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— No quería llegar a este extremo, pero, tenemos que hacerte una limpia.

Sergio volteó sorprendido al escuchar la voz de su jefe.

El gran premio de Baku ya había acabado hace unas horas. Su equipo se encontraba empacando las últimas pertenencias regadas por el garage 11, incluido él. La carrera no había acabado como era esperado, en lo más mínimo. Su carrera había sido salvable al principio, no se encontraba en el liderazgo como era esperado, pero, competir por ello seguía dentro de las posibilidades; aún más cuando la degradación de las llantas de Charles había empezado a cobrar factura, sin embargo, el otro Ferrari se había encargado que no pisara el podio.

—Christian...

— Solo escúchame. — Lo cortó antes que tenga la posibilidad de cuestionar su salud mental — Estuve viendo el accidente otra vez, el volante de Carlos nunca fue volteado, su monoplaza nunca debió de haber girado de esa forma.

Sergio se recargó en un estante cercano, la tensión creciendo dentro suyo. Había escuchado mucho de ello durante todo el día. Según los periodistas era plenamente su culpa. Él era el que debió de haber girado, él fue el que ocasionó el choque.

Siempre era su culpa.

— Pero, volví a ver tu cámara también. Giraste. Tu giraste ¿me equivoco, Checo?

Christian lo miró a los ojos, inclinándose ligeramente hacia adelante.

— Fue muy tarde-

— ¡Exacto! A eso me refiero. — El director de RedBull saltó en su sitio, chasqueando la lengua al obtener la respuesta que quería — Ninguno de los dos pudo reaccionar lo suficientemente rápido a lo que pasó. Entonces, ¿cómo fue que Sainz, un piloto bastante experimentado, no pudo saber que terminaría tan pegado tuyo al tratar de bloquear? Su cámara mostraba más espacio de lo que de verdad había.

Christian se inclinó mucho más cerca esta vez, quedando a solo pocos centímetros de su cara. La locura, de estar encerrado mucho tiempo en su oficina, destellando tras sus ojos.

— ¡Esto es obra de algo más! ¡Algo que no podemos combatir porque no es físico! ¡No hay estadísticas, no hay nada!

Su jefe lo agarró de los hombros, sacudiéndolo fuertemente y sonriendo como un maniático. Sergio estaba ahora muy profundamente preocupado por la cordura del mayor.

— Christian... — Susurró, separándose lentamente del agarre del que se encontraba prisionero. — No creo que estés pensando con mucha claridad. Sé que llevamos estresados por muchos meses, el carro no es-

— ¡Soy consciente de lo que hablo, Checo! — Christian se pasó la mano por el cabello, desordenándolo en frustración — Geri fue la que me sugirió esto hace meses. No le había hecho caso, porque ¡¿quién lo haría!? Pero tenía razón- ¡Ella siempre lo tiene!

La sonrisa demente se estaba volviendo a formar en el rostro del director, parecía caer más bajo en su locura con cada segundo que pasaba.

— Primero fue Charles, ahí estaban las señales, pero no quise aceptarlo.— Su jefe se apresuró a seguir hablando al ver la incredulidad que, estaba seguro, su rostro estaba mostrando — Hay rumores, rumores que dicen que Fred mandó a Charles a lo más profundo de Mónaco para que le sacaran una maldición.

— De donde sacaste eso-

— Rumores, hijo, rumores. Tengo mis contactos.— Christian sacudió la cabeza de un lado a otro, restándole importancia — Bueno, en qué estaba... ¡Ah! Si, si, Charles. Luego de eso, ¡PUM! Charles volvió al podio. No me vas a decir que eso no es raro.

— Entiendo...— La mejor forma de combatir algo, es uniéndosele — ¿Quieres que me hagan una limpia en... Mónaco?

— Me vas entendiendo, Checo. — El director le sonrió un poco más tranquilo. — Pero, no. Te vas a México.

Sergio frunció las cejas, confundido por lo dicho.
¿Se iba a México?
¿Ahora?

— Te vas a más tardar el martes. — Christian puso sus manos en la cintura, sonriendo encantadoramente — El equipo ya sabe de los planes, si necesitas comprar algo por allá, hazlo con la cuenta de RedBull; esto es estrictamente profesional.

Sergio estaba completamente confundido por tantos acontecimientos en tan poco tiempo.

¡Hazte una limpia!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora