Capítulo 5

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El eco de los pasos de Katsuki resonaba por el pasillo, y cada uno de ellos hacía que mi corazón latiera más fuerte. Podía ver la furia en su rostro, como un volcán a punto de hacer erupción. Shoto no se movió ni un centímetro. Su expresión permanecía tranquila, pero sus ojos revelaban una mezcla de dolor y desafío que me hizo estremecer.

—Kacchan, cálmate —dije una vez que estuvo lo suficientemente cerca de nosotros.

Kacchan ignoró por completo mi intento de calmarlo. Se plantó frente a Shoto, cerrando la distancia entre ellos con tanta agresividad que parecía que el aire se había vuelto más denso. Sus manos temblaban de pura ira contenida, y podía ver el momento exacto en el que decidió que no iba a contenerse.

—¿Qué mierda crees que estás haciendo, Todoroki? —gruñó, su voz baja y amenazante—. Si tienes un problema con nosotros, dilo ahora mismo.

Shoto lo miró fijamente, sin inmutarse.

—No tengo un problema con ustedes—respondió con calma, aunque había un filo en su tono—. Tengo un problema contigo. Dudo que Izuku sea feliz con alguien como tú.

Eso fue como echar gasolina al fuego. Kacchan apretó los puños tan fuerte que pude oír sus nudillos crujir. Sabía que estaba al borde de explotar, y tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.

—¡Basta, ya! —grité, empujándome entre los dos antes de que la situación se descontrolara por completo—. No quiero que hagan esto. No tienen por qué pelear. Es ridículo.

Ambos me miraron, pero la tensión entre ellos no disminuyó. Katsuki respiraba con fuerza, tratando de calmarse, pero el resentimiento en sus ojos seguía ardiendo.

—¿Por qué carajo te importa tanto lo que él piense? —le espetó Katsuki a Shoto, con una mezcla de furia y celos—. ¿Qué te hace pensar que sabes lo que es mejor para Deku?

Shoto permaneció en silencio por un momento, y luego, para mi sorpresa, dejó escapar un suspiro pesado.

—No lo sé —admitió, su voz sonando más cansada que desafiante—. Pero quiero que esté bien. Y no estoy seguro de que lo esté contigo.

Mis ojos se abrieron con sorpresa. ¿Qué era lo que Shoto estaba tratando de decirme? ¿Se preocupaba por mí como un amigo, o había algo más detrás de sus palabras?

Katsuki soltó una risa amarga, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

—¿Qué, ahora eres su maldito salvador? —se burló, aunque su tono escondía inseguridad—. No necesitas preocuparte por él. Está conmigo, y yo me encargaré de que esté bien.

Me sentía como si estuviera atrapado en medio de una batalla entre dos fuerzas opuestas, y cada palabra que decían era una daga que se clavaba más hondo en mi pecho. No sabía qué decir ni cómo detenerlos.

Finalmente, di un paso atrás y respiré hondo, tratando de no ponerme demasiado nervioso.

Hubiera preferido las cartas de las chicas que una pelea entre los dos.

—Ya es suficiente, en serio —murmuré, mirando a ambos—. No quiero que discutan. Esto no tiene sentido.

Shoto me miró, su expresión volviendo a ser más suave, pero había un brillo de tristeza en sus ojos que me partió el corazón.

—Solo quiero que seas feliz, Izuku —dijo en voz baja.

Katsuki bufó, cruzando los brazos con frustración.

—Lo es. Me eligió a mi para ser su pareja. Supéralo.

El silencio que siguió fue pesado e incómodo. Finalmente, Shoto asintió con lentitud, como si hubiera aceptado que no había nada más que pudiera decir.

—Está bien —dijo finalmente, retrocediendo un paso—. Si tú lo dices...

Con eso, se dio la vuelta y se alejó por el pasillo, dejándome solo con Katsuki. Por un momento, nadie habló. Solo el sonido de nuestros corazones acelerados llenaba el espacio entre nosotros.

—Deku... —comenzó Katsuki, pero yo lo interrumpí.

—Kacchan, estoy totalmente seguro de que si no me meto entre ustedes dos, lo hubieras terminado golpeando.

—Es que ese bastardo me molesta —murmuró, chasqueando la lengua y desviando la mirada—. Odio que te mire. Odio que te hable. Realmente lo odio.

Aquella confesión me sorprendió tanto que podía sentir como mi corazón latía más rápido de lo normal.

—Esto... Esto es falso, Kacchan —dije, sin saber realmente porqué—. Nuestra relación es falsa. No debería importarte tanto...

Fue en ese momento exacto que sus ojos rojos me examinaron con una mezcla de desesperación e irritación abrumadora.

Ni siquiera pude tener tiempo de pensar en que había ocurrido porque tomó mis mejillas y me acercó a él con fuerza, besando mis labios con aquella posesividad tan suya.

Su lengua recorrió toda mi boca, sentí que moriría en ese mismo lugar, porque Kacchan nunca me había besado tan brusco, tan dominante...

Tan malditamente él.

—No tienes una puta idea de nada, Deku —murmuró entre mis labios. Sus manos bajaron de mis mejillas, una a mi cuello y la otra a mi cintura. El agarre me hizo levantar la cabeza y sentí sus labios en mi barbilla, bajando por mi clavícula—. ¿Falso? ¿Realmente tienes la estúpida ilusión de que esto es malditamente falso? —Sus dientes se hundieron en mi piel y solté un quejido—. Tus reacciones, tus temblores... Nada de esto es falso.

—K-Kacchan... Pero...

—Cállate, Deku. Calla tu maldita boca que quiere fingir que lo que tu y yo sentimos no es real.

Todo mi cuerpo estaba a su merced, y lo sabía, realmente lo sabía.

Sabía que siempre estaría bajo su mirada, bajo sus caricias, bajo sus labios y bajo todo lo que representaba haberme metido en este lío con Katsuki.

—Eres mío —gruñó, separándose de mi. Sus ojos rojizos me miraban con extraño deseo y anhelo—. Vamos —ordenó mientras tomaba mi mano y me guiaba por el pasillo.

—¡Kacchan! ¡Estamos en clases! ¡No podemos simplemente irnos!

No giró su cabeza, siguió caminando haciendo caso omiso a mis quejas.

Entonces entendí que estaba en serios, realmente serios problemas.

Chico malo (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora