𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟒

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❝𝐂𝐎𝐍𝐅𝐑𝐎𝐍𝐓𝐀𝐓𝐈𝐎❞

El sol de mediodía se alzaba en el cielo sobre el reino de Liones, proyectando su luz dorada sobre las torres y las murallas que bordeaban la ciudad

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El sol de mediodía se alzaba en el cielo sobre el reino de Liones, proyectando su luz dorada sobre las torres y las murallas que bordeaban la ciudad. Era un día como pocos, un día de movimientos agitados y susurros ansiosos. Demasiado ansiosos. Los guardias recorrían el patio del castillo con pasos rápidos, casi tropezando con sus propias botas mientras ajustaban sus armaduras y murmuraban entre ellos. En las calles, los ciudadanos hablaban en susurros emocionados, los comerciantes vendían sus mejores productos y los niños corrían con risas despreocupadas, ajenos a la importancia del día.

El castillo, normalmente imponente pero sereno, parecía una colmena en plena actividad. Sirvientes y consejeros cruzaban los pasillos cargando bandejas y pergaminos, mientras los nobles intercambiaban miradas cómplices y nerviosas. Los caballeros de Liones, hombres entrenados para mantener la calma en tiempos de guerra, apenas podían ocultar su agitación. Algo grande estaba ocurriendo y Elina no tenía ni la más mínima idea. 

Pero claro, ¿por qué no hacemos un resumen?

Sus días se habían vuelto una rutina, una danza entre entrenamiento y lecciones. A menudo se encontraba cruzando los pasillos del castillo, de un lado a otro, tratando de equilibrar la carga física y mental que implicaba ser una caballero sagrado en ascenso. Tres años habían pasado casi como un parpadeo. El ritmo de su vida la había convertido en una figura respetada en el castillo, no solo por su habilidad con la espada, sino por la confianza que el rey y la corte depositaban en ella.

Ahora, como una de las mejores caballeros sagrados, Elina había logrado obtener un puesto que otros solo podían soñar: guardia personal de la  tercera princesa Elizabeth Liones. Aunque no era una posición que hubiera buscado específicamente, le permitió disfrutar de beneficios que le hacían la vida más cómoda. La paga, por ejemplo, era lo suficientemente generosa como para no preocuparse más por necesidades básicas y mantener un estándar de vida que, hasta hacía poco, le era ajeno. 

Dinero, bendito dinero.

Lo curioso era que, a pesar de su título prestigioso y su cercanía con la realeza, Elina no se dejaba atrapar por el entusiasmo que muchos otros sentían. La cercanía con Elizabeth le proporcionaba largas horas de estar pendiente de la inquieta niña que no parecía poder quedarse quieta ni por un segundo, pero no era tanto la relación con la princesa lo que la mantenía atada a esa vida, sino las tardes ocasionales de conversación con el rey Bartra. Bartra, aunque bondadoso, solía lanzar comentarios crípticos y preguntas que la hacían reflexionar sobre el sentido de su presencia en el castillo y su futuro. Algo que Elina, aunque intentara disimular, no podía ignorar. No obstante, también estaba la otra cara de la moneda, donde se concentraban en conversar de temas triviales, casi mundanas.

Este equilibrio entre sus responsabilidades y el tiempo de descanso le había permitido seguir entrenando sin mayor distracción, enfocada siempre en ascender más en la jerarquía de los caballeros sagrados. Para ella, la lucha era lo único que sabía hacer bien, y alcanzar la cúspide del poder entre los caballeros era su único verdadero objetivo.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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𝗟𝗟𝗔𝗠𝗔 𝗗𝗘 𝗖𝗔𝗠𝗘𝗟𝗢𝗧  [Arthur Pendragon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora