Capítulo 3

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Sentada en el suelo y rodeada de facturas por todas partes, Mikasa no apartó la mirada a la cantidad de dinero que reflejaba el papel impreso que le habían mandado por correo el hospital.

—800.000¥ —se dijo a sí misma tragando saliva, su cuerpo temblaba demasiado por culpa de la ansiedad porque aparte de los gastos hospitalarios también tenía que pagar la vivienda y lo que ello conllevaba.

A continuación, dejó los papeles que tenía en mano sobre la mesa y se levantó del suelo. Era su día libre, pero tenía que ir al banco para pagar las facturas de su hogar.

—Un problema menos —susurró un poco aliviada en cuanto el cajero confirmó que el pago fue realizado con éxito.

Realmente tuvo mucha suerte porque la azabache había pensado por un momento que el dinero de emergencia y el poco monto que tenía ahorrado no iba a ser suficiente para pagar el agua, la electricidad y el Internet. Menos mal que se equivocó. En un tirón rápido, Mikasa no logró guardar su monedero en el bolso, un chico se lo había quitado en un movimiento veloz y aun así la chica no dudó en correr tras él.

—¡Oye detente, eso es mío! —Gritó mientras corría.

La gente de los alrededores escucharon y vieron a Mikasa, pero ninguno tuvo la decencia de ayudarle al menos a detener al niño ladrón. El menor corría demasiado rápido y ella se estaba agotando y sus zapatos no ayudaban tampoco, al cruzar la esquina se detuvo en seco sus ojos se abrieron al ver al niño en el suelo y encima de él un policía que le retuvo.

—Buscas esto, ¿verdad? —dijo en tono calmado mostrándole el monedero.

Mikasa asintió un par de veces, a lo que el hombre de mediana edad de cabello corto y negro y de ojos claros se levantó agarrando al niño fuertemente del brazo con su zurda. —¿Va a querer poner una denuncia? —preguntó devolviendo el monedero a su dueña.

Los ojos de la chica se posaron en el joven. Sus ojos verdes mostraban temor a lo que le podía pasar y al ver que le faltaba una de sus manos, Mikasa comenzó a pensar en numerosas posibilidades del porqué tenía amputada dicha extremidad. Finalmente, miró nuevamente al policía y sacudió su cabeza en negación.

—No, no es necesario. Muchas gracias por su ayuda. —Esas fueron las primeras y últimas palabras que pronunció para cerrar aquel asunto.

—Muy bien, en ese caso tenga un buen día.

—Gracias e igualmente. —Sonrió haciendo una ligera reverencia para después regresar por donde había venido.

En cuanto cerró la puerta del coche, el teléfono móvil de Mikasa emitió un sonido. Se trataba de un aviso de una notificación de mensaje al cual no dudó en atender. El remitente era Jean, uno de sus amigos y compañeros de oficina, el texto del mensaje era largo y no era para menos, el contenido era importante que involucra también a Mikasa:

“Lo siento por molestarte justo el día en que descansas. Ha pasado algo en la empresa, por lo visto alguien ha robado dinero y, como era de esperar, Pixis está bastante cabreado.

Todavía no se sabe el nombre del culpable, por eso, el jefe ha convocado una reunión y quiere que también estén todos los que hoy tenían día libre.”

Las primeras dieciséis letras hicieron que la chica arrugase el entrecejo sin entender absolutamente nada después de leer el resto del contenido, su expresión confusa pasó por una de asombro y después de asimilar todo le dio una respuesta a su amigo:

“No te preocupes, Jean, no fue ninguna molestia. Dile a Pixis de mi parte que estaré allí en menos de diez minutos.

Muchas gracias por avisar.”

A Tale of Six Trillion Years and One NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora