SOLO

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Llegas a casa, cansado después de un largo día de trabajo, y listo para una noche de relajación a solas. Alcanzas el interruptor de la luz, pero una mano ya está allí.

Advertencia: La siguiente historia incluye relaciones sexuales monstruosas con tentáculos, bondage con tentáculos y juego non-con.

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Gulf estaba agotado.

Lo único que deseaba era volver a su aburrida y vacía casa para pasar una noche relajándose a solas. Después de dieciséis horas de pie haciendo doble turno en el hospital, un vaso de vino tinto y su cama sonaban de maravilla.

Entró a su casa, cerró la puerta tras de sí y buscó el interruptor de la luz. Ya había una mano allí.

Cálida, resbaladiza, mucho más grande que la suya.

Gulf se congeló inmediatamente y trató de averiguar qué demonios se escondía allí, en la oscuridad, justo delante de él. Intentó escuchar una respiración que no fuera la suya, pero era difícil oírla con el corazón palpitando en sus oídos. La mano bajo la suya se sentía tan ajena y fuerte, y le aterraba lo que iba a ver si se atrevía a empujar hacia arriba y pulsar el interruptor.

Había algo en su casa. Algo estaba allí mismo.

No tenía ningún tipo de arma que pudiera utilizar, y nunca había sido un tipo especialmente en forma. Podía intentar golpear al intruso con su bolsa de lona, pero lo único que tenía dentro era su bata sucia de su largo turno de hoy, así que no haría mucho daño. Los segundos pasaban y no sabía qué hacer. El pánico se apoderaba de él y le oprimía el pecho.

Aquella cosa parecía igualmente estancada y no realizaba ninguna acción, y allí, mierda, Gulf podía oír su respiración demacrada y pesada.

Mierda, no podía aguantar el suspenso ni un segundo más.

Encendió la luz, parpadeando mientras sus ojos se ajustaban, y contempló el enorme monstruo que tenía ante sí.

Lo primero que le llamó la atención fue el color: era verde neón, casi iridiscente, y le sorprendió que no hubiera brillado en la oscuridad cuando el interruptor estaba apagado. El color era fascinante, y cambiaba a varios tonos de esmeralda y lima cuando la luz se reflejaba en sus escamas.

Oh, vaya, las escamas.

Tenía el cuerpo de un dragón gigante con escamas brillantes, con patas traseras abultadas para sostenerse, una cola puntiaguda y alas enormes. Su cabeza era larga y ancha como debería ser la de un dragón, pero tenía una gruesa barba de tentáculos retorcidos como ningún dragón que Gulf hubiera visto antes. Tenía dos elegantes cuernos en la parte superior de la cabeza y miles de ojos, todos ellos negros y brillantes, que miraban a Gulf con aparente sorpresa.

—Yo... Qué...— Gulf tartamudeó, buscando algo que decir.

—Eres precioso—, retumbó el monstruo mientras sus dedos se enlazaban con los de Gulf en el interruptor de la luz. —La espera ha merecido la pena.

—¿Eh, qué?— La cara de Gulf se encendió inmediatamente. La forma en que el monstruo lo miraba lo ponía caliente, y el suave toque del pulgar del monstruo acariciando la mano de Gulf era un señuelo embriagador.

Nunca nadie lo había llamado hermoso. Nunca nadie le había sostenido la mano así ni lo había mirado de esa manera.

Gulf miró la boca del monstruo, embelesado por unos labios verdes y un rápido movimiento de una lengua rosa y caliente.

—Soy Mewtathoth, pero puedes llamarme Mew—, dijo el monstruo. —¿Del 1-800-Fuck-A-Monster?

—Espera, ¿qué?— Gulf se quedó mirando.

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