"Acoplarse a la Vida... Otra Vez"

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Akira estaba sentada en una cómoda silla dentro de la oficina Hokage, mirando por la ventana el atardecer que cubría la villa de Konoha con tonos dorados y rosados. Aún se estaba acostumbrando a estar viva de nuevo, a sentir el aire en sus pulmones, el calor en su piel, y especialmente, a tener de nuevo a Tsunade a su lado. Era casi irreal. A su alrededor, las pilas de documentos y los reportes se acumulaban, pero Tsunade estaba más relajada de lo habitual, disfrutando de un raro momento de paz.

-¿Sabes? Nunca pensé que te vería aquí de nuevo, sentada conmigo, como si todo este tiempo no hubiera pasado -dijo Tsunade, su voz baja y suave, mientras acariciaba la mano de Akira con ternura.

-Es extraño, ¿no? -respondió Akira, sonriendo ligeramente-. No pensé que sería posible volver, pero aquí estoy... y no tengo intenciones de irme.

Ambas estaban sentadas cerca la una de la otra, compartiendo un momento íntimo y tranquilo, cuando Tsunade se inclinó hacia Akira, un destello de deseo brillando en sus ojos.

La cercanía entre ellas era palpable, como si el tiempo no hubiera borrado ni un ápice del amor que compartían. Akira se atrevió a explorar con sus manos aquellos lugares que le fascinaba de Tsunade, al tener a la mayor cerca tomó por la cadera a la mayor para sentarla a horcadas sobre ella y empezó a besarla con todo el deseo de lujuria qué se estaba guardando. Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse en un suave beso, la puerta de la oficina se abrió de golpe.

-¡Tsunade-sama! ¡Akira-san! -exclamó Shizune, entrando apresuradamente con su cerdito Tonton en los brazos, sin darse cuenta de lo que estaba interrumpiendo.

El momento se congeló, y Akira, en su intento de apartarse rápidamente de Tsunade, perdió el equilibrio. En un par de segundos caóticos, Akira terminó cayendo de la silla con un sonoro "plaf", quedando accidentalmente a horcadas sobre Tsunade, quien a su vez intentaba enderezarse sin mucho éxito. Ambas se quedaron en esa posición, mirando fijamente al techo, mientras el rubor subía por las mejillas de Tsunade.

Justo en ese instante, Naruto, Sasuke, Sakura, Kakashi, Itachi y Jiraiya llegaron al despacho, portando varias bolsas de comida.

-¡Tsunade-baachan, Akira-nee! ¡Trajimos comida para ce...! -Naruto detuvo su frase a mitad cuando vio la escena frente a él. Un segundo después, estalló en carcajadas-. ¡JAJAJA! ¡Akira-nee, nunca pensé que te moverías tan rápido!

Jiraiya, siempre aprovechando para añadir más leña al fuego, se cruzó de brazos y sonrió pícaramente. -Bueno, bueno, parece que no soy el único con gustos atrevidos por aquí. ¿A horcadas, Akira? Un poco atrevido para tu regreso, ¿no crees?

-¡Silencio! -espetó Tsunade, aún roja como un tomate, mientras trataba de empujar a Akira para que ambas pudieran ponerse de pie. Pero la situación solo empeoraba, ya que, en el intento, Akira cayó de nuevo, esta vez de espaldas al suelo, riendo mientras intentaba controlar la vergüenza.

Naruto no podía parar de reír, golpeándose el estómago. -¡Ah, ya entiendo por qué no nos habías acompañado a comprar la cena, Akira-nee! ¡Estabas muy ocupada con Tsunade-baachan!

-Naruto, por el amor de... ¡Cállate! -gruñó Sakura, golpeando a Naruto en la cabeza con un fuerte puño, aunque ella misma no podía evitar una pequeña sonrisa de la situación.

Shizune, quien había estado paralizada por la incomodidad de la escena, corrió hacia Tsunade con preocupación, ayudándola a levantarse. -Tsunade-sama, ¡por favor! ¡Relájese! ¡Voy a buscar algo para calmarla!

-Estoy bien, Shizune -dijo Tsunade, tomando aire profundamente para recuperar la compostura. Aunque claramente aún estaba avergonzada, lanzó una mirada asesina a Jiraiya y Naruto, quienes seguían haciendo bromas-. Si continúan con esas bromas, ambos se quedarán sin cena.

-Pero si la cena apenas va a empezar, ¡Tsunade-baachan! -se quejó Naruto, aunque con una sonrisa traviesa que no podía ocultar.

Itachi, que había permanecido en silencio todo este tiempo, finalmente dio un paso adelante, su expresión estoica, pero con una leve curva en los labios que indicaba su disfrute de la escena. -Sasuke y yo prepararemos el despacho para la cena -dijo, ignorando el caos alrededor.

-Hm -murmuró Sasuke, quien, a pesar de no reír abiertamente, no pudo evitar mirar a Akira con una leve expresión de diversión. Se adelantó con Itachi, abriendo las bolsas de comida y colocando los platos sobre la mesa de la oficina.

-Es un milagro que Akira haya regresado -comentó Kakashi, ajustando su máscara mientras observaba la situación con su ojo visible entrecerrado en una sonrisa-. Pero parece que algunas cosas nunca cambian, como la habilidad de Lady Tsunade para meterse en situaciones interesantes.

Jiraiya se acercó a la mesa, frotándose las manos. -¡Así es! Y hablando de cosas interesantes... ¿ya discutieron lo que sigue después de la "cena romántica"? ¿Seguirá el "postre"?-bromeó, recibiendo inmediatamente una mirada asesina de Tsunade.

-Si sigues hablando, Jiraiya, puede que esta sea tu última cena romántica -respondió Tsunade con frialdad, aunque el brillo en sus ojos mostraba que estaba recuperando su sentido del humor.

Finalmente, Akira, ya de pie, se frotaba la nuca, aún riendo un poco. -Bueno, parece que el regreso a la vida tiene sus desafíos. El principal es sobrevivir a las bromas de Jiraiya y Naruto -dijo, lanzando una mirada cómplice a Tsunade.

Naruto, aún entre risas, colocó los últimos platos sobre la mesa. -¡Vamos, Akira-nee! Después de tanto tiempo, ¡mereces disfrutar de esto! Aunque... ¡creo que Tsunade-baachan merece disfrutar más!

Sakura se tapó el rostro con una mano, ya resignada a la situación. -No puedo creer que todos se comporten así... justo aquí, en la oficina de la Hokage.

-Relájate, Sakura -dijo Kakashi, inclinándose hacia ella-. A veces, incluso los shinobi más poderosos necesitan momentos como estos.

Tsunade, ahora un poco más tranquila, miró a todos con una mezcla de exasperación y gratitud. Había algo en esta caótica familia improvisada que hacía que incluso los momentos más incómodos fueran más ligeros.

-Ya basta de bromas, comamos -dijo Tsunade finalmente, tomando asiento mientras todos comenzaban a servirse.

Akira se sentó junto a ella, rozando levemente su mano por debajo de la mesa. Ninguno de los dos dijo una palabra, pero la promesa estaba ahí: habían pasado mucho tiempo separadas, pero ahora, con amigos, familia y con la promesa de un futuro juntas, se permitirían disfrutar de los pequeños momentos. Incluso si esos momentos estaban plagados de bromas y caídas accidentales.

"Regresa a mí"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora