Capitulo 6 : Sombras del Pasado

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LUCIAN

Sentía el frío en mi piel, no solo por la brisa helada que soplaba entre los árboles, sino por la presencia que se acercaba.

Rebeca, a mi lado, temblaba. Podía ver cómo la angustia se apoderaba de ella, su respiración se aceleraba y sus ojos se abrían como platos. En ese instante, comprendí que el horror estaba a punto de desatarse.

Cuando la silueta emergió de la multitud , el tiempo pareció detenerse. Todo a mi alrededor se volvió una pintura congelada: las hojas no se movían, el viento se había callado, y solo yo y esa figura podíamos seguir en movimiento. Mi corazón latía con fuerza, y la inquietud crecía en mi pecho. Sabía lo que era esa entidad; un Ángel Caído, uno de esos seres oscuros capaces de manipular el tiempo a su antojo.

—¿Quién eres? —pregunté con una voz que resonaba en la quietud como un eco en un abismo.

La figura avanzó lentamente, su capucha oscura ocultando la mayor parte de su rostro. Al acercarse lo suficiente, comenzó a quitarse la capucha, revelando una cara que nunca había deseado ver de nuevo. La rabia y la furia me consumieron como llamas voraces.

—Dorian... —susurré con odio en mis palabras—. Dime qué es lo que buscas por aquí.

El ángel caído sonrió con toque de arrogancia y ego.

—Ey, ey, ¿y esa agresividad? Esas no son maneras de tratar a tu hermano.

—Hace tiempo que dejaste de ser mi hermano —respondí dejando cada palabra impregnada de un veneno que solo yo podía sentir.

Dorian dejó escapar una risa burlona, como si disfrutara del dolor que mis palabras le infligían.

—¿Todavía me tienes rencor por lo que pasó con aquella mujer? Si no la hubiera matado en ese momento, no tendrías la fama que tienes ahora. No estarías disfrutando de los placeres de la vida como lo haces.

La provocación fue suficiente para hacerme levantar del asiento. Las garras y colmillos emergieron de mi ser, un reflejo de mi verdadera naturaleza. Pero antes de que pudiera avanzar, Dorian levantó una mano, deteniéndome en seco con un poder que me paralizó.

—Ahora escucha lo que tengo que decirte —dijo Dorian con una voz autoritaria que guardaba algún tipo de resentimiento—. Durante muchos años he buscado la forma de hacerme con el poder absoluto de la Tierra. Trabajar para el beneficio de los humanos me aburría. ¿Por qué iba a servir a seres inferiores cuando podría ser yo quien los dominara?

Sentí cómo la impotencia me ahogaba mientras Dorian continuaba.

—Deserté del cielo para unirme al lado oscuro. Es cierto que al convertirme en ángel caído perdí varios de mis poderes, pero el hecho de que me quedara con la capacidad de detener el tiempo se ajusta perfectamente a mis planes. Y si no mírate a ti; el rey de los incubos, te tengo bajo mi merced y no te he matado porque todavía te considero mi hermano y te necesito para mis planes.

—¿Qué planes se te han ocurrido ahora y para qué me necesitas? -pregunté, aunque sabía que cada palabra era un eco vacío en el abismo creciente.

—Después de trabajar varios años para Lucifer, le propuse la conquista absoluta de la Tierra. Se rió y me dijo que no hay fuerza en el infierno capaz de amenazar el equilibrio divino... al menos todavía.

Así que me dediqué entonces a seguir los movimientos de Lilith y fue cuando lo descubrí : una profecía que hablaba del Anticristo y de cómo este llevaría a la Tierra al caos.

»También me enteré de que fuiste tú el incubo encargado para cumplir esta misión y que te encontrabas aquí en México. Fue fácil encontrarte; sigues descuidado, dejando chicas inconscientes a tu paso. Aunque te has hecho débil; en tus buenos tiempos esas lomas eran de cadáveres, no de personas desmayadas.

La rabia ardía en mí mientras escuchaba sus palabras venenosas. Me sentía atrapado, incapaz de moverme mientras mi hermano continuaba desnudando mis heridas.

—Lo que estoy buscando es hacer un motín en el infierno y revelarme contra los jefes de los grandes clanes. Después contra los altos demonios... haciéndome con todo el poder del infierno.

—Estás loco, Dorian; tú y todos los que te sigan en esta descabellada idea —repliqué, tratando de mantener la calma ante la tormenta que se avecinaba.

Dorian sonrió confiado , como si ya hubiera ganado la batalla antes incluso de comenzar. En ese instante supe que el verdadero enfrentamiento apenas estaba por empezar.

—Ay, hermanito, y aquí es donde entras tú —dijo Dorian, su tono sarcástico me daba a entender que él sabia más de lo que me contaba.

»Según escuché , el que se haga con el control del anticristo tendrá el poder suficiente para ser el rey del infierno y liderar a todas las tropas a una invasión a la tierra provocando caos y desgracia a su paso.

»Lo único que tienes que hacer es revelarme la ubicación de la mujer para así tener una ventaja contra Lilith , y cooperar ya que para el nacimiento del anticristo hace falta la mujer elegida y un incubo y para mí suerte ya tengo a una de las piezas de este rompecabezas delante mío.

—Nunca en la vida haría un trato contigo, Dorian, y menos aún traicionaría a Lilith —le respondí con voz firme, aunque sentía que la incertidumbre comenzaba a hacer mella en mí.

La seguridad de la mirada de Dorian que me hizo sentir como si estuviera atrapado en una telaraña de desesperación.

—Tranquilo, serás compensado. Si me cumples, podrás tener todas las riquezas que puedas imaginar y una posición privilegiada en la nueva jerarquía infernal, en agradecimiento por tu esfuerzo.

Mi determinación se mantenía firme, pero la amenaza implícita en sus palabras me hizo dudar.

—Te vuelvo a repetir que nunca trabajaría contigo —dije con más fuerza, aunque en el fondo sabía que el peligro era real.

Dorian se acercó un poco más, su mirada era penetrante como un cuchillo afilado.

—Bien, solo venía a informarte de mis planes. Y a decirte que si te niegas, no eres el único incubo en todo el infierno. Es cuestión de tiempo convencer a uno, aunque sean los más leales a Lilith.

El miedo se apoderó de mí al escuchar su última frase. Sabía que Dorian tenía contactos y aliados en las sombras. No podía permitirme ser un peón en su juego, pero tampoco podía ignorar las ramificaciones de su amenaza.

—Para que veas que todavía te tengo consideración —continuó Dorian—, —no voy a dejar que te vean en esa forma demoníaca.

En un abrir y cerrar de ojos, sentí cómo su poder me envolvía. Antes de que pudiera reaccionar, el mundo se desvaneció a mi alrededor y me encontré en un callejón oscuro, lejos de la mirada curiosa de los humanos. La ciudad brillaba a lo lejos, pero yo estaba atrapado en un rincón sombrío.

—Nos volveremos a ver, Lucian —dijo Dorian antes de desaparecer volando entre las sombras.

La incertidumbre me invadió. Ahora sabía que tenía que detenerlo. No podía permitir que encontrara a Rebeca. La idea de que ella fuera utilizada como un peón en su maquiavélico plan me llenaba de angustia. Tenía que actuar rápido; cada segundo contaba.

Me quedé solo en el callejón, el eco de sus palabras se habían quedado en mi mente. Los planes de Dorian eran peligrosos y ambiciosos; no podía dejar que se salieran con la suya. Tenía que proteger a Rebeca y desbaratar sus planes antes de que fuera demasiado tarde.

Con determinación renovada, me dirigí hacia la salida del callejón. No podía dejar que el miedo dictara mis acciones. La batalla por el control del Infierno había comenzado, y yo estaba decidido a luchar hasta el final.

Éxtasis Prohibido | La Decisión de LucianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora