Capítulo 2

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El día siguiente comenzó como cualquier otro: con mi casillero repleto de cartas de amor, chocolates y todo tipo de confesiones que no pedí. Suspiré al abrirlo y ver caer una docena de sobres al suelo, como si fuera una broma cósmica. Pero hoy, todo sería diferente. Hoy, comenzaba el plan.

Me agaché para recoger las cartas cuando sentí una presencia familiar detrás de mí. Un escalofrío recorrió mi espalda antes de que él siquiera hablara.

—¿Ya estás listo para empezar, Deku?

Su voz era baja, casi amenazante, pero lo que realmente me ponía nervioso era la mirada de superioridad en su rostro. Katsuki Bakugo se inclinó contra el casillero junto al mío, observando con diversión mientras yo intentaba desesperadamente recoger todo el desastre del suelo.

—Kacchan, podrías al menos intentar ayudar, ¿sabes? —murmuré, intentando parecer calmado.

Él solo se rió, una carcajada seca y burlona que resonó en el pasillo.

—¿Y perder la oportunidad de ver cómo te retuercen las chicas, nerd? No, gracias. —Se inclinó hacia mí, bajando la voz—. Pero no te preocupes, después de hoy, nadie más se atreverá a mirarte de esa forma.

Me enderecé, las cartas aún en mis manos, y lo miré, incrédulo.

—¿Qué estás planeando? —pregunté, aunque una parte de mí ya lo sospechaba.

Katsuki sonrió, esa sonrisa que siempre me hacía sentir como si hubiera hecho un pacto con el diablo.

—Sigue mi juego y lo sabrás.

Antes de que pudiera responder, sentí su mano en mi cuello, tirando de mí hacia él con una fuerza que me tomó por sorpresa. Katsuki me besó justo allí, en medio del pasillo, delante de cualquiera que pudiera pasar. El aire se quedó atrapado en mis pulmones y el mundo pareció detenerse por un segundo. No era un beso suave o dulce, era... Katsuki. Intenso, arrollador y completamente descarado.

Mis piernas se tambalearon, y si no fuera por la presión de su mano en mi nuca, probablemente habría caído al suelo de la pura sorpresa. Apenas pude procesar lo que estaba pasando cuando escuché los murmullos alrededor. No fue solo el beso lo que me impactó, sino el público que rápidamente comenzó a formarse.

Katsuki se separó lentamente, su rostro a centímetros del mío, con esa maldita sonrisa satisfecha en su boca.

—Ahí lo tienes, nerd. —dijo en voz baja, pero lo suficientemente fuerte para que quienes estuvieran cerca lo escucharan—. Ahora todo el mundo sabe que eres mío.

El pasillo entero quedó en silencio por unos segundos. Mis ojos se pasearon por los rostros de los estudiantes que nos miraban como si acabaran de presenciar una escena de película. Ochako y Himiko estaban al final del pasillo, con las bocas abiertas y los ojos desorbitados. No era exactamente la manera en la que había planeado que esto empezara, pero ahora no había vuelta atrás.

—¿Qué… qué fue eso? —logré decir, aún en shock.

Katsuki se encogió de hombros, como si besarme en medio del pasillo fuera lo más normal del mundo.

—Lo que querías, ¿no? Que todos lo sepan.

Me quedé mirándolo, todavía tratando de procesar lo que acababa de pasar. Al menos, Ochako tenía razón: nadie volvería a dudar de que era gay. Pero esto había ido mucho más allá de lo que esperaba. Todos en la escuela estaban ahora absolutamente convencidos de que estaba con Katsuki. Y no de una manera sutil o discreta. Katsuki lo había hecho completamente a su manera.

—¡¿Qué diablos fue eso?! —gritó una voz desde el final del pasillo.

Me giré para ver a Eijiro Kirishima, el mejor amigo de Katsuki, que nos miraba con la misma expresión de asombro que el resto. Me sentí como si estuviera atrapado en una pesadilla pública.

Chico malo (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora