Capítulo 2

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Las 5 personas dentro del departamento se quedaron inmóviles mientras se veían fijamente, Carlos aún no quitaba sus manos de la cintura de Sergio, por lo que el pecoso empujó el pecho del madrileño ocasionando su caída. Fue entonces cuando se rompió el silencio incómodo que se había formado hace unos minutos.

-No es lo que piensan.- hablo el mexicano, quien permanecía tirado en el suelo. -Esto tiene una explicación...

-No tienes que darnos explicaciones de nada, pero solo diré que existen las habitaciones, por si no lo saben, una habitación es un espacio en el que tienes privacidad, ya saben, ahí pueden hacer lo que se les venga en gana.- hablo el más alto de las dos personas que se encontraban en la puerta, quien tenía su mano tapando la boca del más bajo.

-Sabemos lo que es una habitación.- hablo Carlos en  tono burlón.

-Pues no lo pare... ¡Ahhh!

George, Carlos y Checo dieron un pequeño brinco en su lugar, un gritó bastante fuerte se había escuchado.

-¡Oye, no me muerdas!.

-Lo siento, fueron mis pensamientos intrusivos.- el de ojos rasgados le hizo una reverencia en señal de disculpa al otro chico.

-Que raros son...- Checo hablo en voz alta.

-¿Nosotros somos los raros? Solo te recuerdo que recibieron a sus otros dos compañeros con gemidos de por medio y una posición bastante comprometedora, así que los raros son ustedes.- exclamó Yuki con una mano en la cintura.

-Sí, pero... En serio no es lo que parece, solo déjenme ponerlos en contexto.- George alzó su mano en la que sostenía la aguja.

-No creo que haga falta que les demos una explicación, creo que la sangre que están pisando es más que suficiente prueba.- se burló el pecoso, quien había puesto una mano en el hombro del británico.

-¿Que sangre?.- el más alto miro hacia abajo, y ahí estaba, un pequeño charco de sangre bajo sus pies. -Ah, ese charco.

-Oh... -susurro el más bajo.

Ambos se voltearon a ver lentamente y asintieron levemente. Dieron un paso hacia atrás y se agacharon para quitarse los tenis que habían manchado, una vez que los tuvieron en sus manos los dejaron en la puerta y al entrar, trataron de no pisar las partes del suelo con pequeñas manchas de sangre y cerraron la puerta.

Caminaron sin decir ni una palabra, se sentaron en el suelo y solo observaron los movimientos de los otros tres.

-No van a decir nada.- un Carlos confundido les pregunto.

-No, ya entendimos todo, ahora solo queremos disfrutar del show.

-No es ningún show, esto es serio, ¿Acaso no ven que me quedara una cicatriz en mi precioso rostro?.- dramático Carlos.

-¿Rostro precioso?.- dijo burlonamente el japonés.

-Si pulga, mi rostro es hermoso.

Checo se carcajeo al escuchar las palabras de Carlos, contagiando a George.

-Ya vez, hasta tus amigos se ríen de las barbaridades que estás diciendo...- el japonés hizo una pausa, esperando que el madrileño le dijera su nombre.

-Ora, ¿Quién dice que nos reímos de él?.- reprochó Checo levantándose del suelo.

-¿En serio no se ríen de mí?.- se escuchó la voz sorprendida de Carlos.

-No, en realidad si nos reímos de ti.- George le guiño el ojo.

-Son unos cabrones todos ustedes.- los señalo a cada uno.

Los Cinco Chiflados  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora