3.

335 79 9
                                    

Mientras Jimin sostenía la taza de café en sus manos, el calor que irradiaba contrastaba marcadamente con el frío cortante que llenaba su apartamento esa mañana. El frío era tan intenso que se sintió tentado de pasarse la taza por la cara, un gesto que sabía que era absurdo, pero que parecía casi necesario dado el aire gélido. El frío se filtraba en cada rincón de su casa, haciendo que hasta las tareas más simples parecieran una batalla contra los elementos.

Encendió la estufa, esperando que el calor se extendiera rápidamente y calentara el espacio. Sin embargo, sabía que no podía hacer mucho para combatir el frío. No era su turno de trabajar ese día y, en verdad, probablemente era lo mejor. Jimin estaba luchando con sus alergias estacionales, que parecían estar regresando con fuerza. A pesar de las ocasionales tardes cálidas, las mañanas seguían siendo insoportables sin el consuelo de una infusión caliente, una manta y el calor de la estufa.

Sospechaba que el cambio climático estaba provocando que las estaciones cambiaran, haciendo que el verano llegara un poco antes cada año. Aquel cambio era probablemente la razón por la que sus alergias estaban actuando, aunque técnicamente todavía era primavera. Los síntomas eran familiares pero no menos frustrantes: dolores de cabeza matutinos, congestión, picazón en los ojos y secreción nasal.

Jimin decidió tomar medidas y reservó una consulta en línea con su médico para obtener una receta para algunos medicamentos que necesitaba con urgencia. Sabía que ello tendría un costo y la carga financiera era algo que no podía ignorar. Durante el mes siguiente, tendría que renunciar a los dulces y otros caprichos para poder pagar los tratamientos necesarios. El costo de la atención médica era una fuente constante de frustración para él y, en momentos como aquel, se sentía como un revolucionario al borde de la explosión debido a las injusticias del sistema.

En un estado de creciente frustración, revisó meticulosamente su correo, con la esperanza de encontrar algún comentario sobre la última actualización que había enviado para su historia. Sin embargo, el buzón estaba vacío, sin ningún comentario o respuesta. Esa falta de comunicación lo estaba llevando al borde de la locura. ¿Cómo se suponía que iba a evaluar si su trabajo era bien recibido si nadie se molestaba en responder? No era adivino y la incertidumbre lo estaba carcomiendo.

El silencio le hacía sentir que estaba perdiendo el tiempo, que estaba volcando su corazón y su alma en un proyecto que tal vez nunca vería la luz del día. Era desmoralizante y no podía evitar compararse desfavorablemente con otros que parecían atraer la atención y los elogios sin esfuerzo. La sensación de incompetencia era sofocante y le hacía preguntarse si realmente estaba hecho para ese tipo de trabajo.

Buscando alguna forma de distraerse del vacío y el aislamiento, encendió el televisor. Se encontró viendo uno de esos documentales sobre crímenes reales que profundizaban en los horripilantes detalles de los asesinatos. No era su elección habitual de programación, pero era mejor que el silencio opresivo.

No tenía intención de relajarse ni de quedarse dormido. Era como si su cuerpo hubiera tomado la decisión por él, sucumbiendo al cansancio que se había ido acumulando durante los últimos días. La televisión seguía encendida, su voz era un suave zumbido de fondo, pero la conciencia de Jimin se había desvanecido, dejándolo en un sueño profundo y sin sueños.

Pasaron las horas y la televisión seguía con su monólogo sobre asesinatos y misterios, pero Jimin no se percató. No fue hasta que escuchó sus propios ronquidos y se dio cuenta de que estaba desorientado que finalmente se despertó. Aturdido, buscó su teléfono celular para ver la hora y su corazón se hundió cuando vio que era tarde. Tenía una cita médica programada y ahora estaba llegando peligrosamente atrasado.

El pánico se apoderó de él y se puso rápidamente de pie, pensando que no iba a poder asistir a su cita. Se vistió a toda prisa, tomó la primera ropa que encontró y corrió hacia la puerta. En su apuro, tropezó con sus propios zapatos y casi se cayó mientras salía del apartamento. La puerta se cerró de golpe detrás de él, resonando en el pasillo.

ORQUÍDEA DE VENAS AZULES ラン KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora