"Normalmente no lo planeas, simplemente pasa
Tu mundo cambia
Y de repente sientes que has quemado otra etapa" (*).
•.¸¸•'¯'•.¸¸.ஐ Volviendo al presente ஐ..•.¸¸•'¯'•.¸¸.
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Desde el día del fatídico accidente, había sentido que perdía sus energías. Cada día un poco más. Ya no tenía el poder de curar heridas y tampoco tenía visiones. Era un humano más. Un humano común y corriente, tratando de sobrevivir al día a día de una triste y dura realidad. Una realidad en la que ella ya no estaba. Estaba, pero no estaba. Y para colmo de males, no sólo el cristal dorado había perdido todo su poder. Las piedras que celosamente guardaba en el cajón de su cómoda habían desaparecido. Jedeite, Nephrite, Zoycite, Kunzite. Ellos que, aun después de muertos, se habían encargado de proteger y aconsejar a su maestro. Ellos ya no estaban. ¿Qué significaba?
Una madrugada, en la que la Luna Llena brillaba sobre Tokio, había tenido esa extraña sensación y había sentido la necesidad de verlos, de sentir su presencia. Por eso había ido al cajón del mueble en el que guardaba la caja con las piedras, era el único cajón en todo su departamento que tenía llave. Había estado con ella hasta casi media noche. Solía quedarse con ella aun después de sus guardias, le hablaba bajito, le contaba de su vida, de sus amigas. Sabía que ella la escuchaba, pensaba que escucharlo le daba fuerzas para continuar luchando. Cuando salió del hospital, agotado tras una guarda de 24 horas, y otras tantas horas más sentado a su lado, vagó sin rumbo por las calles de la ciudad, hasta terminar en las puertas de un antro. De verdad necesitaba un trago. Ella llevaba días en ese estado. Él comenzaba a perder las esperanzas de que despertara. Comenzaba a perder las ganas de vivir. Por eso, volvió a su departamento entrada la madrugada, algo pasado de copas. Quizás fue eso lo que le hizo sentir la necesidad de verlos. Pero no estaban allí, no estaban en la caja. El cajón tenía llave, y la llave la llevaba siempre con él, así que era imposible que alguien se los llevara. Al menos, no una persona común. ¿Acaso tenía eso que ver con la desaparición del Cristal de Plata?
Sintió un fuerte mareo que lo obligó a detener sus rondas por las salas de internación. Apoyó una mano sobre la pared del extenso pasillo, mientras llevaba la otra a su frente. Tenía un fuerte dolor de cabeza desde su ingreso a la guardia, y ahora el mareo. La falta de sueño y la mala alimentación de los últimos días lo estaban afectando. Aunque, claro, lo que más le afectaba era su ausencia. Suspiró. Aun le quedaban varias horas de guardia, debía tomar fuerzas. Tomaría un analgésico para el dolor de cabeza y seguiría con sus rondas.
-¿Estas bien, Mamoru?- la dulce voz de su compañera de residencia lo tomó por sorpresa. Se repuso y volteó a verla.
-Sólo me duele la cabeza... no te preocupes, Mizuki.- La joven de cabellos castaños se acercó a él. Llevaba puesto un ambo blanco y zapatillas del mismo color. Su largo cabello lo llevaba atado en una trenza.
-Te ves algo pálido... - dijo, sacando su linterna del bolsillo del ambo. Poniéndose en puntas de pie, observó sus ojos, como si se tratara de un paciente más. - No has estado comiendo bien, ¿verdad? Podrías estar anémico... Si sigues así vas a enfermar.
-Te dije que estoy bien, ya deja de tratarme como si fuera uno de tus pacientes. - dijo en tono serio. Mizuki era una buena chica, una excelente doctora y compañera. Habían compartido materias desde el primer año de facultad, siempre habían sido muy buenos amigos. Pero, últimamente, le incomodaba un poco su cercanía, esa cercanía que ella forzaba todo el tiempo. Muchas habían sido las tardes y noches que ellos habían pasado estudiando. Ella siempre tuvo muy presente que él tenía novia y hasta estaba comprometido. Pero en ese último tiempo su actitud había cambiado un poco. Ahora se vestía más sugerente, se maquillaba y hasta se quitaba sus gafas de vez en cuando. Al principio había tratado de no darle importancia. Toda mujer quiere verse bella en algún momento, sus largas tardes de estudio habían terminado al comenzar sus residencias, podía decirse que ella tenía un poco más de tiempo para arreglarse, para parecer más una mujer y menos una doctora con pocas horas de sueño. Pero, con el tiempo y sus actitudes, cada vez se convencía más a si mismo de que ella buscaba algo más. Quizás el saber que su novia estaba en coma y que los médicos no le daban esperanzas de sobrevida, le haya hecho pensar que podía tener una oportunidad. Como si algo entre ellos pudiera llegar a pasar. No. Claro que eso nunca pasaría. Si Usagi dejará de existir, él se aseguraría de ir tras ella. Y así volver a nacer y poder seguir amándose en otra vida. Así había sido siempre, desde el Milenio de Plata, así había sido durante miles de años. Pero él estaba seguro de que está era su última vida, la definitiva, la vida en la que por fin podrían vivir su amor para siempre.
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Para Siempre
Fanfic💖' *•.¸♥¸.•**REPUBLICADA**•.¸♥¸.•*'💖 . Usagi ha sufrido un grave accidente y no ha despertado desde entonces. El Cristal de Plata esta desaparecido. Sin él y sin su lider, las sailor deben enfrentarse a extraños acontecimientos que comienzan a oc...