Capítulo 15. ¿Lazos quebrantados?

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Cosa sorprendente, mi piso seguía estando bastante bien recogido. No inmaculado al estilo «lo he limpiado todo», claro, pero tampoco era una fosa séptica que provocase un «pero a ti qué demonios te ocurre. A ello había contribuido el hecho de que Jungkook se había quedado a dormir un par de veces y parecía ir limpiando y recogiendo a su paso, como una especie de Roomba humano. Aunque, pensándolo un poco, supongo que un Roomba humano será simplemente una persona con una aspiradora.

Cuando entramos por la puerta, Jungkook aún estaba haciendo lo que fuera que estuviera haciendo, regodeándose o procesando o llorando por dentro. Así que fui a la cocina y saqué mi sartén barata y mi carísimo jamón. Algunas personas seguramente lo habrían hecho al revés. Pero es que algunas personas se equivocaban.

Al cabo de uno o dos minutos, Jungkook —que se había quitado la chaqueta y la corbata, pero llevaba todavía la desafortunada camisa azul que, en mi opinión, le sentaba bien— se reunió conmigo, cosa que mi cocina apenas podía sobrellevar.

—¿Por qué —me preguntó pegándose a mi espalda— tu jamón está debajo del agua?

—Ya te lo he dicho. Es un truquito especial.

—Jimin, yo llevo años sin comer jamón. Te ruego que no me lo estropees.

Si no hubiéramos tenido un día tan horrible, me habría sentido insultado por su falta de fe.

—No voy a estropearlo. Esto funciona a la perfección. Suponiendo, claro está, que te guste el jamón crujiente y delicioso en vez de blandengue y quemado.

—Eso parece una falsa dicotomía.

Abrigué la esperanza de que el hecho de que utilizara la palabra «dicotomía» a sangre fría significase que ya se sentía un poco mejor.

—Solo digo que es una buena forma de cocinar el jamón para que ni se seque ni se convierta en carbón. —Me giré a medias para poder verle los ojos—. Fíate de mí. Si hay algo en la vida que me tomo en serio, es el jamón.

—Ya lo hago. —Me dio un beso en el cuello que me provocó un escalofrío—. Lo de fiarme de ti, claro. No lo de tomarme en serio el jamón.

—Pues has venido aquí para hacer una valoración de mi estrategia con el jamón.

—He venido para estar cerca de ti.

Analicé mentalmente un puñado de maneras de responder a eso, pero decidí que no era el momento de refugiarme en un debate.

—Y a mí me gusta tenerte aquí.

A ver, en sentido abstracto me gustaba tenerlo allí, pero en la práctica me resultaba un poco incómodo. Pero, bueno, se trataba de un sándwich de jamón, no de la Capilla Sixtina. No requería tanta concentración y podía vigilar igual de bien cómo se iba cocinando, tuviera o no los brazos de Jungkook alrededor de mi cuerpo. Al final, el agua se evaporó y el jamón quedó bien crujiente. Como siempre, porque el truquito del jamón es lo mejor del mundo.

Jungkook sacó mi pan de molde (que, gracias a Dios, no estaba mohoso) de la panera que él había insistido en regalarme cuando descubrió que yo dejaba el pan a un lado, como una persona normal, en vez de guardarlo en una caja especial que impidiera que se pusiera rancio. Le puse una cantidad enorme de mantequilla, porque no merece la pena intentar hacer del jamón una comida sana, y le ofrecí a Jungkook una variedad de condimentos. Bueno, más bien le ofrecí tomarlo con kétchup o sin kétchup, porque no estaba tan bien equipado como hubiera querido para preparar sándwiches que proporcionaran apoyo emocional.

Por último, nos sentamos en mi sofá cada uno con su plato en las rodillas, y Jungkook se quedó mirando su sándwich de jamón con esa expresión de anhelo y duda que ponía a veces ante un postre. Y, para ser sincero, ante mí.

En búsqueda de un novio. KOOKMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora