El sonido de un casillero golpeando fuerte contra la pared me hizo abrir los ojos. Me di cuenta de que estaba en el armario de limpieza, con Katsuki Bakugo pegado contra mí, su lengua recorriendo mi boca de la manera más descarada posible. Sus manos estaban en mis caderas, apretándome contra él como si estuviera intentando fusionarnos en uno.
—Kacchan —intenté hablar entre besos, pero fue inútil. Él siempre hacía lo mismo: tomaba el control sin importarle nada, y yo... bueno, yo no es que me quejara precisamente.
No es que besarnos fuera algo nuevo, llevamos haciéndolo desde hace meses, aunque sin ninguna explicación lógica detrás. No somos novios ni mucho menos, pero hay algo entre nosotros, una chispa innegable, aunque sea a base de gritos y peleas entre clase y clase.
—¿Vas a decir algo o solo te vas a quedar ahí babeando? —gruñó Katsuki, separándose de mí lo justo para dejarme respirar un poco. Tenía esa maldita sonrisa en su cara, la que hacía que mi estómago se revolviera de nervios y... bueno, de otras cosas.
—Solo... estaba pensando —respondí, intentando sonar casual, pero las palabras me salieron entrecortadas.
—¿Pensando? —se burló, inclinándose hacia mí otra vez. Su aliento caliente acarició mi cuello, y maldije internamente por lo que eso me hacía sentir—. Seguro estabas pensando en otra excusa para que te bese, nerd.
—¡No es eso! —me apresuré a defenderme, aunque en parte tenía razón—. En realidad... estaba pensando que podrías ayudarme con algo.
Katsuki alzó una ceja, visiblemente intrigado, aunque su expresión seguía siendo la misma mezcla entre diversión y desdén.
—¿Ayudarte? ¿Con qué, exactamente?
Solté un suspiro largo, sintiéndome un poco ridículo por lo que iba a decir. Pero ya estábamos aquí, y la idea de Ochako rondaba en mi cabeza como un maldito mosquito.
—Necesito que finjas ser mi novio.
Hubo un segundo de silencio incómodo, y luego, estalló en una carcajada tan fuerte que tuve que empujarlo para que dejara de apretarme contra el casillero.
—¡¿Tu novio?! ¡No me jodas, Deku! —se limpió las lágrimas de risa que empezaban a salirle mientras yo me ponía rojo como un tomate—. ¡¿Desde cuándo te importa lo que piensen esos idiotas?!
—No es por eso —murmuré, sintiéndome más avergonzado cuanto más lo pensaba—. Es que estoy harto de que nadie crea que soy gay. Las chicas no me dejan en paz y piensan que algún día voy a ceder. Necesito que me dejen tranquilo, y tú eres... bueno, la persona perfecta para eso.
Su sonrisa se desvaneció lentamente y me miró con más seriedad de la que esperaba.
—Así que quieres usarme como un repelente de chicas, ¿eh?
—Bueno, si lo pones así suena horrible —dije, rascándome la nuca—. Pero sí, básicamente.
Katsuki se acercó, inclinándose sobre mí de nuevo, y pude sentir su respiración contra mis labios.
—¿Y qué gano yo con esto, nerd?
Mi corazón se aceleró mientras sus ojos brillaban con ese toque desafiante que siempre lo hacía ver peligroso y endemoniadamente atractivo.
—Lo que quieras —murmuré sin pensarlo demasiado, y al instante me arrepentí. Katsuki sonrió de una forma que me hizo temblar de la cabeza a los pies.
—Ten cuidado con lo que ofreces, Deku. No querrás saber lo que se me puede ocurrir.
El silencio que se formó después de esa amenaza velada fue tan espeso que podría haberlo cortado con un cuchillo. Katsuki me miraba con esa sonrisa peligrosa, como si ya hubiera decidido mi destino, mientras yo intentaba no parecer tan nervioso como estaba.
—Vamos, Kacchan —dije con un tono que pretendía sonar más confiado de lo que realmente estaba—. No estoy pidiendo tanto. Solo finjamos durante un tiempo. Sería un trato de mutuo beneficio. Yo me libro de las chicas y tú… —me detuve, buscando qué podría ofrecerle a cambio.
—¿Y yo qué? —me desafió, entrecerrando los ojos. Su tono bajo me erizó la piel. Sabía que no se conformaría con algo simple.
Pensé rápido en lo que habían dicho las chicas.
—Puedo ayudarte a mejorar tu reputación —Intenté sonar convincente, esperando que mordiera el anzuelo.
Katsuki dejó de reírse. Me estudió con cuidado, inclinándose hacia adelante hasta que nuestras caras estuvieron a centímetros de distancia.
—¿Eso es todo lo que tienes para ofrecer, nerd? —murmuró, su voz grave reverberando en mi pecho.
Tragué saliva y lo miré a los ojos. Era ahora o nunca.
—Y también… podemos seguir besándonos cuando quieras. Sin restricciones.
Eso lo hizo detenerse. Sus ojos se entrecerraron aún más, pero no de furia, sino de interés. Sabía que lo había atrapado. Katsuki y yo teníamos esta relación de besos, pero siempre era a escondidas, en los pasillos vacíos, detrás del gimnasio, en cualquier lugar donde nadie nos viera. Pero si fingíamos ser novios... bueno, eso lo haría mucho más fácil para ambos.
—¿Sin restricciones, eh? —Katsuki se relamió el labio superior, como si estuviera considerando mis palabras con más detenimiento de lo que esperaba—. Así que, no solo me pides que finja ser tu novio, sino que también me das carta blanca para besarte cuando quiera. Interesante trato.
Asentí, aunque mi corazón estaba a punto de explotar. Mis manos temblaban un poco, pero intenté mantenerme firme.
—Solo es un par de meses, hasta que las chicas se den por vencidas.
Katsuki se quedó en silencio, sus ojos recorriendo mi cara como si estuviera evaluando si iba en serio o no. Finalmente, se inclinó más cerca, tanto que nuestras narices casi se tocaron. Mi respiración se detuvo.
—Trato hecho —murmuró, y antes de que pudiera procesar sus palabras, sus labios ya estaban sobre los míos.
Este beso no fue como los anteriores. Fue más lento, más decidido. Como si Katsuki estuviera reclamando lo que era suyo. Sentí sus manos bajar por mis costados y detenerse en mis caderas, sujetándome con esa mezcla de fuerza y posesión que solo él tenía. Mis manos, por reflejo, se engancharon en su camiseta, atrayéndolo más hacia mí.
Después de unos segundos eternos, se separó, pero no demasiado. Sus labios seguían lo suficientemente cerca de los míos como para hacerme desear más.
—Recuerda, nerd —dijo en voz baja, su aliento caliente sobre mi boca—, lo que es mío, es mío. Y si vamos a hacer esto, lo haremos a mi manera.
—¿A tu manera? —pregunté, sin poder evitar el temblor en mi voz.
—Sí, a mi manera —sus ojos brillaban con un peligroso destello—. Voy a hacer que todos se lo crean, Deku. Voy a hacer que cada maldito en esta escuela sepa que eres mío. Y cuando termine, no va a haber dudas sobre lo que eres.
—¿Y qué soy? —pregunté, mi voz apenas un susurro.
Katsuki sonrió, esa sonrisa ladina y peligrosa que tanto odiaba y adoraba a la vez.
—Mi maldito novio falso.
ESTÁS LEYENDO
Chico malo (Katsudeku)
FanfictionIzuku está cansado de las constantes confesiones. Sabe perfectamente que es bastante lindo, y que sin esperarlo, conquista a muchas personas, pero lo tienen harto. ¿Por qué querría salir con una chica, cuando es completamente homosexual? ¡Y cuando...