PSIQUIATRICO

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Pasar veinticuatro horas en un viejo psiquiátrico para ganar un millón parecía pan comido. Pero han pasado veintiséis horas y la puerta sigue cerrada.

Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales no consensuadas, relaciones sexuales de consentimiento dudoso, elementos blasfemos y asesinato de personajes secundarios.

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Gulf pensó que pasar veinticuatro horas en un antiguo psiquiátrico por un millón de bahts era una manera fácil de hacerse rico.

Pero después de veintiséis horas y de encontrar las puertas aún cerradas, estaba comenzando a reconsiderar su decisión.

El anuncio que lo había traído hasta allí había sonado como a una estafa, pero la pareja de ancianos con la que se había encontrado parecía muy confiable. Su casa era literalmente una mansión, por lo que Gulf no tenía dudas sobre si tenían o no el dinero, y decidió intentarlo.

Todo lo que tenía que hacer era pasar un día en un edificio espeluznante y sería millonario.

Claro, había historias sobre todos los pacientes asesinados en el lugar, como hace cincuenta años y que por eso cerró, pero Gulf no creía en mierdas como esa.

No se molestó en lo más mínimo cuando la pareja de ancianos lo encerró con nada más que una linterna. Pensó que la parte más difícil sería no comer durante tanto tiempo. Al menos tenía agua, y pasó la primera parte de su aventura en el psiquiátrico buscando nuevas formas de apilar todas las botellas.

Se sobresaltó una o dos veces cuando escuchó algún crujido o ruido extraño, pero una búsqueda rápida siempre resultaba en nada.

Gulf estaba solo en ese lugar y pronto sería un millón de bahts más rico. Podría salir de su apartamento tipo estudio de mierda, comprar comestibles sin preocuparse por sobregirar su cuenta bancaria y tal vez encontrar un novio estable: pasar casi un año sin tener sexo era una total mierda.

Después de encontrarse una cama mohosa en la que pasar la noche, se despertó para tomar un desayuno compuesto por agua y decidió explorar para no pensar en su estómago vacío.

El lugar no era tan malo durante el día.

Hacía décadas que no había sido ocupado, y sería un escenario excelente para una película de terror. Encontró equipo hospitalario roto en abundancia, montones de colchones y mucha, mucha basura.

Casi había esperado descubrir alguna especie de laboratorio diabólico y secreto en donde el personal alguna vez había hecho experimentos con los pacientes; pero lo más interesante que encontró fue un mapache momificado.

Las horas pasaban, y era casi medianoche otra vez. Hora de hacerse rico.

Esperó junto a las puertas delanteras, pero nadie vino. Esperó un poco más y todavía seguía sin que nadie viniera. La puerta aún estaba cerrada.

Eran las dos de la mañana, y Gulf estaba furioso.

Parte del trato había sido que no podía traer su teléfono celular. No había electricidad, por lo que probablemente tampoco había esperanza de encontrar algún teléfono fijo que funcionara. También le habían dicho que no podía decirle a nadie lo que estaba haciendo hasta después de haber ganado, y había estado tan emocionado ante la idea de hacerse rico que estuvo de acuerdo, e incluso no se lo dijo a nadie.

Nadie sabía que estaba aquí y no tenía forma de contactar con el mundo exterior.

Nuevo plan. Iba a escaparse.

Las puertas delanteras eran gruesas monstruos de madera, y no había forma de que pudiera atravesarlas. Estaban cerradas por fuera con cadenas, lo sabía porque podía oírlas traquetear cuando sacudía las puertas. Fue de ventana en ventana, pero todas tenían gruesos barrotes de hierro y las paredes eran de cemento.

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