Capitulo 3 : Entre Líneas

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LUCIAN

Los murmullos de las estudiantes y el crujido de los asientos me indicaban que la clase había comenzado. Me instalé en mi escritorio, observando con satisfacción cómo cada mirada se posaba sobre mí.

—¿Qué les parece la obra de Cervantes, mis queridos alumnos? —pregunté con una sonrisa-, disfrutando del poder que mis palabras tenían sobre ellas.

—Me parece una obra llena de locura, profesor Vesper —respondió una de las estudiantes, con una voz llena de admiración—. Es imposible no sentir empatía por el Quijote, a pesar de su locura.

—Exacto, profesor, El Quijote nos muestra que la locura puede ser una forma de ver el mundo. Es una crítica a la realidad, a la sociedad —dijo otro alumno, con fervor.

—Yo no estoy tan segura —dijo Rebeca desde la última fila, con una voz suave pero firme-. Creo que el Quijote no está loco. Él simplemente vive en un mundo de sueños, de ideales. Él cree en la nobleza, en la justicia, en la belleza del mundo, mientras que los demás solo ven lo que hay a su alrededor.

Las palabras de Rebeca resonaron en el aula, como si hubieran cortado un hilo invisible que nos unía a todos.
La interrumpí con una sonrisa:

—Una interpretación interesante, Rebeca. ¿Por qué crees que la locura es un camino hacia la verdad? ¿No crees que a veces la realidad es demasiado dura como para ser enfrentada?

—La realidad es lo que es, profesor. La locura no es la respuesta. La fe, la esperanza, la compasión, eso es lo que nos lleva a la verdad. No la locura — respondió Rebeca con una convicción que me cautivó.

El timbre de la clase resonó en el aula, anunciando el final del tormento intelectual que había sido la última hora con mis alumnos. Como siempre, había disfrutado de la atención de las mujeres, de la manera en que mis palabras las hipnotizaban y las hacían suspirar, pero una sola mirada me mantenía cautivado.

No podía negarlo, esa mujer era un enigma. Su fe, un escudo impenetrable, era a la vez un desafío y un imán para mí.

Mientras las estudiantes se apresuraban a salir, me aseguré de quedarme un momento más, observandola mientras recogía sus apuntes.

—Rebeca, ¿podrías quedarte un momento? Me gustaría charlar contigo sobre la obra de Cervantes —le dije, evitando la mirada inquisitiva de las otras alumnas.

Ella asintió con la cabeza, sin decir nada, y esperó a que todos salieran.

—Lo siento, pero no estoy segura de entender a qué te refieres exactamente —dijo con un tono suave, con algo de dudas.

—Me refería a tu interpretación del simbolismo en "El Quijote". Tu análisis es brillante, pero me intriga una idea que tienes sobre la locura. ¿Podríamos hablar de ello más a fondo? —le pregunté, mirándola fijamente.

Ella titubeó un instante, antes de asentir.

—Claro, pero solo por un momento, tengo mucho trabajo pendiente —dijo mientras se levantaba y me seguía fuera del aula.

Salimos al campus, un laberinto de edificios antiguos y jardines bien cuidados, buscando un rincón tranquilo donde discutir nuestros pensamientos sobre el Quijote.

—En realidad, no era solo el simbolismo lo que me llamó la atención, Rebeca. Fue tu interpretación de la locura. ¿Crees que la locura es un camino a la verdad? —le pregunté, sin poder evitar la fascinación que me producía su mirada.

—No creo que la locura sea un camino a la verdad. Creo que es una enfermedad que puede llevarnos a la destrucción. Pero la fe, eso sí, es un camino hacia la verdad. Un camino que no tiene nada que ver con la locura —respondió con convicción, sus ojos brillando con una luz que no podía descifrar.

—Entonces, ¿tú crees que la fe es una fuerza poderosa? Más poderosa que la razón? —le pregunté, acercándome un poco más a ella.

—La razón puede ser fría e insensible. La fe, sin embargo, es una fuerza que nos mueve hacia la esperanza, hacia el amor. Esa es su fuerza -respondió con una seguridad que me fascinaba.

Ella era la única que podía despertar en mí una conversación que no tenía nada que ver con el deseo o la seducción. Era como si, en sus ojos, se reflejara algo que yo no podía alcanzar. Una luz que era ajena a mi oscuridad.

Nuestra conversación, llena de pasión y convicción, se prolongó por más tiempo de lo que ambos habíamos previsto. Al final, cuando llegó el momento de despedirse, Rebeca, con una sonrisa tenue, pero amable, me dijo:

—Gracias por la conversación, profesor Vesper. Ha sido interesante.

—Fue un placer, Rebeca. La próxima vez, te invito a leer "El retrato de Dorian Gray". Tal vez, ese mundo, donde la belleza puede ser un veneno, nos acerque más —le dije, mientras la acompañaba hacia su residencia.

Al llegar a la entrada de su dormitorio, me detuve.

—Rebeca, ¿puedo llevarte hasta tu habitación? —pregunté, con un tono gentil.

Ella me miró con sorpresa.

—No es necesario, estoy bien —respondió.

—Insistiré —le dije con una sonrisa amable—. No me gusta dejar a las mujeres solas en la noche.

Ella asintió, y mientras caminábamos hacia la habitación, pude sentir una calidez en su mirada que no había percibido antes.

—Hasta mañana, Rebeca —le dije al despedirme, mirándola con una intensidad que ella no pudo evitar.

—Adiós, profesor Vesper —dijo, con una sonrisa que no pude interpretar.

—Rebeca —le dije antes de que se fuera-, es la primera vez que te despides sin enfadarte conmigo —dije con un toque de orgullo en la voz—. No soy tan mala compañía.

Ella solo me dedicó una sonrisa traviesa y se deslizó dentro de la residencia.

Parece que mis palabras lograron abrir una fisura en su inquebrantable escudo , ya no resulta tan titánica la hazaña de seducirla , solo tenía que seguir a ese ritmo , aunque algo me preocupaba.

Tenía algo que la hacía ver diferentes a las demás , algo que me provocaba un impulso a querer involucrarme más , a querer saber más de su vida.

La verdad era que, por primera vez en mucho tiempo, no estaba seguro. Ella había provocado algo en mí y no tenía ni idea de cómo controlarlo.

Éxtasis Prohibido | La Decisión de LucianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora