CAPÍTULO 4

4 2 0
                                    

Mañana era el día, me iría definitivamente de mi casa y pasarían cinco meses hasta poder volver.

Pensándolo en frío sería una forma de evadir la realidad que me persigue ahora mismo. Pero, ¿es mejor así? ¿o quizás es mejor asumir las consecuencias? Todo era demasiado confuso.

Aún no he hablado con mi hermana, primeramente porque parece que se la había tragado la tierra y segundo porque no he querido enfrentarme a ella. Pero había llegado el momento de tener la conversación que llevamos retrasando ya días.

Salí a buscarla en los jardines, era su sitio favorito, siempre de pequeñas solíamos jugar ahí, junto al pequeño lago que se encontraba al final, cerca ya del bosque. No había rastro de mi hermana por ningún lado, solo personas encargadas del mantenimiento de los jardines. Así que puse rumbo hacía su habitación, con suerte estaría ahí.

– Iona, necesito que vengas conmigo – era Gavin el que me llamaba desde el final del pasillo junto a la escaleras –. Es urgente por favor.

– Lo siento, pero ahora mismo no puedo, necesito encontrar a Enid. Tengo que hablar con ella de cosas muy importantes Gavin.

– Es precisamente de Enid por lo que necesito que vengas. Necesita nuestra ayuda.

– ¿Qué, dónde está? Llévame con ella.

– Eso es lo que estaba intentando, anda ven conmigo – me parecía raro que mi hermana fuera la que solicitase nuestra ayuda después de no hablar en días.

– ¿Sabes de qué se trata? Algo lo que sea.

– Me hago una idea, pero veo mejor que nos lo explique ella. Bueno Enid y Cian, están juntos en su dormitorio. Tranquila no están haciendo nada de lo que piensas.

– No estaba pensando en nada tonto. El que lo piensa eres tú.

– También es verdad. Pero por favor Iona que asco es mi hermana. No digas eso.

– Has empezado tú. No digas tonterías por favor.

Una vez en la puerta de su dormitorio me pareció raro el hecho de que no hubiera ningún guardia alrededor. Sin haber llamado todavía a la puerta ésta se abrió dejándonos ver a Cian y haciéndonos pasar.

– Gracias por haber venido tan rápido – detrás de él se encontraba mi hermana sentada en la silla de su escritorio con cientos de papeles esparcidos por él.

Enid se puso de pie en cuanto se dió cuenta que éramos nosotros los que habíamos entrado. Y vino corriendo hacía mí y Gavin y nos recibió en un fuerte abrazo.

– Lo siento muchísimo – es lo único que dijo al separarse de nosotros mientras nos miraba con los ojos llorosos.

– ¿Por qué lo sientes exactamente? Es decir, te perdono pero me gustaría saber por qué al menos – Gavin nos miraba extrañado a ambas.

– Enid, ¿se puede saber qué pasa? Bueno primero de todo sé que no fui la mejor hermana el otro día, también estoy pasando por un mal momento y quizá lo pagara contigo lo sé pero no es excusa y más después de lo que dijo papá.

– Iona – me cogió ambas manos y me dio un pequeño apretón sonriéndome –. No pasa nada, en serio entiendo perfectamente por lo que estás pasando, créeme así me he sentido yo veintiocho años de mi vida. Yo también me excedí. Y te pido perdón a tí también. A ambos – nos miró a los dos mientras le desaparecía la sonrisa – sin embargo no os he hecho venir aquí solamente a pediros perdón.

– Menos mal, tengo cosas que hacer.

– Gavin contrólate – me ponía de los nervios.

– Como sabéis mañana tanto Cian como yo debemos de abandonar el palacio. Al principio me negaba a aceptar esa idea, es decir es mi casa, me he criado aquí.

INCANDESCENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora