Capitulo 8. ¿Jugarás el juego?.

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Kelly


Después de lo que acaba de pasar, camino hacia mi casa en silencio, mi  completamente revuelta. Mi corazón todavía late rápido, pero no por el beso. No fue un beso dulce o romántico, fue una batalla. Yo tenía un plan, y ahora siento que todo se es de Smith no debía ser esto, no debía ser… él.

Entro a casa y cierro la puerta, recostándome contra ella mientras intento calmarme. ¿Cómo me dejé llevar así? Era una distracción. Solo debía buscar su punto débil y usarlo en su contra. Pero ahora, siento que algo cambió, algo que no puedo controlar.

—Kelly, ¿estás bien? —la voz de Grace me saca de mis pensamientos. Está de pie en la cocina, mirándome con preocupación.

—Sí, solo… un día largo —respondo, obligándome a sonreír. No puedo decirle nada de lo que ha pasado. Ni a ella, ni a nadie.

Subo a mi habitación, y justo cuando me tiro sobre la cama, mi teléfono vibra. Lo saco del bolsillo y lo miro: un mensaje de un número desconocido.


Smith: No juegues conmigo. Esto no ha terminado.

Mi corazón se detiene por un segundo antes de volver a acelerarse. ¿Qué significa eso? ¿Está advirtiéndome o es solo una táctica más para confundirme? Me quedo mirando la pantalla, sin saber si responder o dejarlo en visto. Pero no puedo evitarlo.

Yo: Tú tampoco sabes con quién estás jugando.

Dejo caer el teléfono sobre la cama, sabiendo que estoy caminando en la cuerda floja. Si lo que busco es venganza, debo ser más inteligente, no dejar que él me controle. Pero algo en mí ya sabe que lo que ocurrió en ese callejón ha cambiado el curso de todo. Ahora, no sé si quiero encontrar su punto débil o convertirme en él.

Al día siguiente, decido mantener la distancia, pero no puedo evitar sentir su presencia en cada esquina. En el pasillo de la universidad, cuando cruzo la calle, incluso cuando estoy sola en casa. Es como si estuviera siempre observando, esperando a que haga un movimiento en falso.

Entonces, una tarde, justo cuando pienso que las cosas están calmándose, lo veo en la puerta de mi casa. No se molesta en tocar el timbre. Simplemente está ahí, con las manos en los bolsillos y esa mirada que me hace dudar de todo.

—¿Qué haces aquí? —le digo, tratando de mantener la calma.

—Tenemos asuntos pendientes, Kelly —responde, sin apartar sus ojos de los míos.

—No hay nada más que decir —miento.

—Oh, sí que lo hay —dice, dando un paso hacia mí—. Y no me iré hasta que lo hagamos.

El aire se vuelve denso, y sé que esto no ha terminado. Smith no es alguien fácil de manipular. Y lo peor de todo es que, tal vez, ya no quiero hacerlo.

Smith


No debería haberla besado. Lo sé desde el primer momento en que nuestros labios se separaron. Pero había algo en ella, algo que me atraía más de lo que quería admitir. No era la primera vez que alguien intentaba acercarse a mí, pero Kelly… Kelly era diferente. Ella no me temía, y eso me desconcertaba.

Después de lo que pasó en el callejón, la he estado observando. Sé que ella también lo hace, que me sigue, pero lo que no entiende es que yo siempre voy un paso adelante. Es un juego, uno en el que ambos estamos participando, aunque ninguno quiera admitirlo.

Mientras la veo caminar hacia su casa, sé que no he terminado con ella. No puedo. Hay algo en sus ojos que me dice que está buscando algo más que respuestas. Algo que ni siquiera ella comprende del todo. Y por alguna razón, eso me fascina.

Le envié ese mensaje para mantenerla alerta, pero la respuesta que me dio… no esperaba que me desafiara así. “Tú tampoco sabes con quién estás jugando.” Me hizo sonreír. ¿De verdad cree que tiene el control? No, Kelly, eso es lo que no entiendes. Yo soy el que mueve las piezas en este tablero.

Al día siguiente, decido dejar que se tranquilice, que piense que tiene el control. La veo en la universidad, con sus amigos, fingiendo que todo está bien. Pero sé que no es así. Puedo ver la tensión en sus hombros, cómo se tensa cada vez que alguien menciona mi nombre o me ve pasar. Me divierte verla intentar mantener la fachada.

Finalmente, decido que es momento de actuar. No puedo dejar que se sienta demasiado segura. Así que la espero en la puerta de su casa. No tengo tiempo para juegos sutiles. Cuando finalmente aparece, sé que ha sentido mi presencia antes de verme. Lo noto en cómo su expresión cambia al acercarse.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta, tratando de sonar indiferente, pero sus ojos la traicionan.

—Tenemos asuntos pendientes, Kelly —respondo, manteniendo mi mirada fija en la suya. No voy a dejar que me esquive esta vez.

—No hay nada más que decir —me dice, como si realmente creyera que puede controlarme.

Sonrío. Ella no tiene idea de con quién está lidiando.

—Oh, sí que lo hay —digo, dando un paso hacia ella. Puedo ver cómo su respiración se acelera, aunque intenta mantener la calma—. Y no me iré hasta que lo hagamos.

El silencio entre nosotros es casi palpable. Noto cómo aprieta la mandíbula, intentando no mostrar debilidad. Pero yo sé que está ahí. Está en su mirada, en cómo sus ojos buscan una salida, pero no la hay. No para ella.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Kelly? —le pregunto, inclinándome un poco más cerca. Quiero verla tambalearse, quiero que me dé una razón para seguir con esto.

Ella se queda en silencio, sus labios entreabiertos como si estuviera buscando las palabras correctas. Pero no las encuentra.

—Lo que te pasa es que no sabes jugar este juego —le susurro al oído, disfrutando de cómo se tensa—. Pero yo sí.

Me separo lentamente, sabiendo que la he dejado con más preguntas que respuestas. Eso es lo que quería. Mantenerla en la cuerda floja, sin saber qué esperar. Este juego apenas ha comenzado, y lo que ella no sabe es que yo nunca pierdo.

~☆~

Kelly


Se va, y me ha dejado desconcertada.
—Hijo del demonio— exclamó aunque sé que ya no me puede escuchar porque ya está en su auto

Al día siguiente quiero seguir sus pasos, pero toda la mañana me fue imposible

Conocí una chica, se llama Margarita, es hermosa su altura es asombrosa, es menor que yo, no tanto solo un año, es bien alegre, me gusta pensar que hay personas transparentes todavía, que existen almas que son puras y se que ella es así, compartimos contactos y quedamos para hablar un día en un café que ella conocía.

Pero de repente  una luz se iluminó y lo vi. Me despedí de Margarita y empecé a seguirlo sin que el se diera cuenta y sin que la gente sospechara algo, lo vi entrar en un café.

Llevaba 20 minutos observándolo y no había hecho nada. Nadie había llegado; solo estaba con un libro y un lápiz.

No sabia si subir y enfrentarlo o no. Ayer me molestó, piensa que solo él puede jugar este juego, que solo el es el mejor, pero le demostraré que no. Jugaré a tu juego Erick. Pero no lo jugaré de tu manera, lo haré a mi manera y sabrás porque no debiste meterte conmigo desde un principio

Así que hice lo no debía  pero, si lo que deseaba.

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Buscando las piezas de mi rompecabezas (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora