. Empezamos a recibir más daño, pero resistíamos. Nuestra moral no decayó, nos manteníamos firmes sabiendo que, a pesar de que nos ganaban en número, nuestras plataformas estaban a reventar de armamento: cañones láser, cañones de plasma, lanzamisiles, armas cinéticas y quién sabe cuántas cosas más. El combate seguía; les sería difícil hacernos caer, eso creíamos.

Pero nuestros cazas empezaron a caer como moscas y, a pesar de que teníamos bastantes cañones láser antiaéreos, no eran suficientes. Me di cuenta de esto cuando por la radio empezaron a notificar de naves de transporte uniéndose a la nuestra. La batalla ya no solo era afuera en el espacio, sino adentro de la plataforma. Los sistemas se apagaron para evitar que los puestos defensivos fueran tomados por la PACF y los usaran en contra de nuestras naves restantes y las demás plataformas de combate. Al pasar esto, dejé de ver qué pasaba afuera de la nave. Era como si estuviéramos ciegos. El enemigo sabía que ya estábamos indefensos totalmente.

No estaba nervioso ni asustado, sabía qué tenía que hacer. Le ordené a mi equipo que teníamos que salir de allí, hacia las cápsulas de evacuación y después unirnos a la lucha en la luna como se nos había ordenado en caso de retirada. A pesar de que en la radio escuchaba cómo varios se rendían, nunca pensé en eso. Me aferré a la idea de que no todo estaba perdido, que al final sí podíamos salir victoriosos. Me aferré a la idea de que nuestros superiores tenían un plan por si nos derrotaban. No sé, igual y fuimos flotando lo más rápido posible a las cápsulas. Los pasillos no estaban vacíos como se podría esperar. Había varios soldados de un lado a otro, gritando órdenes, al mismo tiempo que las alarmas alertaban que había soldados de la PACF en las inmediaciones. Era un caos. La nave se empezó a desestabilizar; habían apagado los motores para evitar que la nave fuera tomada por la PACF.

No tardamos mucho en llegar a una de las tantas plataformas de evacuación con las que contaba la nave. Varias ya no estaban, muchos otros habían pensado igual que nosotros. Entré en una de las cápsulas; era bastante espaciosa para que lograra entrar todo mi equipo y aún quedaban asientos libres. Puse las coordenadas. Tenía pensado caer cerca de Cero Uno Ele, la capital del Sector Uno, sabes, la ciudad más grande de la luna.

La cápsula se soltó. Nos empezamos a alejar de la plataforma. Esta seguía cayendo lentamente hacia la luna que estaba justo debajo de nosotros. Los cañones orbitales lunares seguían disparando hacia la flota de la PACF, pero era inútil. La batalla ya estaba perdida. Vi cómo las demás plataformas igual se empezaban a desestabilizar y las únicas completamente activas eran las del centro de la posición, junto con unas cuantas naves que se notaban muy dañadas. Volteé a la derecha y vi a la nave insignia, destrozada a la mitad por varios impactos de láser y plasma.

Me quedé atónito, igual que mis compañeros ante esa escena. Todo se había perdido. La guerra realmente había llegado a su final o estaba cerca. Supongo que ya sabes por qué estábamos en la luna: teníamos que evitar que ustedes llegaran a Unión Central. Si lo hacían, el asedio se rompería y ustedes ganarían casi de inmediato. Pero fallamos en nuestra misión de mantener la posición.

Pensaba que era algo realmente malo. Por alguna razón quería seguir peleando. No sé por qué. La realidad es que el fin de todo eso era lo mejor. Sabes, no había visto a mi hija y quería ver a mi esposa. La había convencido de quedarse en la Tierra y cuidar a nuestra hija. Me costó mucho; ella es muy apegada a mí y me quería acompañar. La verdad es que el fin era bueno.

El soldado se queda callado mientras ve el escritorio metálico que está frente a él. La habitación es de interrogación de la PACF. Solo están ellos dos y un guardia junto a la puerta. El investigador de la PACF que está frente a él carraspea y dice:

—Gracias por tu cooperación en todo esto. Sabes, tenemos que reordenar todo. Oye, nosotros no te juzgamos. Seguías órdenes, nosotros también. La guerra será algo de antes, ¿sí? —menciona el investigador con un tono tranquilo mientras se endereza en su silla.

—Sí, entiendo. ¿Podré regresar a la flota espacial? —pregunta el soldado, dejando de ver al escritorio y volviendo la mirada al investigador.

—Sí, tendrás tu puesto antes de la guerra, en la estación orbital de la Tierra. De eso no te preocupes. Ten, enséñales este papeleo en el Ministerio de Trabajo y ya ellos te dirán lo que sigue —responde el investigador, sacando un folder azul de un cajón del escritorio.

—Gracias, investigador, por esta oportunidad.

El soldado agarra el folder azul de la mano del investigador de la PACF. Se dirige a la puerta metálica de la habitación, se para y voltea al investigador. Hace el saludo militar y los dos dicen "Por el Bien Federal" al mismo tiempo. Después, el soldado abre la puerta y se va.

—Que pase el siguiente. Esto apenas acaba de empezar —le menciona el investigador al guardia de la puerta.

LA FEDERACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora