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•1987•
Una Extraña Primera Cita

Leonardo nunca había imaginado que terminaría en una situación tan... inesperada. Estaba en la azotea de un edificio en Nueva York, sentado junto a Usagi, ambos en silencio mientras contemplaban el caos que acababan de enfrentar. Las calles debajo de ellos todavía estaban llenas de ruido y confusión tras su batalla contra un grupo de Foot Soldiers, pero lo más desconcertante para Leonardo no era la pelea.

Era el hecho de que Usagi lo había invitado a lo que parecía una... cita.

"Invitarte a ver las estrellas en una azotea es algo común, ¿verdad?" Leonardo pensó para sí, tratando de entender cómo habían llegado a este punto.

-La luna está hermosa esta noche -comentó Usagi, con su tono tranquilo de siempre, mientras miraba al cielo.

Leonardo se removió incómodo, sin saber qué decir al respecto. Usagi había sido siempre un guerrero tranquilo, sereno y, por supuesto, increíblemente habilidoso. Pero desde que habían empezado a pasar más tiempo juntos, Leonardo no podía evitar notar la extraña química entre ellos. Como ahora.

-Sí... hermosa -respondió Leonardo, aunque su mente estaba en cualquier cosa menos en la luna. Usagi a su lado era lo que realmente ocupaba sus pensamientos.

El conejo samurái se estiró ligeramente, su pelaje blanco brillando bajo la luz de la luna, y se volvió hacia Leonardo con una sonrisa ligera.

-Es curioso -dijo Usagi-. De todos los guerreros que he conocido, ninguno me ha desafiado tanto como tú, Leonardo. Me alegra haberte encontrado.

Leonardo sintió que su rostro se calentaba un poco, y no era por el combate reciente. ¿Estaba Usagi... halagándolo?

-Bueno... tú también eres increíble, Usagi. Cada vez que entrenamos juntos, siento que aprendo algo nuevo. Aunque... -Leonardo hizo una pausa, sin estar seguro de cómo continuar-. A veces no sé si puedo seguirte el ritmo.

Usagi rió suavemente, y esa risa ligera y relajada hizo que Leonardo se tensara por completo. Era raro ver a Usagi reír, y cuando lo hacía, siempre tenía una manera de desarmarlo.

-No es una competencia, Leonardo. No siempre tienes que ser el mejor -le dijo Usagi, observándolo con esos ojos claros y tranquilos.

-Sí, lo sé... pero... -Leonardo miró hacia el suelo, rascándose la nuca-. A veces siento que siempre estoy tratando de impresionarte.

El silencio que siguió fue incómodo para Leonardo, pero Usagi simplemente lo observó con esa calma característica.

-¿Impresionarme? -preguntó Usagi, arqueando una ceja.

Leonardo se rió torpemente, sintiéndose expuesto. -No sé por qué lo dije, olvídalo. Solo suena ridículo.

Pero antes de que pudiera seguir hablando, Usagi se acercó un poco más, una mirada divertida en su rostro.

-No creo que sea ridículo, Leonardo. -Usagi inclinó la cabeza hacia un lado, con una pequeña sonrisa-. De hecho, es... halagador.

Leonardo se quedó mirándolo, algo confundido por su respuesta. Estaba seguro de que Usagi se estaba burlando de él de alguna manera, aunque el conejo no era del tipo bromista... ¿o sí?

-¿Halagador? -repitió Leonardo, todavía sin comprender.

-Sí, halagador -confirmó Usagi-. Porque... si te sirve de consuelo, también he estado tratando de impresionarte.

Leonardo abrió los ojos, incrédulo. ¿Había oído bien?

-¿Tú... qué?

-Lo que oíste -dijo Usagi, riéndose un poco al ver la expresión de sorpresa de Leonardo-. No eres el único que tiene esa... motivación.

Leonardo parpadeó varias veces, sin saber cómo responder a eso. Su mente estaba corriendo a mil por hora, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Entonces, como si todo hiciera clic en su cabeza de una vez, soltó una risa, una risa que no había esperado.

-¿Así que ambos hemos estado tratando de impresionarnos? -preguntó entre risas, sintiendo que la tensión de la noche se disolvía completamente.

Usagi asintió, con una pequeña sonrisa divertida. -Parece que sí. Quizás deberíamos ser más honestos al respecto a partir de ahora.

Leonardo dejó de reír lentamente, asintiendo mientras miraba a Usagi, que estaba sorprendentemente cerca. Su corazón dio un pequeño vuelco, pero decidió no apartarse. Había algo... diferente en ese momento, algo que no había experimentado antes con Usagi.

-Creo que tienes razón -dijo Leonardo en voz baja.

El viento sopló ligeramente a su alrededor, y en ese momento, todo se sintió... bien. Como si la tensión que siempre había existido entre ellos finalmente hubiera encontrado su equilibrio.

Usagi rompió el silencio, mirando a Leonardo directamente a los ojos.

-Sabes, Leonardo, he disfrutado mucho pasar tiempo contigo. No solo por el entrenamiento, sino... porque siento que puedo ser yo mismo cuando estoy a tu lado.

Leonardo sintió un nudo en su garganta. -Yo también... Usagi. -Se armó de valor y agregó con una sonrisa pequeña-. Aunque debería haberlo sabido... una cita en una azotea después de una batalla no es algo que pase todos los días.

Usagi dejó escapar una risa suave, entendiendo la broma.

-No lo había pensado como una cita, pero ahora que lo mencionas... -Usagi levantó una ceja, con una sonrisa juguetona-. Supongo que podríamos llamarlo así.

Leonardo rió de nuevo, y esta vez no hubo incomodidad, solo un momento compartido entre dos guerreros que, después de todo, habían aprendido algo más que solo combate.

-Supongo que entonces... ¿esto es una primera cita? -preguntó Leonardo, medio en broma.

Usagi lo miró durante un momento, con esa sonrisa tranquila.

-Solo si tú quieres que lo sea.

Leonardo sintió su corazón latir un poco más rápido, pero, por una vez, no le importó. Dejó que el momento fuera lo que debía ser, y con una sonrisa más relajada que de costumbre, miró hacia el cielo junto a Usagi.

-Sí, creo que me gusta la idea.

Y allí, bajo la luna de Nueva York, los dos guerreros encontraron algo más que una simple pelea compartida. Encontraron un lazo diferente, uno que no necesitaba espadas ni palabras, sino solo la presencia del otro.

One-Shots LeosagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora