Que tierno...

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Bradley

Lo que quedaba del semestre lo pasé trabajando en la cafetería del campus. Pronto, la noticia de que el exlíder de los Gammas, había sido expulsado como una plaga de la fraternidad se extendió. Sin embargo, ya no me importaba. Me gustaba la idea de empezar de nuevo como un estudiante cualquiera.

- ¿Brad, en serio te vas a quedar aquí sabiendo que hoy es noche de fiesta? - Beret, como siempre, llegó unas horas antes del cierre para tomar su café y charlar. - Hasta yo iré.

- Querida, ambos sabemos que no sería buena idea. - Respondí con tono sarcástico, mientras recogía las sillas para cerrar. - Además, estoy agotado.

- ¿Otra vez vinieron tu grupo de fans al café? - Bromeó, y aunque me hizo sonreír levemente, no pude evitar fruncir el ceño. - ¿Tan mal estuvo?

- Perdona, Beret. Solo estoy cansado. - En realidad, lo que me aterraba era la idea de que la gente me viera. - No tengo ánimos para una fiesta.

- Qué lástima... ¿Sabes quién irá? - Su tono me llamó la atención. - Bueno, me voy, que ya me esperan. Bye.

- ¿Es en serio? - Dije, pero Beret ya se había ido, dejándome con una extraña curiosidad.

Al final, decidí ir a la fiesta. Al llegar, los recuerdos de mis días como anfitrión me inundaron. Había algo de nostalgia, pero ahora era solo otro estudiante más.

Mientras me adentraba en la fiesta, vi a Beret con su novio y un grupo de amigos. - Mierda... - Al ver a Max, el pánico me invadió. Instintivamente traté de esconderme, aunque pronto me burlé de mi reacción. - Muy ridículo de tu parte Bradley... Solo evitaré acercarme.


Max

Estaba disfrutando de la fiesta, aunque parte de mi mente seguía pensando en cómo sería el siguiente semestre. Me sentía algo disperso hasta que, de pronto, algo captó mi atención. Una figura familiar cruzó la sala, y aunque su presencia parecía apagada y distante, lo reconocí de inmediato. Bradley.
Mis ojos se detuvieron en él, y no pude evitar sentir un pequeño nudo en el estómago. Era extraño verlo después de tanto tiempo, después de todo lo que había pasado. Ya no era el chico arrogante y carismático que todos seguían, parecía... diferente, casi irreconocible. Se veía cansado, como si hubiera pasado por mucho, algo que no esperaba.

- ¿Bradley? - Me pregunté en voz baja, como si mi mente tratara de convencerse de que era él. ¿Qué hacía aquí? Pensé que se había salido de la universidad. Una oleada de recuerdos y emociones me golpeó, pero antes de que pudiera procesarlos, la voz de Bobby me sacó de mis pensamientos.

- Max, ¿ya viste quién está aquí? - Dijo Bobby, con ese tono burlesco que lo caracterizaba.

Me giré por completo, confirmando lo que ya sabía. Bradley estaba aquí, en esta misma fiesta. Pero algo no cuadraba, se notaba que estaba incómodo, casi como si no quisiera ser visto. La ironía no pasó desapercibida; él, que siempre era el centro de atención, ahora parecía estar evitando serlo a toda costa.

- Pensé que se había salido de la universidad. - Comentó PJ, notando también la presencia de Bradley.

- Para nada, empezó a trabajar en el café que frecuento cada noche. - Beret soltó la información con naturalidad, como si no fuera algo importante.

- Vaya, quién lo diría. Se ve algo... cansado. - Era difícil de asimilar, pero ahí estaba. El exlíder de los Gammas, convertido en un empleado de un café. - Bueno, será mejor no acercarnos a él.



Bradley

El tiempo y el alcohol empezaron a surtir efecto. Parecía que el destino se empeñaba en hacer que nuestros caminos se cruzaran. Cada vez me encontraba más cerca de Beret, Max y los demás. Empezaba a hartarme.

Caminé hacia el baño, murmurando quejas. - Que mierda de fiesta, solo me la eh pasado escondido... - Llegué al baño y, al notar que estaba ocupado, mi enfado se intensificó. - Oh, vamos, quiero miar. - Grité mientras golpeaba la puerta.

- Está ocupado... - Respondió una voz masculina, que me resultaba irritantemente familiar.

- Ah, porque siempre me pasan estas cosas. Solo quería pasarla bien y en vez de eso, tengo que esconderme de... - Resoplé, tratando de calmarme.

- ¡Dios, qué insistente eres! - Gritó la voz detrás de la puerta. - No te enseñaron a esperar. - De repente, la puerta se abrió y ahí estaba Max, sorprendido de verme. - ¿Bradley?

- Max... - Mierda era él. Ahora entendía por qué la persona detrás de la puerta me parecía tan irritante.

Ambos nos quedamos en silencio, con los ecos de la fiesta sonando a lo lejos. La incomodidad en el aire era aplastante, pero el cansancio de haber estado escondiéndome toda la fiesta era mayor. Ya no podía seguir evitando esto.

- Max... - Tragué saliva, buscando las palabras correctas, aunque no estaba seguro de cómo sonarían.

Max se tambaleaba ligeramente, pero mantenía su mirada fija en mí. Era evidente que el alcohol empezaba a hacerle efecto, y yo tampoco estaba tan sobrio como me gustaría.

- Mira, Max... - Mi voz apenas se escuchaba por el bullicio de la fiesta. - He estado pensando mucho en todo lo que pasó y... fui un idiota contigo.

Vi cómo Max fruncía el ceño, claramente confundido por mi tono serio.

- ¿Qué...? - Intentó decir algo, pero lo interrumpí antes de que pudiera continuar.

- Lo que quiero decir es que lo siento, ¿ok? No espero que me perdones, pero... - Sentí mi garganta cerrarse un poco. - Tal vez, podríamos empezar de nuevo, como personas normales. - Solté un suspiro y bajé la mirada al suelo, demasiado nervioso para seguir hablando. Finalmente, me atreví a mirarlo de nuevo.


Max

Escuchar a Bradley disculpándose... era algo que nunca pensé que sucedería. Todo lo que me había imaginado de él se desmoronaba frente a mí. La persona que había despreciado tanto tiempo atrás, ahora me estaba pidiendo disculpas, vulnerable y con una sinceridad que no esperaba. Todo esto, junto con el alcohol, empezó a confundir mis pensamientos, desordenando las emociones que tenía hacia él.

- ¿Comenzar de nuevo? - Repetí, mis palabras torpes y apenas audibles. Mientras lo miraba, notaba lo nervioso que estaba. Sin pensarlo, una frase escapó de mis labios. - Qué tierno...

Antes de que mi mente pudiera detenerme, di un paso adelante y, sin previo aviso, lo agarré por la camisa, acercándolo hacia mí para besarlo.

El contacto fue un shock para ambos. Bradley se tensó, pero no se apartó. Sentí su respiración agitada y los segundos se alargaron. De repente, Bradley puso una mano en mi hombro, deteniéndome suavemente y rompiendo el beso.

- Max... - Murmuró, tratando de procesar lo que acababa de pasar. Sus ojos reflejaban confusión y, probablemente, algo de miedo.

De repente, todo cayó sobre mí. Retrocedí un paso, abriendo los ojos en shock. - Lo siento... No sé por qué... no sé por qué hice eso... - Me llevé una mano a la boca, sintiendo la vergüenza subir por mi cuerpo.

- ¡Está bien, no digas nada! - Gritó Bradley, exaltado, claramente incómodo y avergonzado. - ¡Yo ya dije lo que tenía que decir! Luego hablamos... pero no aquí, ni ahora.

Con esas últimas palabras, Bradley se alejó rápidamente, desapareciendo entre la multitud, mientras yo me quedaba allí, lleno de arrepentimiento.

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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