Acto I, Capítulo V

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Una gran ereccion se había formado en el bóxer del pelinegro. Con movimiento rápido se lo quitó lo arrojó fuera de las duchas. Su polla blanca como él salió disparada, a Dani le llamó la atención que fuera tan grande y tan venosa a la vez.
Cogió el culo del rubio y lo manoseó con ganas. Escuchó el primer gemido del chico y se volvió loco.

-¿Va a ser sin condon?- preguntó el que estaba a cuatro.
-¿Como lo quieres tú, perrito?
-Sin condon. El condon es de maricas.
-Bien dicho.- subió la cabeza, dejando las nalgas solas.- ¿Lo hacemos en el banco?
-Dónde tú quieras.

Los dos amigos se sentaron justo al lado de Dani, que se apartó un poco para que no parase la magia del momento.

-Narciso, esto, eh, ¿p-puedo seguir besándote?

El no contestó, simplemente le besó. Primero fueron besos lentos, luego besos más largos y pasionales. Cualquiera que los viera no pensaría que era la primera vez que lo hacían.
Narciso estaba sentado y apoyado en la pared, Enrique se había puesto encima de él.

-Metemela ya, por favor.- Enrique había cortado los besos.
Sin decir palabra, el rubio elevó las nalgas, Narciso las agarró y con cautela las abrió. Las bajaron y metieron poco a poco la polla dentro, pero sin detenerse.

Enrique contuvo la respiración mientras Narciso entraba en él, hasta Dani notó su excitación.

-¿Te duele?- le preguntó cuando ya estaba completamente dentro.
-N-no.
-Prepárate.
-Yo nací preparado.

Enrique subía y bajaba, a ritmo lento pero constante. Mientras, Narciso le miraba con la boca abierta, una gota de baba se deslizaba en su mejilla.
Pararon y se quedaron mirándose fijamente. No tenían nada que decir, ya todo estaba dicho entre ellos dos. Las cosas que hacían en sus camas sobrepasaban la amistad, pero a los dos les encantaba.

-¿Qué pasa?- preguntó Narciso finalmente.
-Te quiero, bro.- dijo con voz temblorosa.- Aunque suene muy gay, te quiero.

El chico sonrió.

-Yo también te quiero, tío.- y le dio un beso en los morros.
-¿Me pongo a cuatro?
-Si, por favor. Como un perrito obediente.

Él lo hizo y ladró.

-¿Qué has hecho, cabron?- dijo Narciso, riendo.
-Lo que hacen los perritos obedientes.
-Tú no eres normal.
-Habló el que le pide a su amigo dejarle que le folle el culo.

Narciso soltó una carcajada.

-Abre bien ese culito que un misil va a impactar en él.

El marica invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora