Acto I, Capítulo I

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Al despertar Dani Aragonés una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un ser invisible. Tardó en darse cuenta de ello; primero pensó que era un sueño, se pellizcó y no se despertó, luego que estaba muy cansado, tomó café y siguió así, por lo que no le tocó otra que aceptarlo.
Dani era un chico que aguantaba muchas situaciones sin quejarse, una de ellas fue el descubrimiento de su homosexualidad a los doce. A sus 16, vivía su existencia tranquila en el instituto: no se relacionaba con nadie, y lo más importante, nadie le molestaba.

Aunque al principio pensó en despertar a sus padres, que no tendrían que ir al trabajo hasta una hora más tarde; finalmente se decidió en no contárselo a nadie.

Desayuno y salió a la calle, desnudo. Pero claro, nadie le veía.

Iba felizmente por la calzada, ni el tacto del frío suelo le molestaba.

Tenía ganas de visitar un par de sitios, aprovechando su inesperada invisibilidad.

Primero se coló en una exposición de fotografía, que le gustó mucho, más tarde fue a un cine, donde se sentó en la última fila con más espacio que un rey.
Sin embargo, tenía ganas de otra cosa, pero tuvo que hacer esas cosas antes para ganar tiempo.

Llegó al instituto, donde estaba su misión. Entró por la puerta y se coló a la sala de profesores. Allí había un par de maestros, pero sólo le importaba Nacho, su profesor de Educación Física, vestido con ropa deportiva negra. El era parcialmente calvo, no obstante, este rasgo solo le producía más madurez. Además, el pelo que no tenía en la cabeza lo tenía en la cara: la barba le llegaba hasta el cuello.
El maestro estaba sentado en la silla, mirando su tablet.
Dani pasó a la acción.

El marica invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora