2003
Encuentro bajo la luna
La ciudad de Nueva York brillaba tenuemente bajo la luz plateada de la luna. Desde lo alto de un edificio, Leonardo Hamato, el líder de las Tortugas Ninja, vigilaba el horizonte con una mezcla de serenidad y alerta. Sus ojos, siempre atentos, reflejaban la sabiduría y la disciplina adquiridas a lo largo de innumerables batallas. La brisa nocturna acariciaba su bandana azul, y la familiaridad de la escena le brindaba un momento de paz en medio de la constante lucha por proteger la ciudad.
De repente, una presencia conocida interrumpió sus pensamientos. Leonardo no necesitó girarse para reconocer la energía tranquila pero imponente de su visitante. Usagi Miyamoto, el noble samurái de otra dimensión, había llegado. Sus pasos eran silenciosos y medidos, su armadura reflejando la luz de la luna de manera casi mágica.
—Leonardo-san —saludó Usagi con una ligera inclinación de cabeza, su voz resonando con el respeto y la serenidad que siempre lo caracterizaban.
—Usagi —respondió Leo con una sonrisa sincera—. Es un placer verte. ¿Qué te trae a este lado de la dimensión?
Usagi avanzó con gracia hasta situarse junto a Leo. Su porte noble y la calma que emanaba siempre le habían impresionado a Leonardo, que veía en Usagi un reflejo de los ideales que él mismo aspiraba a alcanzar.
—Tenía un mensaje que entregar y pensé que sería una buena oportunidad para visitarte. Además, extrañaba nuestras charlas y entrenamientos juntos —dijo Usagi, su tono tranquilo ocultando una emoción más profunda.
Leo asintió, sintiendo una cálida sensación de aprecio por su amigo. Desde la primera vez que se encontraron, había sentido una conexión especial con Usagi, una sincronía que iba más allá de la simple camaradería.
—He estado pensando en lo mucho que hemos aprendido uno del otro —dijo Leo, girando para enfrentar a Usagi—. Y lo mucho que todavía podemos aprender.
Usagi asintió lentamente, sus ojos reflejando la misma profundidad de sentimiento.
—La amistad que hemos forjado es invaluable. Pero también... hay algo más que he querido decirte, Leonardo.
El corazón de Leo comenzó a latir con más fuerza. Las palabras de Usagi siempre eran consideradas y llenas de significado, y esta vez no era la excepción.
—Yo también he sentido algo especial entre nosotros —confesó Leo, sus ojos encontrándose con los de Usagi—. Algo que va más allá de la amistad y el respeto mutuo.
Usagi dio un paso más cerca, hasta que casi no había espacio entre ellos. La distancia mínima permitía sentir la calidez que emanaba de sus cuerpos.
—Leonardo —dijo Usagi en un susurro, su voz cargada de emoción—, creo que lo que sentimos es verdadero. Y estoy dispuesto a explorarlo, si tú también lo estás.
Leo sonrió, una sonrisa llena de alegría y alivio. Extendió una mano hacia Usagi, que este tomó con firmeza y ternura.
—Juntos, como siempre —dijo Leo con convicción.
Bajo la luz de la luna, los dos guerreros se miraron a los ojos, compartiendo un momento de entendimiento y promesa. El vínculo que habían forjado en batalla y que se había reforzado con el tiempo ahora tenía un nuevo capítulo ante ellos. Con el coraje y el amor que siempre habían compartido, estaban listos para enfrentarlo juntos, hombro con hombro.
La noche continuó su curso, pero para Leonardo y Usagi, ese momento bajo la luna marcó el comienzo de una nueva aventura, una que recorrerían juntos, unidos por un lazo indestructible.