Cap. 4 "• Leroy •"

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Me encuentro en mi auto, rumbo a la oficina.

Luego de la escena de hace rato, no volveré a dudar de mudarme a otro sitio. Ya no soporto a esa loca ofrecida que se me insinúa con tan solo respirar cerca de mí.

Hoy quise conducir yo, rara vez hago que un chofer me lleve al trabajo, tampoco soy tan mantenido como para hacer eso. Después de todo, una licencia no es para tenerla de adorno.

Llego al trabajo con mi típico traje negro, la mayoría de mis trajes son de ese color, una corbata azul marino, como mis ojos, y los zapatos de vestir de siempre.

Me dirijo al ascensor, me encuentro con mi secretaria por el camino, la cual trae algo entre sus brazos, y terminamos entrando juntos.

- buenos días señor - me dice con una sonrisa, sosteniendo unas tres carpetas contra su pecho con sus brazos.

- buenos días Rose - le dije serio, como siempre, viéndola de reojo.

- se ve muy bien hoy, señor - dice mientras me mira de arriba a abajo tratando de disimular, pero falla en el intento.

- eso ya lo sé - dije poniendo mi ego en primer lugar -. No tienes que repetirlo cada que me vez.

- lo lamento señor - agachó la cabeza un poco, que tierna, demasiado para mi gusto.

- no te disculpes - le reprendí volteándome hacia ella -, es molesto que te disculpes sin haber hecho algo malo - agregué indiferente -. A demás, a nadie le hace daño decir que me veo bien, aunque ya lo sepa.

Que las personas digan que me veo bien no es un delito, por lo menos no todavía.

Me dediqué a ver cómo venía vestida.

Tiene puesto un suéter color café de manga larga y cuello alto, una falda negra ajustada, le llegaba un poco mas arribita de la rodilla, junto con unos tacones altos negros, aunque no son tan altos como los que llevaba la señora Lemaire el día en que vi la casa. Su identificación en el lado izquierdo del pecho.

El ascensor emitió el sonido del timbre de que ya llegó al piso indicado, se abrieron las puertas y me dirigí hacia mi despacho, Rose siguiéndome a unos pasos de distancia.

Ella sabe bien que no me gusta que invadan mi espacio personal, aunque a mi amigo Chase no le importe mucho.

Hablando de Chase, me pregunto dónde estará. No lo veo en su oficina, que está justo al lado de la mía.

Tomo asiento tras mi escritorio una vez entro a mi oficina.

- tiene que revisar y firmar estos documentos señor - dijo mi secretaria mientras dejaba las tres carpetas en mi escritorio -. ¿Quiere que vaya por su desayuno?

- por favor - egocéntrico, pero educado.

- Con permiso - se retiró.

Así es, de vez en cuando desayuno en el trabajo, hoy no estuve muy presto como para cocinar, y mientras mas temprano llegue al trabajo, mas temprano termino mi deberes.

Aunque tampoco es que sepa cocinar mucho. Solo lo esencial para no morir de hambre.

Luego de revisar uno de los documentos, llega mi secretaria con mi desayuno, lo deja en mi escritorio y se retira. Me quedo viendo la puerta cerrada fijamente.

Les diré una cosa, no soy estúpido, y como sabrán, soy muy observador, y por la manera en la que ella me mira, estoy seguro de que debe sentir algo por mi.

Lastima por ella, porque no pienso corresponderle.

Pensé con indiferencia, algo un poco cruel de mi parte, pero es por su propio bien.

Digno De Ser Llamado El ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora