1. Fresa

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Era una de esas tardes en Mónaco donde la lluvia caía sin tregua, las gotas golpeando el pavimento con una fuerza implacable, había un temporal de lluvia que estaba aferrado a no desaparecer en bastante tiempo. El cielo, oscurecido por las nubes densas, convertía el día en una mezcla gris con las luces parpadeantes de los autos y los charcos que crecían rápidamente en las calles. Las carreteras, resbaladizas y traicioneras, se llenaban de conductores cautelosos, aunque no todos lo eran.

Checo conducía su adorado deportivo Bugatti Chiron con precisión, manteniendo el control firme sobre el volante mientras los limpiaparabrisas luchaban por despejar su visión. El clima era congruente con el estado de ánimo del mexicano, acababa de salir de una agotadora y muy agobiante reunión de la empresa familiar, por lo cuál no quería lidiar con el tráfico complicado en medio de una tormenta que parecía no iba a cesar pronto, no necesitaba más estrés del que ya tenía sobre sus hombros.

Fue un día desagradable desde muy temprano en la mañana, todo debido a una junta con directivos y socios en la empresa de su familia, la cuál terminó en un rotundo fracaso desde la perspectiva de Sergio. No hubo momento en toda la reunión en el cual su familia y los socios de la empresa no cuestionaran las opiniones que él estaba explicando con lujo de detalle para incrementar el alcance de las ganancias de la organización y alzarla mucho más dentro del mercado internacional.

Con cada nueva idea que daba, él notaba como los demás participantes compartían miradas dudosas entre sí y simplemente desacreditaban lo que decía por ser "demasiado riesgoso" de llevar a cabo en estos momentos, estaban temerosos a arriesgar el trayecto de la empresa a pesar de que el beneficio pudiera llegar a ser muy enriquecedor a mediano y largo plazo.

Checo sabía que era una propuesta atrevida y que la junta directiva no iba a aceptarlo tan fácil, eran muy precavidos en decisiones de ese tipo, por eso planeó muy bien las futuras reuniones para tratarlos de convencer que el riesgo valía la pena en está situación. Pensó que su detallada investigación, sus desvelos al organizar su material, su determinación y su manera destacada de explayarse iban a ser suficientes para obtener su tan deseada aprobación y reconocimiento, lastimosamente fue en vano tras haber recibido el aplastante rechazo en toda su cara.

Su familia trataba de rescatar un poco de las ideas que Sergio había planteado a la junta para no hacerlo sentir desplazado en medio de la discusión, pero al final opinaban con la misma renuencia que los demás socios, se sentía como una palmada forzada en el hombro y ese gesto provocó el efecto contrario en Sergio, en vez de sentirse apoyado, se sentía insultado.

Demonios, él sabía perfectamente de lo que hablaba y percibir la desconfianza de otros, incluída su tan amada familia, lo frustró bastante.

Ese día no iba a terminar ahí para su desgracia, en la noche tenía programado en su agenda un evento social demasiado recatado en el centro de la ciudad para buscar hacer lazos con más inversionistas que depositaran su confianza en la empresa familiar que no hacía más que crecer. Después del desprecio percibido durante la mañana y gran parte de la tarde, las ganas de aguantar un evento nocturno se esfumaron. El simple hecho de pensar en ello y aparentar que no se sentía dolido ante todas esas personas le hizo soltar un muy largo suspiro de cansancio mientras veía la mojada calle frente a él.

Lo único que le reconfortaba de esa reunión era el hecho de que vería a sus amigos y colegas Fernando, Lance y Carlos en ella. Por lo menos podría ir a tomar unos tragos con ellos fuera del bullicio mientras se lamentaba de sus penas o, si su humor mejoraba, planear la próxima salida a una exposición de autos o a jugar golf, pensar en ello hizo que se sintiera menos asqueado con la idea de salir.

En medio de su ensimismamiento, un sonido distante llamó su atención y lo desconcentró de sus recuerdos amargos y los planes faltantes de ese día. Era el sonido de un motor potente, retumbando por encima del rugido de la tormenta. Checo frunció el ceño y miró por el espejo retrovisor, solo para ver una moto acercándose a gran velocidad, esquivando autos peligrosamente. Checo apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la moto, una bestia negra y brillante, derrapó ligeramente al tomar una curva demasiado rápido. El agua que cubría el asfalto hizo que el neumático trasero de la moto patinara, y por un instante, parecía que el conductor perdería el control por completo.

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