•2003•
Reflejos de un DueloLa brisa fresca de la mañana se movía suavemente entre los árboles del bosque donde Leonardo y Usagi habían decidido entrenar. Ambos guerreros estaban en silencio, concentrados en su entrenamiento diario. La rivalidad amistosa que compartían siempre se manifestaba en sus entrenamientos, llenos de técnicas perfeccionadas y movimientos precisos.
Leonardo, con su katana desenvainada, intercambiaba golpes con Usagi, quien respondía con su ágil espada. El sonido de las espadas chocando y el leve susurro de los árboles creaban una armonía que solo los verdaderos guerreros podían entender. Tras unos minutos de intensa práctica, ambos se detuvieron, jadeantes pero satisfechos.
"-Tu técnica ha mejorado, Usagi-san," comentó Leonardo, limpiándose el sudor de la frente. "Estás más rápido que antes."
"-Gracias," respondió Usagi, haciendo lo mismo. "Tu enfoque y precisión son siempre impresionantes. Es una motivación constante para mejorar."
Se sentaron sobre una roca cercana, aprovechando el breve descanso. Mientras recuperaban el aliento, Leonardo observó a Usagi, que estaba perdido en sus pensamientos.
"-¿Qué pasa?" preguntó Leo, notando la expresión pensativa de su compañero.
Usagi miró hacia el horizonte, pensativo. "-A veces me pregunto sobre el propósito real de nuestro entrenamiento. No es solo para mejorar nuestras habilidades, ¿verdad? También es para prepararnos para lo que venga, para enfrentar los desafíos que no podemos prever."
Leonardo asintió lentamente. "-Es cierto. Entrenamos no solo para ser más fuertes, sino para estar listos para cualquier cosa que el futuro nos depare. Pero también creo que es una forma de entendernos a nosotros mismos, de encontrar nuestra fuerza interior."
Usagi sonrió levemente. "-Tienes razón. A veces, en medio de todo el combate y la estrategia, es fácil olvidar el por qué lo hacemos. Pero estos momentos de reflexión, como este, nos recuerdan que hay algo más profundo en nuestro entrenamiento."
Leonardo miró a Usagi con una mezcla de admiración y respeto. "-Estoy de acuerdo. Es una manera de mantenernos conectados, de recordar que somos más que solo guerreros. Somos amigos, compañeros de lucha."
Ambos se levantaron, listos para continuar con su entrenamiento, pero con una nueva perspectiva. El tiempo compartido en el campo de entrenamiento, lleno de desafíos y aprendizajes, no solo fortalecía sus habilidades, sino también el vínculo que compartían.
El sol comenzaba a elevarse, iluminando el bosque con una cálida luz dorada. Leonardo y Usagi, renovados y conscientes de su propósito, regresaron al entrenamiento, sabiendo que su verdadera fuerza radicaba en la comprensión y en la camaradería que habían construido.