Capítulo 4

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La cena de bienvenida de aquella noche, se prestó como una antesala a lo que sería el fin de semana. En dónde se hicieron las presentaciones formales de todos los invitados y Audrey hizo esa introducción a la labor que deseaba ejercer con los eventos que cubrían la celebración de su cumpleaños, agradeciendo no solo la presencia de todos, también su generosidad.

Ella se veía radiante, resaltaba ante todos, principalmente por ese brillo en su mirada, por su cálida sonrisa. Misma que no fue indiferente para nadie, principalmente para Theo, quién no apartó su mirada ni un solo momento de ella, llegando a sonreír más de una vez por sus palabras, por su propia sonrisa.

Para su madre, esta era una “señal”, no importaba cuántas veces le repitiera que no haría eso que ella le propuso, que no la seduciría solo para obtener un acuerdo económico. Pero, Helena veía esa mirada, esa sonrisa, y veía un negocio en dónde todos ganaban.

Mientras que Aurora, la madre de Audrey, observaba a todos regocijándose con los cumplidos que obtenía por su organización. Pero prestaba especial atención al príncipe Siang, ese era su objetivo, él era el candidato para su hija, y no dejaría que viera a otro lado, no otra vez.


Por eso, después de la cena, llevó directamente al apuesto príncipe con su hija, que, como cosa extraña, se encontraba con Greg.

—¡Cariño! -Le habló su madre, llamando su atención, mientras se acercaba tomada del brazo del príncipe. – Tu discurso estuvo maravilloso. Justo, hablaba con el príncipe Siang, de ello. Él me comentaba cuán emocionado estaba por la subasta de mañana ¿No es así?

—Sí, así es. Estoy verdaderamente expectante por las piezas a subastar. Pero principalmente, por la causa.

—Me alegra mucho escuchar eso, alteza.

—¡Oh no! Llámeme solo Shiang. Me haría un gran honor. -Aurora sonrió ante las palabras del príncipe, y ante el leve movimiento de cabeza de su hija. –

—Audrey, amor. Háblale de las piezas en subasta. Para que tenga una idea y esté preparado mañana. -Audrey volteó disimuladamente a ver a su madre, abriendo ligeramente los ojos, y luego brindándole una sonrisa al príncipe. –

—Claro, encantada.

—¡Perfecto! Los voy a dejar solos, para que puedan hablar. Como quien no quería la cosa, tomó el brazo de Gregory, para llevárselo con ella. Pero él, como no tiene la palabra “discreción” en su vocabulario, no se quedó callado. –

—¡Oiga! ¿Es necesario que yo me vaya también? -Audrey no pudo ocultar la sonrisa que se le dibujó al escucharle reclamar, mientras veía a su madre tironearlo levemente. –

—Sí es necesario. -La mirada de Aurora, gritaba todo lo que callaban sus palabras. – Necesito que vengas conmigo a ver algo en las decoraciones. -Completó tratando de sonar natural. El chico no dijo nada, pero le ofreció una mirada a su amiga, que solo movió la cabeza de un lado, con aceptación. –


Mientras se alejaban, Gregory le habló a la reina, manteniendo las etiquetas.

—¿No cree que está siendo demasiado evidente en su labor de encontrarle un esposo a Audrey? Un esposo que ella no necesita, porque es maravillosa por su cuenta.

—Mi idea es justamente ser evidente, que ella lo sepa, y que él también se dé cuenta que estoy completamente a favor.

—Ah, entonces usted simplemente dijo; “Este va a ser, con este se casa mi hija”… ¿No le parece que está un poco fuera de época esa decisión? Digo, las mujeres pueden decidir si quieren o no casarse, y concretamente, con quién ¿No ha pensado que quizás Audrey, además de no querer casarse, pueda pensar en alguien más? -Aurora volteó a mirarle. –

—A veces eres tan insolente. Pero eres tremendamente útil. -Greg frunció el ceño, sintiéndose un objeto. – Dime ¿Qué sabes? ¿Audrey está interesada en alguien?

—¡Ay majestad! Por más que sea tan adorable conmigo, -Decía sarcástico. – jamás divulgaría detalles de la vida de mi amiga. Sin importar que tan importante sea usted, ella es más importante para mí.


Desde una esquina, Theo observaba a Audrey caminando hacia el jardín, junto a Shiang. Los veía hablando muy animados, ella, especialmente emocionada. Estaba concentrado observándoles, tratando de descifrar de qué hablaban.
Pero fue la voz de su propia madre la que le hizo salir del trance, sobresaltándose, al punto de derramar un poco de su copa.

—¡Por dios mamá! No hagas eso. -Expresó tomando aire. –

—Así tendrás la conciencia. -Fue mordaz. - ¿Qué diablos llevas puesto? ¿No te había dejado un traje preparado para esta noche?

—Primero: no está mal lo que llevo puesto. Segundo: te lo he dicho más de una vez, ya no soy un niño. -Helena viró los ojos.-

—Te doy el punto porque sí combina, pero… ¿Era necesaria la camisa naranja? -Theo encogió los hombros y volvió su mirada nuevamente hacia Audrey y Shiang. – ¡Oh! Justo de eso quería hablarte… ¿Estás viendo cómo claramente él la está pretendiendo? ¿Vas a perder las oportunidades que te presenta este viaje?

—Por favor mamá, ya basta. No quiero volver a escuchar eso.

—Pero esto es serio Theodore. Hay algo más grande detrás. -El chico volteó a ver a su madre violentamente. –

—Deja de insistir en ello, porque no va a pasar. No voy a empujar a Audrey a un sucio juego de política y ambición ¡Jamás! Quiero que te lo grabes. -Helena abrió ligeramente la boca, queriendo decir algo, pero se contuvo. – Además, ella se ve muy feliz con el príncipe… -Se quedó tratando de recordar el nombre, pero no lo ubicó. – Con él, así que, no voy a hacer nada para molestarla. Mejor disfruta del viaje, mañana podríamos ir a conocer la ciudad, aprovecha estos momentos. -Le guiñó un ojo a su madre y se apartó del ventanal. –

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