III. Cumpleaños

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La mañana del 22 de diciembre, una nevada ligera despertó a Megumi, junto con un mensaje de feliz cumpleaños de parte de Yuuji y sus amigos en el chat grupal. Después, todos desaparecieron por el resto de la mañana y ninguno respondió sus mensajes; incluso los maestros y los asistentes parecieron estar evitándolo.

Se dio cuenta cuando recibió una misión para ese día. Kusakabe, el nuevo director, se encontró a solas con él para entregarle los detalles del trabajo; después lo envió con Nita al lugar donde debía exorcizar a una maldición de rango menor. Ninguno le dirigió más palabras de las necesarias para comunicarle los detalles del trabajo; incluso cuando intentó preguntar si Itadori o Nobara tenían misiones para ese día, solo recibió respuestas vagas y confusas.

No era tonto. Fushiguro se dio cuenta de que algo extraño estaba pasando, pero antes de investigar que ocurría, decidió apresurarse a terminar con la misión para poder volver a los dormitorios lo más pronto posible.

 Fushiguro se dio cuenta de que algo extraño estaba pasando, pero antes de investigar que ocurría, decidió apresurarse a terminar con la misión para poder volver a los dormitorios lo más pronto posible

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Fushiguro regresó a la escuela al medio día. La nieve se acumulaba con lentitud en el suelo y las ramas secas de los árboles; los salones y corredores estaban desiertos, la madera crujía por el frío y sus compañeros y maestros no estaban por ningún lado. Por un momento se temió lo peor, hasta que recibió un mensaje de Nobara: «Ven a tu habitación, ahora.»

Frunció el ceño y se alarmó tanto, que cuando se dio cuenta ya estaba corriendo bajo la ligera ventisca, directo hacia los dormitorios. No tardó ni tres minutos en llegar, y fue a centímetros de la puerta que escuchó un par de voces cómplices tratando de silenciarse unas a otras. Entonces pareció descubrir el misterio, y aunque no estaba convencido de sus sospechas, abrió la puerta con algo de nerviosismo.

—¡Feliz cumpleaños!

En un instante el confeti voló a su cara, y luego fue cegado por el flash de una cámara. Era una sorpresa de cumpleaños con pastel, gorritos de fiesta, un par de globos y sus compañeros.

—¿A que no lo sospechabas, eh, Fushiguro? —Nobara se acercó para ponerle uno de esos ridículos gorros. Panda le dio un globo, Inumaki otro y Maki le tomó una foto.

—Pide un deseo —dijo Yuta, quien sostenía un pastel con tres velas azules.

Fushiguro estaba algo desorientado; aun así solo lo pensó un segundo y después sopló, mientras Maki tomaba otra foto.

—Fushiguro, lamento no haber respondido tus mensajes, pero tenía que mantener todo esto en secreto. —Itadori se acercó y le dio un abrazo—. Feliz cumpleaños.

—Si... entiendo. —Seguía desconcertado. No sabía cómo actuar, así que correspondió el abrazo y luego se apartó de la entrada para dirigirse a sus compañeros—. Gracias. A todos.

—El crédito es de Itadori; él organizó todo —dijo Maki y Yuuji sonrió avergonzado.

—Salmón.

—Luego discutimos quién hizo que, ahora, vayamos a la sala común a comer. Tengo hambre —interrumpió Nobara.

—¿No habías ido a comer sushi con Maki? —indagó Panda.

—No tuvimos tiempo. Fushiguro volvió demasiado pronto.

—Compramos el sushi y lo dejamos en la sala común —agregó Maki—. Ah, sí, Itadori también cocinó albóndigas.

—Pues que estamos esperando, ¡vamos!

—¡Salmón!

Inumaki y Nobara salieron corriendo de la habitación, seguidos de Panda y Maki, quien más que emocionada parecía molesta por el escándalo que hacían esos tres. Yuta fue el último en salir para darle privacidad a la pareja, no sin antes decirles que se apresuraran para poder comer el pastel todos juntos.

A solas, Fushiguro soltó los globos que se elevaron al techo, y se quitó el gorrito de cumpleaños.

—Entonces, ¿todo fue tu idea?

Ambos se acercaron. Sus miradas tímidas se buscaban por el rabillo del ojo y sus manos vacilaban tratando de encontrarse.

—Sí, bueno... No es mucho, pero espero te guste. —Itadori llevó una mano detrás de su cuello y de reojo miró a su novio—, ¿te gustó?

Fushiguro esbozó una sonrisa mientras un sutil rubor pintaba sus mejillas. Hace mucho que no recibía una sorpresa de cumpleaños así, probablemente desde que Tsumiki había enfermado, así que, ¿cómo no le iba a gustar?, si además a él le gustaba todo lo de Itadori.

—Sí, me gustó.

—Qué bueno. —Suspiró aliviado y luego rio alegre—. Dime, ¿qué deseaste?

La curiosidad se comía a Itadori que daba saltitos en su lugar. Fushiguro vio brillar sus ojos y se acercó más a él, como si fuese atraído por algún tipo de fuerza imposible de frenar.

—No te diré —susurró y enseguida besó fugaz a su novio—. Los deseos de cumpleaños se mantienen en secreto, o si no, no se cumplen.

Entonces salió de la habitación directo a reunirse con sus demás compañeros, sin importarle haber dejado a un sonrojado Itadori en su habitación.

—¡Fu-Fushiguro!

—¡Fu-Fushiguro!

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Pedacitos de una historia de amor • ItaFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora