Dos: La fiesta

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Bailaba al ritmo de la música dejándome llevar, me había alejado de mis amigas para salir a tomar aire y fumar. Mientras sacaba el cigarrillo de la caja intentando que no se me caiga el vaso, sentí una presencia a mi lado, muy cerca. No presté demasiada atención, hasta que al ponerme el cigarro en la boca, noté una mano acercándome un encendedor prendido. Alcé la vista cruzándome con Lando. Sonreí de lado y dejé que encienda mi cigarrillo. Solté el humo hacia arriba y me volví a él, que ahora estaba frente a mí, moviéndose de lado a lado al ritmo de la música.

—No pensé que vendrías. —confesé.

Él sólo se encogió de hombros y se acercó aún más, invitándome a bailar con él. Su brazo rodeó mi cintura y el mío su cuello. Bailamos un rato hasta que terminé el cigarrillo y él su trago. Se alejó y me agarró de la mano.

—Ven. —hizo el gesto de que lo siguiera con la cabeza y obedecí.

Noté que nos llevaba a la cabina del DJ, al llegar le dijo algo al de seguridad y nos dejó pasar a ambos. No era muy grande pero estaba vidriada. El chico que estaba se fue y Lando cerró la puerta y se colgó los auriculares al cuello. Yo lo miraba extrañada.

—¿Qué haces? —pregunté risueña, el alcohol ya empezaba a hacer efecto.

Él sólo rió y me hizo el gesto para que fuera con él. Me acercó poniéndome de espaldas a él, sentía su pecho en mi espalda, y otras cosas...

—¿No sabías que era DJ también? —Murmuró sobre mi oído causándome escalofríos, negué.

Me rodeó con sus brazos para llegar a la consola. Movió un par de cosas hasta que pareció satisfecho y me agarró de la cintura con un brazo, presionándome contra él y bajando la mano al mismo tiempo, casi hasta cierta altura.

Intenté controlarme, aunque las ganas ya no eran tan fáciles de manejar. Menos bailando así, pegada a él. La gente parecía no enterarse de nada para mi suerte, porque podía jurar que su mano cada vez bajaba más. Ya me estaba volviendo loca, pero no sería yo la que lo haría.

Unos segundos después tuve que recordarme porqué no lo haría, ya que había empezado a dejar besos por todo mi cuello, sacándome algún que otro suspiro.

—Es más divertido así, ¿no? —preguntó contra mi cuello.

Me mordí el labio sonriendo, podía hacer lo mismo. Empecé a moverme contra su entrepierna menos discretamente, escuchaba como se le agitaba la respiración.

— Sí, la verdad que sí. —respondí.

Cuando ya no daba para más la situación, me dio la vuelta y se abalanzó sobre mis labios, devorándolos como nunca nadie lo había hecho. Lo seguí, sentí que toco algo en la mesa y volvió a rodearme con sus brazos, sus manos viajaban por todo mi cuerpo. Nunca había sentido tanta desesperación mutua porque esto pasara.

De un momento a otro, yo estaba de espaldas a él contra la mesa y con la pollera arriba, y él estaba con los pantalones bajos, sosteniendo mis caderas y dejando besos por todo mi cuello.

—Nos van a ver. —avisé.

—Está polarizado —ronroneó contra mi cuello.—. Deja las preocupaciones y disfruta. —una de sus manos se adelantó hasta mi zona sensible, moviéndose con conocimiento.

Entonces lo sentí entrar, tuve que morderme el labio para no hacer ruido. Aunque la música estuviese fuerte el seguridad de al lado de la puerta podría escuchar. Sin embargo, todo eso desapareció cuando volvió a dar otra estocada.

Después de unos quince minutos, probablemente los mejores de mi vida, terminamos. Salimos de la cabina como si nada y seguimos bailando. Cuando el sol empezó a salir me preguntó si quería ir a su casa, acepté, de todas formas ya había pasado lo que tenía que pasar.

Hate. (Lando Norris)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora