Capitulo 12

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Carlos miraba el reloj en su oficina. Las manecillas avanzaban despacio, pero él sentía como si el tiempo se le escapara entre los dedos. Las reglas que había establecido al principio del acuerdo con Charles Leclerc estaban claras desde el primer día: todo sería estrictamente profesional. Nada de emociones involucradas, nada que pudiera complicar lo que era simplemente un arreglo de conveniencia. Y, sobre todo, la regla más importante de todas: no enamorarse.

Desde el inicio, Carlos se había convencido de que esa era la única manera de salir indemne de esta situación. Un matrimonio falso por un año, eso era todo lo que tenía que aguantar para proteger los intereses de su empresa y calmar las expectativas de su familia. Pero la línea entre lo falso y lo real empezaba a desdibujarse, y lo que en un principio parecía un acuerdo simple y frío, ahora se había convertido en una tormenta emocional que Carlos no podía controlar.

Las últimas semanas habían sido particularmente tensas. Carlos había notado cómo Charles comenzaba a distanciarse, y aunque quería ignorar esa sensación de incomodidad, la verdad era que lo estaba afectando más de lo que quería admitir. Cada vez que los dos estaban en la misma habitación, el ambiente se volvía más denso, más complicado. Y lo peor de todo era que Carlos sabía que gran parte de ese malestar provenía de sus propias dudas, de ese deseo que trataba de suprimir día tras día.

"Todo estaba bajo control" se repetía una y otra vez. Era su mantra personal. Pero esa mañana, cuando escuchó las risas de Charles y Pierre Gasly en una de las salas de conferencias de la empresa, algo dentro de él cambió. Carlos se detuvo justo antes de entrar, observando cómo Charles conversaba animadamente con Pierre, el amigo que había sido una constante en su vida desde hacía años. Las risas y la familiaridad entre ellos era evidente, y Carlos sintió una punzada de incomodidad en el pecho.

Pierre Gasly no era solo un viejo amigo de Charles; era alguien que había estado cerca de él antes de que todo este falso matrimonio comenzara. Carlos lo sabía, pero siempre había asumido que la conexión entre ellos era puramente amistosa. Sin embargo, al ver cómo Charles sonreía y se relajaba en presencia de Pierre, Carlos no pudo evitar sentir algo más oscuro: celos. Era ridículo, se dijo a sí mismo. Después de todo, él mismo había sido quien había impuesto esas reglas. Pero allí estaba, sintiendo cómo algo se rompía dentro de él al ver esa cercanía que no compartía con Charles.

Dio un paso atrás, sin querer interrumpir, pero Pierre lo notó al instante y levantó la vista, con una expresión de sorpresa que rápidamente se transformó en una sonrisa cordial.

─ ¡Carlos! ─ exclamó Pierre, saludándolo con una sonrisa amigable.─ No te había visto por aquí. ¿Cómo estás?

Carlos forzó una sonrisa, tratando de ocultar la incomodidad que sentía.─ Hola, Pierre. Todo bien, gracias. Solo estaba revisando unos asuntos antes de salir.

Charles giró la cabeza hacia Carlos y, aunque mantenía la sonrisa en su rostro, había una tensión visible en su expresión. La calidez que había compartido con Pierre se desvaneció al instante.

─ Carlos, estábamos hablando de algunos proyectos en los que Pierre está interesado. ¿Te gustaría unirte a la conversación? ─ preguntó Charles, aunque su voz parecía algo más fría de lo habitual.

Carlos notó el cambio en el tono de Charles. sabía que no era su imaginación; algo entre ellos había cambiado en las últimas semanas. no obstante, decidió ignorarlo por el momento.─ No, no quiero interrumpir. De hecho, Charles, quería hablar contigo en privado, si tienes un momento.

la mirada de Pierre fue de Charles a Carlos, y luego volvió a Charles. era evidente que entendía la tensión en el aire.─ Por supuesto ─ dijo Pierre con una sonrisa diplomática.─ Charles, hablamos más tarde, ¿de acuerdo?

Charles asintió y observó cómo Pierre se alejaba antes de volverse hacia Carlos.─ ¿Qué ocurre? ─ preguntó, cruzando los brazos en un gesto defensivo.

Carlos se tomó un momento para responder, midiendo sus palabras con cuidado. sabía que si no manejaba la situación adecuadamente, podría empeorar las cosas entre ellos.─ Solo quería saber qué está pasando. ─ dijo, finalmente.─ Te he notado distante últimamente.

Charles lo miró, y por un segundo, Carlos pensó que iba a evadir la pregunta. pero Charles, para sorpresa de Carlos, suspiró y decidió ser honesto.─ No es que esté distante, Carlos. Solo que... todo esto está empezando a afectarme más de lo que pensaba. Este acuerdo, el tener que fingir todo el tiempo... me está agotando.

Carlos sintió una punzada de culpa, pero al mismo tiempo, una oleada de frustración.─ Sabíamos desde el principio que esto no sería fácil. Fue lo que acordamos, Charles. ─ su tono era más severo de lo que pretendía, pero no podía evitarlo. la tensión entre ellos estaba alcanzando su punto máximo.

─ Sí, lo sé. ─ respondió Charles, mirando hacia el suelo-. Pero Pierre... ─ hizo una pausa, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas.─ Hablar con él me recuerda que no siempre tengo que estar en esta situación, fingiendo. Me da un respiro de todo esto.

El nombre de Pierre hizo que Carlos sintiera un nudo en el estómago. Era claro que Charles encontraba consuelo en su amigo, y aunque Carlos sabía que no tenía derecho a sentir celos, no podía evitarlo.─ Entonces, ¿esto es lo que quieres? ¿Volver a estar cerca de Pierre? ─ preguntó, intentando que su voz sonara neutral, aunque estaba lejos de estar tranquilo.

Charles levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.─ No se trata de eso, Carlos. No se trata de elegir entre tú o Pierre. Se trata de que me siento atrapado en algo que no debería ser tan complicado. Al principio pensé que podría manejarlo, pero cada vez es más difícil mantener esta farsa. Y no sé cómo te sientes tú al respecto, pero... yo no puedo seguir fingiendo que todo está bien.

Carlos sintió cómo la tensión aumentaba. No estaba preparado para esta conversación. No estaba preparado para enfrentar la verdad que había estado ignorando durante tanto tiempo: que las reglas que él mismo había impuesto estaban empezando a desmoronarse. Sabía que Charles tenía razón. Sabía que él también estaba luchando con sus propios sentimientos, pero no estaba listo para admitirlo. No todavía.

─ Sabíamos las reglas desde el principio. ─ repitió Carlos, casi como un mantra.─ Esto es un acuerdo, nada más. Y una de las reglas era no enamorarse. Sabíamos que no podíamos dejar que esto se complicara.

Charles lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.─ ¿Eso es lo único que te preocupa? ¿Que rompamos las reglas? ─ hubo una pausa en la que Carlos pudo ver el dolor en los ojos de Charles.─ Sabes, es gracioso que digas eso, porque una parte de mí siempre pensó que esas reglas estaban ahí para protegerte. No de mí, sino de lo que realmente sientes.

Carlos apartó la mirada. No quería enfrentarse a esa verdad. No quería admitir que las reglas que había creado eran, en efecto, un escudo que había usado para evitar sus propios sentimientos. Pero ahora, con Charles de pie frente a él, dolido y frustrado, era imposible seguir negándolo.

─ No sé lo que siento. ─ dijo Carlos finalmente, apenas susurrando.─ Solo sé que esto es lo que tiene que ser. Un acuerdo. Un año, y luego todo volverá a la normalidad.

Charles lo miró en silencio durante lo que parecieron eternos segundos, antes de sacudir la cabeza con tristeza.─ Carlos, no sé si alguna vez fue solo un acuerdo para mí. Pensé que podía serlo, pero... ─ se detuvo, como si no supiera cómo terminar la frase.─ No sé cuánto más puedo soportar esta mentira. Me duele demasiado.

Carlos abrió la boca para responder, pero no había palabras que pudieran cambiar lo que ya estaba sucediendo. Charles se apartó de él, caminando hacia la puerta.

─ Voy a ver a Pierre esta noche. ─ dijo Charles sin mirarlo.─ Necesito pensar. Necesito alejarme de todo esto por un tiempo.

Y con eso, se fue, dejando a Carlos solo, con el peso de sus propias decisiones y la confusión que había intentado evitar durante tanto tiempo. Sabía que había reglas, pero lo que no podía admitir, ni siquiera a sí mismo, era que lo que más deseaba era romperlas.

Matrimonio por Necesidad ─ Charlos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora